Llegué en el AVE a una estación soterrada en la que espero que en un futuro próximo convivan los trenes provenientes de Valencia o Francia con los que vengan de Cartagena a Madrid por la ruta histórica, como la llama Joaquín Contreras. Creo que ahí está la baza que puede jugar con presteza el PSOE si quiere ganar las próximas elecciones.
A nadie se le escapa que la llegada del tren desde Alicante para ir a Madrid supone un rodeo innecesario y que la actual ruta tiene como misión conectarnos con Valencia, Barcelona y, por último, Europa. Una red europea que casa perfectamente con la inversión en la conexión por Albacete. En cierto modo, el debate no es nuevo, en 1856 José Almazán, ingeniero que redactó el primer proyecto para hacer llegar el ferrocarril sostenía que ambas conexiones eran necesarias, pero que había que primar la conexión Albacete–Cartagena. En aquella decisión pesaron intereses variados, por un lado el emprendedor Marqués de Salamanca, que al final quedaría como una pieza más de la banca Rothschild –lean el maravilloso libro de Miguel López Morell- ; por el otro, los del Marqués de Corvera, su labor como ministro de Fomento y, en parte, organizador del lobby que conseguiría, por intereses propios –había comprado el balneario de Archena– y comunes a otros, una oligarquía murciana, pero especialmente cartagenera, que en proceso de expansión necesitaba de una conexión directa con la capital para desarrollar su puerto.
La disolución de la biprovincialidad murciana durante la constitución de la Comunidad Autónoma hizo desaparecer la comprensión de una región económica que iba más allá de las nuevas fronteras generadas. La constitución uniprovincial convirtió a la élite capitalina en la decisora de las políticas regionales. Esta, incapaz de comprender las necesidades regionales, ha desarrollado una planificación absurda donde todas las infraestructuras han acabado orbitando alrededor del término municipal de Murcia. Situación que ha impedido el crecimiento conectado de la Región y ha ayudado al resentimiento latente de algunas zonas. Ejemplos hay muchos y variados, el traslado del aeropuerto, el diseño de la ZAL… Inversiones todas ellas que hipotecan las arcas públicas e impiden el desarrollo regional.
Una situación que no ha sido contrapesada por una élite empresarial que, llevada por eslóganes, es incapaz de pensar los problemas regionales desde sus organizaciones. Las declaraciones del presidente de la patronal acerca de que el AVE hubiera llegado en 2018, cuando la primera conexión con Orihuela fue 2021 demuestran que su cercanía al poder lo inhabilita para articular las demandas y necesidades del empresariado murciano. Él, como tanto otros, seguirá yendo a Albacete a coger el tren, pero sin pedir la conexión histórica.
Es difícil pedir sentido común en una Región donde queremos lo más grande que haya y no lo más útil. Donde nos hemos acostumbrado a las grandes portadas de productos vacíos de contenido, irrealizables o lo que es peor, directamente deficitarios, que han servido para alimentar el voto engañado de los murcianos. Frente a esta situación solo queda gestión, la capacidad de trascender de la foto para hacer ver que se pueden hacer otras cosas, que se pueden conseguir cosas para la región de Murcia, que se puede cambiar las dinámicas instauradas por el Partido Popular que nos han conducido a ser una Región dependiente de los lobbies del agro. El PSOE tiene una oportunidad: de momento, ha logrado hacer llegar el AVE soterrado, ha obtenido medias distancias y cercanías con Alicante, tiene los servicios de proximidad con Cartagena, si logra arrancar el estudio informativo de la línea por Albacete que conecta con Madrid, habrá conseguido diseñar el futuro de la Región, sin grandes portadas por falta de comunicación, pero poniéndonos en ruta para un futuro mejor. Si lo logran, eso sí sería para quitarse el sombrero.
0