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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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El Rex como síntoma, o la destrucción de una ciudad

Los dueños del Cine Rex quieren alquilar el espacio para otro uso / E. R.

J. L. Vidal Coy

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A estas alturas, el pretendido cierre del Cine Rex se antoja no ya algo que se veía venir, sino como el epítome de la gestión del urbanismo en la ciudad de Murcia desde hace, al menos, medio siglo. Hay que, simplemente, mirar alrededor, un poco hacia arriba también, cuando se pasea por el centro de la ciudad para darse cuenta de que faltan muchas cosas: la destrucción del patrimonio arquitectónico ––y, por tanto, cultural–– es casi total.

No voy ni pretendo descubrir la pólvora: urbanistas, y muy buenos, que tiene la iglesia han contado por activa, por pasiva y por mediopensionista esta historia. Pero conviene recordar que el punto decisivo, la carga explosiva iniciada por la espoleta que hizo saltar casi todo por los aires con efecto retardado, la podríamos datar en la destrucción de los baños árabes de la calle Madre de Dios y la subsiguiente apertura de la Gran Vía ahora de Salzillo, antes de José Antonio Primo de Rivera.

Se abrió una ciudad en canal en el eje bifurcado Puente Viejo-Plaza Redonda-Plaza Díez de Revenga. Por esa Y griega se desangró la ciudad: como fichas de dominó fueron cayendo uno tras otro edificios de esos que ahora la postmodernidad imperante llamaría `emblemáticos´, y que no eran ni más ni menos que sencillamente históricos.

La eficiencia gestora de las sucesivas corporaciones municipales de todo signo y color permitió su sustitución por pastiches de marmolillo, ladrillo visto, cristalerías sin cuento y desmanes similares. Dos ejemplos: ese que fue durante mucho tiempo llamado `edificio Mario Maggiora´, en el chaflán de la mismísima plaza de Belluga; y la recentísima zafia reconstrucción del conocido por `palacete Ponce´, junto al Malecón.

Hay muchísimos más. Basta pasearse sin orejeras por el trazado callejero del centro de la antigua ciudad que, curiosamente, se conserva con bastante similitud a como fue parido por musulmanes, judíos y también cristianos. Eso dicen algunos urbanistas, que me merecen toda credibilidad, y que también pueden detallar las barbaridades cometidas ad infinitum.

No es el caso hacerlo ahora. Solo, volviendo a por donde empecé, hay que insistir en que el desmán que se pretende con el Cine Rex es coherente con lo que se ha hecho en la ciudad de Murcia, no solo urbanística, sino también culturalmente durante los últimos decenios. Con especial aceleración y rayando el climax destructor durante los veinte años, veinte, que el alcalde catedrático Miguel Ángel Cámara de Umbra dirigió el Ayuntamiento.

Así que “lo del Rex” ––que, por cierto, ya se paró una vez hace pocos años–– es, además de sintomático, el retrato fiel de lo que han hecho con esta ciudad sucesivos consistorios, con especial dedicación y éxito por parte de los del Partido podrido que ha gobernado y sigue gobernando: fiel a sí misma, a su pasado y a su presente, la segunda corporación de Ballesta mantiene la misma línea que dejó marcada su judicializado predecesor.

Sería estúpido no hacer referencia a que lo perpetrado urbanística y culturalmente en esta `¡Qué hermosa!´ ciudad contó ––¿y cuenta?–– con la aquiescencia cuando no con el apoyo explícito y entusiasta de la mayoría de los ciudadanos. No hay que engañarse: se han sacado muchas, incontables y de variados tamaños tajadas del laissez faire, laissez passer típico de nuestros regidores y altos funcionarios. Gracias a los votos.

Vamos a ver si sigue habiendo una minoría medianamente consciente, pero suficientemente activa que consigue impedir, como pasó algunos años, el desmán. ¿O fue solo un espejismo y resultado de que la fruta aún no estaba madura para caer en el cesto de la tropelía urbanístico-cultural? Vale.

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