Telón al proyecto teatral de los Cines Luna
Los Cines Luna no se convertirán finalmente en teatro. Al menos, no de momento. La alianza empresarial entre el productor Enrique Salaberría y la familia Larrañaga (En Vivo Producciones Teatrales SL) ha desistido en su anunciado empeño de abrir en ellos dos salas de teatro con un total de 900 butacas. Tras tres años de intentos frustrados por conseguir su objetivo habrían arrojado la toalla y devuelto a la propiedad, a mediados del pasado mes de junio, la parte del edificio que iban a acondicionar para tal fin. Sin embargo, según ha podido saber este diario, su testigo había sido recogido de inmediato por un nuevo grupo de empresarios, con otro proyecto teatral para los Luna, proyecto que tampoco prosperará tras un repentino cambio de opinión de ultimísima hora de los dueños del edificio, quienes con un contrato de arrendamiento ya preparado y consensuado, de 15 años de duración y 20.000 euros de alquiler mensuales, se negaron a firmarlo sin dar más explicaciones y echando el telón al segundo proyecto teatral serio que se intentaba en los Luna.
El actual propietario de los antiguos cines es el Grupo Ner, un conglomerado empresarial de restauración y ocio nocturno cuyo accionista de referencia es Antonio Aguilar Vico (empresario de éxito que en su día hizo fortuna con Macumba -una de las discotecas con más historia de Madrid y de España- y vinculado, entre otras muchas empresas, a la cadena de restauración La Vaca Argentina). La actividad a desarrollar en el edificio de los antiguos cines ha de ser cultural y está protegida por ley, siendo de uso preferente el de cine o teatro. El edificio se incluye también dentro del catálogo de protección artística del entorno de la Gran Vía y para cambiar su uso haría falta un plan especial que requeriría de un procedimiento largo y costoso, el cual debería contar además con el beneplácito político, algo que, según distintas manifestaciones realizadas en diversas ocasiones por los responsables políticos correspondientes, no entra en la agenda del Gobierno municipal. Al mismo tiempo, el espacio se encuentra ubicado dentro de la ZPAE de Centro, con las consiguientes restricciones normativas añadidas, con respecto a apertura de nuevos locales con determinados tipos de licencias de actividad, que esto supone.
Era teatro sí o sí
Era teatro sí o sí
Desde que los Luna se cerraron hace una década al espacio no le han faltado novios dispuestos a abrir todo tipo de negocios en él. Sin embargo, todas las propuestas han chocado con la licencia de actividad del edificio. Es por eso que, una vez desestimada la viabilidad de seguir explotando el espacio como cine, la de reconvertirlo en teatro parecía ser la opción óptima. La cosa se daba por hecha desde que en 2011, y ante la negativa de Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento a acceder a un cambio de uso de las salas que permitiera convertirlas en espacio comercial, la propiedad movió ficha y comenzó unas obras de remodelación que apuntaban a que se acondicionaría como lugar para acoger espectáculos teatrales, así como conciertos. Poco después, en junio de 2011, y con el beneplácito del Ayuntamiento, la noticia era que la empresa SA Deportes y Espectáculos los reabriría para ofrecer musicales. En enero de 2012 se produjo la confirmación más veraz de que los Luna se encaminaban sí o sí hacia las tablas con la entrada en juego de los ya nombrados Salaberría y Larrañaga. Sin embargo, llegado septiembre de 2012 de las salas teatrales no había rastro. Por el contrario, una gigantesca lona cubría la fachada del edificio anunciando la inminente apertura de un gimnasio de lujo, el mismo que hoy en día ocupa las dos plantas superiores del edificio y que contempla también un negocio de restauración en su terraza. En aquel entonces, el mismo Enrique Salaberría comentó a este periódico que la idea de abrir un teatro en las plantas inferiores de los Cines Luna seguía adelante, aunque con retraso.
Hoy los planes del Grupo Ner y de Aguilar Vico para el edificio de su propiedad no están claros: si por una parte renuncian a arrendarlo a quien deseaba abrir en él un teatro y por otra la licencia de actividad del espacio imposibilita abrir en él casi cualquier tipo de negocio muy distinto al que han rechazado hay algo que se escapa a la lógica comprensión de quienes vemos el juego con las cartas que hay sobre la mesa.
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