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Probamos el Lexus ES 300h, la gran berlina híbrida ideal para viajes

Tres cuartos delantero del nuevo Lexus ES.

Paula Ulloa

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Si hacer un viaje largo en según qué coche puede ser algo tedioso y cansado, en otros, el conductor llega a destino como si lo hubiesen teletransportado y con ganas de más kilómetros. Eso es lo que sucede con un modelo como el Lexus ES, la nueva gran berlina híbrida de la marca japonesa, que hemos tenido ocasión de conducir intensivamente y en todo tipo de recorridos antes de dictaminar que es el compañero de ruta ideal… para quien pueda pagarlo (como siempre advertimos).

Según es norma en otros Lexus gordos como el LS y el GS, en el ES se disfruta ante todo de un confort de marcha asombroso, sin duda de los mejores del mercado, por la combinación de calidad de rodadura y aislamiento acústico de lo que ocurre en el exterior. Si sumamos a eso amplitud extraordinaria, un ambiente interior refinado, comodidad de suspensiones (acaso excesiva en zonas de curvas), unos asientos que son más bien butacas y autonomía de muchos centenares de kilómetros, entenderemos por qué este coche puede tragar millas y más millas con muy escasa factura para el cuerpo de los pasajeros.

Serán estos seguramente los que necesiten hacer una parada antes que el ES 300h, que, por mucho que sea híbrido, nos ha sorprendido sobremanera por su escaso consumo para medir casi cinco metros de largo y pesar casi 1.700 kilos. Siempre que se circule a ritmo moderado, es común ver en el panel de instrumentos cifras próximas a los 5 litros/100 km, incluso en ciudad, todo ello gracias a la buena interacción entre el motor eléctrico y el de gasolina 2.5, que rinden en conjunto 218 caballos. De ahí que parar a repostar sea un suceso que acontece muy de vez en cuando, y eso que el depósito no es grande (50 litros).

Como es habitual en el esquema híbrido de Lexus y Toyota, el uso de una transmisión de variador continuo provoca que en aceleraciones fuertes el ruido del propulsor de combustión resulte molesto, aunque en este caso la sensación queda mitigada por el ya mencionado aislamiento del habitáculo y por tratarse de un motor más grande que otros del grupo que emplean la misma tecnología. De todos modos, aunque el ES puede acelerar y recuperar velocidad con relativa celeridad, nos parece más indicado para moverse de forma tranquila, majestuosa, sin reacciones bruscas que no le pegan.

A riesgo de contradecirnos, diremos que, de los tres modos de conducción disponibles, el Sport es el que aporta mayor agilidad, sin que el consumo se resienta nada, y que tanto el Eco y el Normal se muestran demasiado perezosos. Del mismo modo, es preferible por lo que se refiere a la respuesta de la suspensión, que en los otros dos programas permite un balanceo excesivo de la carrocería; en este caso, el afán de comodidad se torna contraproducente, a nuestro juicio. Así pues, ritmo tranquilo, modo Sport y –lo dicho– a tirar millas.

El interior se caracteriza por un lujo y refinamiento que no desentonaría en un Lexus GS, a pesar de la notoria diferencia de precio y exceptuando algún plástico duro allá donde la vista no suele alcanzar. Los asientos, ya se ha apuntado antes, son sumamente cómodos, y disponen de reglajes eléctricos, memoria, tapicería de piel, calefacción y ventilación en la versión Luxury; los traseros pueden regularse en inclinación –también eléctricamente– y disponen de climatización propia, tomas USB y de 12 V y mandos en el reposabrazos central para manejar diversas funciones del sistema de infoentretenimiento o la cortinilla trasera. Hay espacio de sobra para personas de estatura normal, muy especialmente para las piernas.

El maletero no es grande para el tamaño del coche (454 litros), como no lo es la boca de acceso, pero puede servir para dar cabida al equipaje de cuatro adultos; eso sí, invirtiendo tiempo en pensar cómo hacer el tetris. La batería de hidruro de níquel del sistema híbrido está alojada bajo el asiento trasero, por lo que no afecta a la capacidad del maletero, algo que sí sucede en los modelos IS y GS de Lexus. Sin embargo, el ES solo ofrece cuatro litros más de volumen que sus dos hermanos de gama con la misma tecnología.

Las versiones más equipadas incorporan una pantalla central de 12,3 pulgadas con navegador, acceso a internet y la posibilidad de manejar funciones por voz. Hay botones físicos con los que regular la climatización y el equipo de sonido, pero para el resto hay que recurrir a la superficie táctil, parecida a la de un ratón de ordenador portátil y situada en la consola junto a la palanca de cambios, que es uno de los dispositivos menos logrados de los que acostumbra a utilizar Lexus, aunque suponemos que uno acaba pillándole el tacto con el paso del tiempo.

El Lexus ES 300h está a la venta desde 45.000 euros en acabado Eco, que incluye sistemas de ayuda a la conducción entre los que destacan el control de velocidad activo con reconocimiento de señales, conexión automática de luces largas, frenado de emergencia con detector nocturno de peatones mejorado y asistente para mantener el coche en el centro del carril. La versión Luxury que hemos probado (65.800 euros) añade, entre otros elementos, luces de doble led adaptativas y head-up display, con el que la experiencia de conducción gana en comodidad y seguridad.

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