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Solidaridad con Palestina: bienvenida humanidad

Manifestantes participan en una manifestación por Gaza en el Coliseo, Roma. EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

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Hace dos años -un 7 de octubre de 2023- el mundo se sumergió en la barbarie. Primero, una matanza y secuestro de civiles ejecutada por Hamás y otros grupos de la resistencia palestina radicados en Gaza. Cegados por la ira de décadas de desposesión, los militantes islamistas reprodujeron la misma violencia grabada en sus cuerpos por la ocupación israelí, mostrando que su horizonte político es el puro nihilismo. Segundo, la invasión de la Franja de Gaza, desmedida y sin límites para la venganza, por parte del Estado de Israel. Su apabullante fuerza militar muy pronto incurrió en un plan sistemático de destrucción de todo tipo de infraestructuras civiles, viviendas y vecindarios, así como la ejecución sin contención alguna de familias palestinas, incluidas niños y niñas, mujeres y, en general, de población civil. Una matanza en la que no se distinguía entre el ciudadano y el militante armado. Muy pronto se vio claramente la puesta en marcha de una operación de limpieza étnica y genocidio movida por la venganza y el racismo antiárabe.

A cada imagen de las masacres israelíes, le seguía un silencio ensordecedor por parte de los gobiernos americano y europeos. El silencio de la complicidad con el genocidio. Hemos visto cada una de las conquistas civilizatorias humanas pisoteadas en Gaza por parte del ejército de Israel. Hemos visto al gobierno fascista de Netanyahu dinamitar la memoria del Holocausto (aquella que afirmó “no olvidar para no repetir jamás”) y deslegitimar toda la institucionalidad con la que el mundo intentó protegerse de la barbarie tras la Segunda Guerra Mundial (derecho internacional, ONU, Corte Penal Internacional, etc...).

En el fondo de la complicidad occidental con el genocidio ha habido mucho de indisimulada islamofobia. Por ejemplo, durante la pasada campaña electoral, Fernando López Miras, presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, disertó respecto al conflicto de Gaza que un político debe distinguir entre personas “adecuadas” e “inadecuadas”. A continuación, López Miras achacaba al Gobierno español de preocuparse por las personas “inadecuadas”, esto es, los palestinos, dado que a su juicio son “talibanes” los millones de personas que viven en Gaza. Esta consideración de un palestino como un infrahumano ha sido fundamental para la legitimación del genocidio.

El genocidio palestino abrió un proceso de descivilización de la humanidad. El filósofo italiano Franco Bifo Berardi ha escrito un libro sobra Gaza, en el cual habla de la extinción del sentido de humanidad. Las actuales protestas en solidaridad con Palestina evidencian justo lo contrario: el regreso de la esperanza, el regreso del sentido civilizatorio de la noción de humanidad.

Hay que decirlo sin ambigüedad: el regreso de la civilización ha sido posible por la protesta de miles y miles de personas en todo el mundo. La mayor parte de los gobiernos europeos y de EEUU están literalmente asustados con la potencia política que este movimiento de solidaridad conlleva.

El plan de paz presentado por Donald Trump solamente se entiende desde esta perspectiva, como un intento desesperado de parar la protesta pro-palestina global. El apoyo cerrado de los países europeos y árabes a este plan demuestra también el temor a verse desbordados por la protesta. Netanyahu, que es un mentiroso patológico, sabe perfectamente que el plan de Trump es una humillación a los palestinos y no condiciona en nada a la política israelí, y además se lo saltará en cuanto le convenga. A lo único que parece temerle es a la protesta.

Efectivamente, el plan de Trump ha ido dirigido a salvarle la cara a Israel, justo en el momento en el que arreciaba la protesta y (algunos) países europeos se veían obligados (por la protesta) a “reconocer el Estado de palestina” (signifique lo que signifique eso en el actual estado de las cosas). El apoyo de los países árabes expresa el mismo temor. Si la protesta se extiende en Europa, las masas populares de los países árabes van a volver a bullir. Y lo que menos quieren los regímenes autoritarios árabes es que sus poblaciones de nuevo salgan a la calle con hambre de democracia. Israel no se puede permitir una democratización de Egipto, o de cualquier otro país árabe, pues sabe perfectamente que las masas ciudadanas árabes son propalestinas, por lo que requiere de los actuales regímenes políticos para que esas poblaciones sean contenidas. Ni los países árabes ni Israel quisieran una segunda parte de las revoluciones árabes con Palestina de referente.

En EEUU, el trabajo político para desactivar la protesta en apoyo en Palestina, que recorrió los campus universitarios, ha sido tremendo. Me contaba hace poco un amigo profesor en la Universidad del Estado de New York cómo Trump y el Mosad han conseguido desactivar la protesta en los campus persiguiendo a cada uno de los implicados para frustrar sus vidas (detenciones, deportaciones, envío del Mosad de listas de estudiantes a las empresas para que los activistas no sean contratados). La protesta en EEUU quedó desactivada por la vía de la represión. Pero queda el resto del mundo. Los gobiernos latinoamericanos progresistas no han dejado de apoyar a Palestina desde el inicio del genocidio. Y los pueblos europeos empiezan a tomar las calles.

Palestina es un volcán con una potencia política a la que se le tiene pánico desde las élites. Y se están abriendo brechas impensables hace un año. Las protestas ante la vuelta ciclista de España y en apoyo a la flotilla han abierto huracanes. Huelga generalizada en los institutos de enseñanza secundaria, lo cual abre un proceso de aprendizaje político muy interesante (en abierto contraste con el dato dado por una encuesta de que un 50,7% de los nuevos votantes van al partido pro-genocidio de Vox). También en muchos pueblos y ciudades de la Región de Murcia se ha dejado notar la solidaridad con Palestina. No es descartable que veamos huelgas generales propalestinas. En Italia ya se ha convocado. De nuevo Sol se llena de manifestantes como en el 15M. ¿Estamos ante un nuevo ciclo de protesta global? ¿Y volveremos al punto de partida del ciclo de protestas anterior: las revoluciones árabes?

Palestina es el mundo. La protesta global contra el genocidio palestino es una llamada al mundo, justo en el momento en el que el estado de guerra se impone como horizonte predilecto de los psicópatas que nos gobiernan.

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