Cada vez más asistimos al efecto isla de calor en la ciudad de Murcia, con mayor intensidad y duración. El efecto isla de calor es un fenómeno térmico que se manifiesta en las zonas urbanas y que tiene como consecuencia que las temperaturas sean más elevadas que en los entornos no urbanos colindantes (como la zona de la huerta en Murcia).
Este efecto en nuestra ciudad está causado por el transporte, los equipos de climatización y las industrias, unidos a los elementos constructivos empleados en Murcia como el asfalto, el cemento y los tonos oscuros de las construcciones. Los grandes bloques de edificios que son acumuladores de calor durante el día, la escasez de zonas verdes y arbolado y la contaminación urbana son otros elementos del efecto isla térmica.
La Agencia Española de Meteorología (AEMET) ha previsto un verano muy caluroso en todo el país, como ya viene siendo la tendencia de los últimos veranos, lo que hará que el efecto isla de calor aumente. Esta situación implica no solo la disminución del bienestar en el día a día sino el deterioro de la salud de la ciudadanía, especialmente en niños, ancianos y enfermos en lo relativo a problemas respiratorios y circulatorios, cansancio, deshidrataciones, mareos, etc. A esto se une un mayor consumo energético y un aumento del gasto económico por la mayor demanda de electricidad y por los efectos del calentamiento climático.
El efecto isla de calor provoca un aumento de la mortalidad prematura. Un reciente estudio publicado en The Lancet del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y realizado con datos de 93 ciudades europeas señala que los resultados muestran que, de junio a agosto del 2015, las ciudades fueron en promedio 1,5C más calientes que las áreas circundantes. Unas 6.700 muertes prematuras pueden atribuirse al aumento de las temperaturas urbanas, lo que representa el 4,3% de la mortalidad total durante los meses de verano Un tercio de estas muertes (2.644) podrían haberse evitado aumentando la cubierta arbórea hasta un 30% del espacio urbano, con lo que se reducirían las temperaturas.
Las localidades más afectadas por este efecto son Barcelona, Málaga, Palma de Mallorca, Madrid, Sevilla y Valencia que presentan un porcentaje bastante bajo de cobertura de árboles en el entorno urbano. En el caso de la ciudad de Murcia, el estudio señala que está entre las primeras ciudades de Europa cuando se habla del máximo efecto isla de calor, situándose como la sexta en el estado español.
El efecto isla de calor se ha asociado con mortalidad prematura, enfermedades cardiorrespiratorias e ingresos hospitalarios. La menor vegetación, la mayor densidad de población y las superficies impermeables de edificios y calles, incluido el asfalto, provocan una diferencia de temperatura significativa entre la ciudad y las zonas circundantes Se prevé que, con la emergencia climática, esta situación empeore en el futuro y cada vez más tengamos el efecto isla de calor durante más tiempo y más intenso.
El Gobierno municipal, además de poner todos en algunas calles con retraso, tiene que desarrollar un programa de acción contra el efecto isla térmica con medidas concretas para paliar este impacto. El coste de la inacción es mayor que el de las medidas. La creación de una red de refugios climáticos en jardines, patios, colegios y espacios libres de edificación de propiedad municipal son medidas para luchar contra el efecto isla de calor. La mejora, conservación y aumento del arbolado del urbano es una tarea central. Los árboles maduros ofrecen un control de la contaminación, la disminución de la insolación y la reducción de las temperaturas máximas gracias a la evapotranspiración de las hojas. Las temperaturas en el interior de parques y zonas verdes pueden ser inferiores entre 2°C y 8°C respecto a las del entorno circundante.
Es indispensable la renaturalización del espacio público y fomentar los suelos vivos, es decir permeables. Los espacios públicos ya existentes, como plazas y calles, deben ser transformados en lugares que combinen funcionalidad con el fomento de la biodiversidad urbana, abandonando el modelo de plazas duras (Plaza Belluga, Plaza Europa) y priorizando la presencia de áreas naturalizadas. Por otra parte, hay que mejorar de los parkings disuasorios que se han hecho sin sombra y totalmente asfaltados. Es necesario el entoldado de estos aparcamientos que eviten el calentamiento de los vehículos aparcados y no disuada a los usuarios de su utilización.
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