Vuelven los conciertos del Agapo
El Agapo fue uno de los templos musicales de la segunda mitad de los 80 en Madrid y uno de los culpables de la fama de zona rockera y noctámbula que arrastra aún en la actualidad el barrio de Malasaña. Abrió sus puertas en 1985, en un pequeño local del número 22 de la calle Madera, y en él tocaron más de 500 grupos hasta 1991, año en el que dejó de programar actuaciones en directo, verdadera seña de identidad de la casa.
El próximo 8 de mayo, un concierto, bautizado como 'Agapo Flashback Experience', reunirá en un escenario a un puñado de destacadas bandas que tocaron en la citada sala: Los Enemigos, Glutamato Ye-Yé, Sex Museum, Las Ruedas, La Uvi, Los Coronas, Espasmódicos, Sex Tattoo, Los Macana, Cañones y Mantequilla, J. Teixi Band, Antonio Bartrina y Ariel Hernandez (Malevaje), Ana Curra y Agapo All Stars (músicos hoy sin grupo pero que en su día desfilaron por el local) Este más que apetecible cartel lo completarán los siguientes nombres en cabina: Fernando Pardo, Manolo Calderón, Pablo de la Cruz, Íñigo Munster, Juan Hermida y Javier Fernández.
Tanto tras el Agapo como tras este próximo concierto, se encuentran los miembros de la familia Ruiz, Marisa y Álvaro, y Santi Camuñas, con quienes echamos la vista atrás no sin antes recordar otros dos nombres claves del local de Madera 22, Kike Ruiz (hermano de los anteriores) y Kike Turmix (DJ y músico), ambos ya desaparecidos...
-¿Qué fue lo que hizo del Agapo un sitio tan especial que ha quedado en la memoria colectiva de la gente?
Que se podía escuchar música en directo. En el 85, cuando abrimos, no había en Malasaña locales así. Luego, la música radical que programábamos y pinchábamos y el horario: cerrábamos a las 6 de la mañana mientras que el resto de bares lo hacían sobre las 2:30 horas, por lo que todo el mundo que no tenía ganas de irse a casa, incluso los dueños de los locales recién cerrados -nos hermanamos enseguida con todos los bares del barrio-, acudían a matar la noche al Agapo. Había que verlos a todos desfilar por las calles en procesión, una riada de personas... Además, no cerrábamos nunca, abríamos todos los días; incluso recuerdo estar reparando cosillas y pintando el local con gente dentro. Todos estos factores hicieron que confluyera una energía especial en el bar y que se crearan una señas de identidad.
-Hablemos algo más de los conciertos, ¿qué nombres de grupos del medio millar que actuaron en el Agapo destacariais?
Fueron muchísimos, no podríamos hablar de unos pocos sin más. Muchos de los músicos que tocaban en el Agapo se quedaban en el bar después de actuar o eran clientes habituales, vivían en el barrio, grababan sus discos en los estudios que había en la zona, como el que Juan Verdera (Derribos Arias) tenía en la plaza del Dos de Mayo... Los conciertos los hacíamos de 21 horas a media noche y eran gratuitos, se entraba con invitaciones que nosotros mismos pintábamos con rotulador y que fotocopiábamos luego en Resicasa, en la calle San Bernardo. Esas invitaciones las dejábamos en los bares y los grupos que actuaban se quedaban otro taco. El beneficio lo obteníamos con las copas y pagábamos entre 30 mil y 40 mil pesetas por actuación a las bandas.
-Con tanta gente, esos horarios y las actuaciones en directo, ¿cuál era la relación con los vecinos?
La verdad es que había un entorno muy tolerante para la bulla que montábamos. La insonoración del local era pobre y las molestias las aguantaron muy bien. Hombre, alguna vez hubo hasta denuncias, pero hablábamos con los vecinos, les pedíamos excusas y nos llevábamos bien.
-En general, del barrio de aquella época recordais...
Que era un barrio viejo que poco a poco iba experimentando un cambio generacional de habitantes con la llegada renovadora de mucha gente joven.
-¿Y de la noche de Malasaña fuera del Agapo?
El bar 'El Palentino' y toda la gente que allí se daba cita. Vendía bocatas toda la noche, aun con la persiana medio cerrada, y allí que iban a comer punkis, rockeros, yonkis, putas, gente más normal del barrio e, incluso, los policías de ronda, que aparcaban sus coches en la puerta con la emisora de radio a todo volumen para oír lo que les decían desde la central. Todos se juntaban en el mismo sitio y era realmente para verlo.
-¿Por qué se cerró el local?
Se puede decir que el local no daba más de sí. Tocamos techo con él, así que su cierre nos lo planteamos como una evolución. Lo mismo que habíamos visto empezar en el Agapo a algunos grupos musicales que con el tiempo habían triunfado y tocaban en otras plazas, nosotros apostamos por hacernos más grandes. Fue cuando montamos 'El Revólver' en otra zona. Aún así mantuvimos el Agapo abierto un año más, hasta que en 1994 lo cerramos definitivamente. Conciertos habíamos dejado de programar en el 91, pero seguíamos manteniendo el horario de acabar a las seis de la mañana y todo. Luego, también se dio la circunstancia de que la presión de los vecinos y, sobre todo, de la policía comenzó a hacerse muy grande.
Marisa, Santi y Álvaro andan estos días muy atareados, tratando de dejar atados todos los detalles del día 8. Además, están recopilando todo tipo de material audiovisual del local para exhibirlo el día de la fiesta y acaban de cambiar de ubicación el evento dado que la recién comenzada venta de entradasventa de entradas está funcionando de maravilla y el Orange Café (c/ Serrano Jover, 3) se quedaba pequeño, por lo que se ha buscado un local más grande como el Rockitchen (C/Fundadores 7). La cosa marcha, “¡y eso que aún no ha comenzado a salir la cosa en los medios de comunicación”, como comenta Álvaro.
Para finalizar, señalaremos que siendo un bar de los 80, un recuerdo del pasado, la sombra del Agapo es tan alargada que, incluso, tiene una fuerte y activa presencia en internet, donde El Agapo Virtual, grupo de Facebook, acumula decenas y decenas de fotografías, recuerdos y anécdotas del bar, convirtiéndose en punto de encuentro ineludible de antiguos parroquianos del garito que buscan reencontrarse con el espíritu 'agapero' de su juventud. Del mismo modo, la música que sonaba con asuididad en el local también puede escucharse en una lista de reproducción de Spotify que contiene más de 1.800 canciones.
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