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Vecinos de Tetuán afectados por cocinas fantasma denuncian un “intento de compra” con “dos pizzas y bocadillos”

Regalos rechazados por los vecinos y el camión frigorífico que ocasionó los ruidos

Diego Casado / Luis de la Cruz

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Los vecinos de la calle José Calvo no aciertan a adivinar cuál será el próximo disgusto que les darán las cocinas fantasma que se alojan junto a sus viviendas. El último fue esta semana, en la noche del miércoles al jueves, cuando un camión frigorífico aparcó delante de su portal y estuvo albergando durante dos jornadas los alimentos que se cocinaban en los boxes de este negocio de comida a domicilio.

“Son las 00.35 de la madrugada del jueves y otro episodio en el muelle de José Calvo. Lleva desde las 9 de la noche con ese ruido”, se quejaban desde la Plataforma Vecinal de Afectados por las Cocinas Fantasma. “Tendieron un cable de alta tensión en mitad de la calle, hasta las cocinas”, relatan a Somos Tetuán. “Lo utilizaban como cámara frigorífica y de ahí sacaban las cosas que necesitaban para ir dándoselas a los cocineros”, añaden sobre el incidente.

Los vecinos llamaron esa noche a la policía, aunque los agentes llegaron a la 1 de la madrugada, cuando el camión ya se había marchado. También acudió al día siguiente, cuando el camión volvió a repetir la operación, y en esta ocasión sí que levantaron acta sobre el incidente: obligaron a retirar el cable, que pasaba por la acera que cruzan los vecinos y era pisada por los vehículos que cruzaban la carretera. El camión se acabó también marchando de esta vía del barrio de Berruguete.

La última sorpresa de los vecinos llegó ayer por la tarde, cuando se encontraron que los propios repartidores de la empresa que gestiona las cocinas, Cooklane, llegaban con regalos en forma de pizzas y bocadillos de Familia Mediterránea, la marca del chef Dani García. Iban acompañadas de un mensaje de disculpas de la empresa.

“El regalo fue rechazado mayoritariamente, les dijimos que lo que tienen que hacer es irse de José Calvo”, explican fuentes de la plataforma a este periódico. “Queremos que se marchen a un polígono industrial porque el humo de lo que cocinan nos lo estamos tragando los vecinos, no buscamos ningún tipo de compensación”, añaden.

Los vecinos de este inmueble, junto al que se aloja hasta una veintena de cocinas fantasma, temían además la posibilidad de que toda esta comida hubiera procedido del género deteriorado por la falta de refrigeración y la empresa lo haya aprovechado “para intentar quedar bien con los vecinos”.

El número 10 de José Calvo es uno de los puntos negros aparecidos por la fiebre de cocinas fantasma que se han desplegado por Madrid en los últimos meses. Por allí pasan cientos de repartidores cada día, en bici y moto, en busca de las raciones que llevarán a los clientes de las empresas de delivery creadas durante la pandemia. Además de los ruidos de los motores, los residentes se quejan de los malos olores y los humos que tienen que soportar desde su puesta en funcionamiento.

No es el único lugar de Madrid con problemas asociados a estos nuevos negocios de corte industrial que abren en entornos residenciales. Esta misma semana las familias de un colegio de Arganzuela, el Miguel de Unamuno, abrieron batalla judicial contra el Ayuntamiento de Madrid por conceder licencias para este tipo de empresas junto a pisos o centros escolares.

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