Ahora que una chavala con dos ovarios en su sitio ha conseguido poner en pie de guerra por el clima a una generación que aparentaba somnolencia, los que ya creemos que nos lo sabemos casi todo deberíamos, simplemente, repensar un poco qué estamos haciendo, queriendo o sin querer, por activa o por pasiva, con tantos avances que aplaudimos y pedimos desaforadamente.
Porque eso de parar en la medida de lo posible el cambio climático que ya nos amenaza inexorablemente ––por mucho que corramos ahora, ya se nos hizo tarde–– requiere planificación profunda, a largo plazo, y acuerdos amplios. Cosas que malamente se han conseguido, como se ha venido viendo desde hace años en las sucesivas Cumbres del Clima.
Por mucho que neocons, neoliberales, neoestúpidos en general y ultradesarrollistas en particular se empeñen en el famoso “laissez-faire”-que-todo-lo-arregla-el-mercado, lo único válido sigue siendo la planificación. La buena, por supuesto. Porque la otra nos lleva a engendros como estos dos que nos hemos regalado últimamente, o estamos a punto, en este nuestro particular terreno de juego que se llama Murcia: AVE y Corvera.
No voy a volver a mascar y regurgitar detalladamente los informes ya viejos sobre las ventajas de duplicar y electrificar la línea Albacete-Cartagena. Veamos solo que su coste hubiera sido aproximadamente una tercera parte de lo que costará el AVE dichoso por Orihuela, Monforte y Albacete, para luego seguir por media La Mancha para llegar a Madrid gracias a los tejemanejes del socialcatólico Bono con la aquiescencia del cristoliberal Valcárcel.
Pues en esto de tirarnos a la piscina de la modernidad visionaria unos y otros mayoritarios, PP y PSOE, han ido y van de la mano, con el apoyo `ciudadano´. Lo estamos viendo con los últimos rifirrafes sobre el enlace de Camarillas. Al delegado socialista del Gobierno de Sánchez se le ha llenado la boca electoralmente para ensalzar el gran avance de algo que debería haberse hecho hace por lo menos veinte años… si no hubieran estado en su partido y en el otro tan ocupadísimos en perder el tiempo, saliva, tinta, energías y dinero de todos con el AVE este turístico por media meseta inferior que llegará soterrado a Murcia en…. ¿2020?, después de tres horas menos cuarto de trayecto desde Madrid.
La línea duplicada y electrificada por Albacete vendría a necesitar solo 20 minutos más para ser recorrida desde El Carmen hasta Atocha con unos trenes decentes y actuales que cuestan también la mitad que los que recorren los raíles del sacrosanto AVE. Y dejemos Cartagena aparte porque lo suyo puede sufrir aún variaciones y disgresiones planificadoras sin cuento.
Otro tanto ocurre con ese icono regional del siglo XXI llamado Aeropuerto Internacional (sic) de Corvera. Con el gran aeródromo de El Altet a medio gas, un enlace ferroviario de los buenos con la terminal aérea alicantina hubiera sido más eficiente en términos ambientales y muchos menos costoso de los alrededor de 300 millones de euros que va a venir a costar nuestro particular apeadero aéreo, cuya utilidad y rentabilidad serán difíciles de conseguir y demostrar.
Sumen, para llegar a aquel número de las Termópilas, los 200 que estaremos pagando durante unos cuantos años y los 100 que costó la segunda pista de San Javier gracias a las pompas y las obras de Trillo y Cascos, y que ahora se queda para uso y disfrute de uniformados voladores. ¿Si contáramos otros gastos colaterales de infraestructuras varias para Corvera a cuánto ascendería el coste real?
Unamos los costes energético-ambientales de estas nuevas pirámides totémicas del desarrollismo murciano y tendremos un pan con unas hostias, tal que se dice popularmente. Y una planificación que evitaré decir con qué parte del cuerpo parece estar hecha. Porque así como muy pensada no parece.
Recapitulando, se entiende cómo es que muchos zagales, no demasiados ni quizá tampoco los suficientes, se tiren a la calle a refregarnos por la cara, con razón, lo mal que lo hemos y lo estamos haciendo quienes les damos lecciones continuamente porque nacimos antes. Algunos hasta llevan corbatas. Tendrán más fácil ahorcarse cuando se vea llegar el estallido final. Vale.
P.S. Y el asunto del Tajo-Segura, sus perspectivas de futuro y su eficiencia ambiental lo dejamos para otro día, que no se trata de enturbiar más aún las revueltas aguas.
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