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El Mar Menor no se recupera de su anoxia masiva: “Fue traumático ver a miles de peces sufriendo y muriendo en la orilla”

Un hombre sentado frente al Mar Menor en la Playa de Villananitos, lugar donde se encontraron miles de peces muertos por anoxia hace un año.

“Cuando vimos a los camiones llevándose los peces muertos pensábamos que todo estaría limpio en verano pero sigue habiendo fango y algas podridas en el suelo”. Ha pasado exactamente un año desde que el Mar Menor amaneció con miles de especies marinas asfixiadas en una crisis de anoxia –falta de oxígeno- sin precedentes. Mari Trini, que vive en el municipio que presenció en primera línea la mayor crisis de mortandad de la laguna salada –San Pedro del Pinatar–, lamenta que las consecuencias lleguen hasta hoy: “Aunque sepamos que no es peligroso bañarse, la experiencia no es agradable”. Muchos veraneantes “no han venido o han estado menos tiempo que otras veces y han telefoneado a sus familiares para decirles que no vengan”. Es el caso de su hermana, “que vive en Almería y este año no ha querido acercarse hasta aquí”.

La impactante imagen dio la vuelta al mundo, y removió a la clase social y política. Doce meses después, la albufera mantiene su estado crítico, con leves mejoras e iniciativas legislativas a sus espaldas que intentan protegerla más y mejor. Los desencadenantes de su estado, las gotas frías, la agricultura intensiva y la instalación de miles de desaladoras ilegales, siguen presentes: la explotación agraria llegó a incrementarse como consecuencia de la pandemia por el aumento de demanda de productos hortofrutícolas.

Entre noviembre de 2019 y abril de 2020, el Mar Menor llegó a recibir 1.600 toneladas de nitratos procedentes de una sola de las ramblas que desembocan en sus aguas, producto de los fertilizantes empleados en la actividad agrícola. La justicia murciana continúa investigando las desalobradoras instaladas fuera de la ley y, pese a que se precintaron 300 el pasado año, la falta de coordinación entre la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) y el Gobierno regional ralentiza el cierre de las demás. Las DANAS continúan amenazando con aumentar el nivel de agua dulce en la laguna salada y contribuir, una vez más, a la muerte masiva de seres vivos del Mar Menor.

El consejero de Medio Ambiente, Antonio Luengo, insiste en declaraciones a elDiario.es de la Región de Murcia en el argumento que repitió una y otra vez desde el primer momento: fueron las DANAS las que provocaron el episodio de anoxia. “La comunidad científica destaca la gran capacidad de recuperación del ecosistema, capaz de revertir la completa situación del pasado año y mostrando una evolución positiva durante los últimos meses”.

Según Luengo, los niveles de oxígeno son adecuados para el ecosistema, la clorofila se encuentra en niveles extremadamente bajos, la transparencia media supera los 5 metros y la salinidad se sigue recuperando del fuerte impacto que la entrada de agua dulce tuvo en el Mar Menor. Los expertos consultados por la Consejería no contemplan en la actualidad la posibilidad de sufrir otro episodio de anoxia, pero “al hablar de un ecosistema influido por tantas variables, sujeto a la climatología o a los cambios bruscos de temperatura, no se puede descartar ningún escenario”. No obstante, tanto expertos como plataformas ecologistas sostienen posturas diferentes: el Mar Menor continúa en un estado muy delicado, y las medidas que se buscan implementar son insuficientes.

Julia Martínez, científica y exmiembro del comité de expertos del Gobierno regional que hacía seguimiento del estado del Mar Menor, va más allá y critica que el Ejecutivo murciano y los medios pongan énfasis en la transparencia de la albufera cuando “no es un indicador”.

Fango, aguas turbias y materia orgánica

Diana Méndez regenta un local en la Playa de Villananitos, la zona de la costa en San Pedro que se vio más afectada: “Al cabo de 15 días continuaba oliendo a podrido, era inaguantable y atrajo a muchas moscas; la gente no se acercaba por aquí o pasaba de largo”. A partir de ahí, rememora, “todo empezó a ir a peor”. Se perdió el final de la temporada y “luego llegó el coronavirus y el confinamiento”, que terminó por echar por tierra las expectativas de recuperación de los hosteleros y comerciantes del Mar Menor.

Ramón Pagán, portavoz de la plataforma Pacto por el Mar Menor, reafirma que la situación de la albufera es crítica: “Cualquier incremento en el aporte de nutrientes y fertilizantes que se produzca puede desencadenar otro desastre”. Y apunta al cambio climático como otro factor de riesgo para la laguna salada, “ya que cada vez veremos más episodios de gota fría”.

Desde la muerte masiva de peces el dirigente de la plataforma indica que no se ha podido recuperar el fondo marino que hacía de filtro, lo que aboca el entorno marino a “una debilidad extrema”. “Hay lugares donde solo encuentras fango, aguas turbias y materia orgánica en descomposición, no te puedes bañar porque da asco meterse”, apunta Pagán, donde ve también unas consecuencias sociales y económicas muy graves. “Nos estamos jugando el futuro de un Mar Menor vivo o completamente eutrofizado con una vida muy pobre”.

Ángel Pérez Ruzafa, portavoz del comité de seguimiento del Mar Menor y catedrático de Ecología, señala que la albufera está en una situación “inestable”. Ruzafa fue acusado hace unos meses de “manipular” la voz del comité, lo que produjo la dimisión de varios de sus miembros. Por ello insiste a este medio en que su valoración es personal.

“Sorprende la capacidad [de la laguna] de reaccionar y autorregularse, pero la espada de Damocles sigue pendiendo sobre ella”. El catedrático señala que la salinidad sigue baja, pese a haber pasado un buen verano, por lo que el aumento de lluvias torrentosas –y por tanto la entrada de agua dulce– hace peligrar su recuperación. El portavoz defiende que mientras no haya una infraestructura en la cuenca de drenaje que sea capaz de regular el agua y darle un tratamiento para que pueda ser reutilizable, el problema estará al acecho. “Entiendo que el Gobierno regional está trabajando en esta línea, pero no lo puede hacer sin la colaboración del Estado, y no consiguen sentarse a una mesa y plantear soluciones conjuntas”.

Una ley de protección “necesaria” pero “insuficiente”

Víctor y Daniel, hosteleros de San Pedro, recuerdan que tuvieron que cerrar el chiringuito antes que otros años y se quejan de que circularon muchos bulos sobre la toxicidad del agua y la gente cogió miedo a bañarse en la laguna: “Para los que somos de aquí fue un palo muy duro y traumático ver a miles de peces sufriendo y muriendo en la orilla”. El episodio de la anoxia “nos terminó de rematar”, apunta Daniel.

El pasado julio, la Asamblea Regional de Murcia aprobó una Ley de Protección Integral del Mar Menor: la iniciativa obtuvo el apoyo de todos los partidos salvo de Podemos, que lo calificó como el 'pacto del nitrato'. Entre las 130 medidas que introdujo esta ley, se estableció una franja de protección en un perímetro de 1.500 metros alrededor de la albufera, además de la moratoria de tres años a los nuevos desarrollos urbanísticos, la instalación de nuevos invernaderos y la ampliación de la cabaña ganadera.

Desde la Consejería de Medio Ambiente apuntan que, desde entonces, se vienen aplicando las medidas que se recogen en el texto, regulando los usos y actividades agrícola, ganadera, pesquera, turística, urbanística, minera o de navegación. “Ahora estamos definiendo los indicadores que permitirán a medio y largo plazo comprobar el nivel de éxito de las actuaciones”.

La científica Julia Martínez cree que se debe apostar por 'medioambientalizar' el Campo de Cartagena, una de las principales zonas de explotación agraria que desemboca en la albufera: “Aumentar los humedales, bajar la tasa de fertilizantes y que haya un control real de que esas medidas se cumplen”. Lamenta que la ley no cambie “nada sustancial” del modelo actual. “No elimina regadíos, ni crea soluciones basadas en la naturaleza significativas”. Además, Martínez lamenta que la nueva normativa solo permita que ingenieros agrarios sean quienes vayan a controlar la actividad de las instalaciones de agricultura, vetando labores de inspección de biólogos y ambientólogos. “No se deja participar a los especialistas en la materia”.

Para Ruzafa la ley de protección incluye elementos necesarios, pero son insuficientes: “Es importante regular, pero muchas leyes se quedan en papel mojado”. El portavoz hace hincapié en buscar soluciones de origen como la mejora en el drenaje, pero es menos contundente en el uso de fertilizantes agrícolas. “Todos los excesos son malos, y el regadío será un problema o no dependiendo de cómo se gestione”. Ruzafa defiende que debe haber una viabilidad económica en las medidas y recuerda la importancia de la actividad hortofrutícola de la Región de Murcia para Europa.

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