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Entrevista

Gloria Alarcón, diputada socialista: “No hacer cosas por ser mujer lo he vivido tanto en la política como en la universidad”

La diputada socialista en la Asamblea Regional Gloria Alarcón

Elisa Reche

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Gloria Alarcón (Murcia, 1963) ha enseñado la asignatura Sistema Fiscal Español a todos los economistas que han pasado por la Universidad de Murcia (UMU). En 1986 terminaba la carrera de Derecho y pasó del pupitre al estrado vestida con un jersey con imperdibles y sandalias cangrejeras. “Los profesores consagrados lo veían mal, pero siempre me ha parecido muy importante romper los estereotipos”, apunta la diputada socialista.

Es una mujer cosmopolita: habla cinco idiomas, hizo la tesis en Alemania e imparte asignaturas en distintas universidades europeas. Alarcón ha luchado por el feminismo en muchos ámbitos: desde su investigación académica, pasando por el activismo en la calle y actualmente en la política como vicepresidenta segunda de la Asamblea Regional.

El Grupo Socialista acaba de presentar en la Asamblea Regional una proposición de ley que usted ha coordinado para la erradicación de las violencias machistas: consta de 96 artículos frente a la vigente de 2007 que tiene 14.

Esta norma se va a mejorar en el trámite parlamentario que para eso está. Todo es criticable, ese es el proceso natural de las cosas, aunque a mí lo que no me gusta es que la negociación sirva para descafeinar y que tan solo sea postureo. Espero que se apruebe; la vicepresidenta Isabel Franco, por ejemplo, sabía que la íbamos a presentar. Creo, además, que la consejera lo está haciendo bien en el terreno de la igualdad. Le reconozco un cambio de hacer en la Consejería, un avance y una pluralidad. Éste es un tema que me preocupa tanto que, de alguna manera, desde el Grupo Socialista le hemos regalado a la Consejería esta ley.

¿Hay posibilidad de abordar todos los ámbitos a los que afectan las violencias machistas?

En las violencias machistas no hay un perfil de agresor, ni de víctima ni de violencia: es totalmente transversal. El consenso de la búsqueda de las causas es que la educación es crucial: es tanto el punto de partida y de llegada. Si la sociedad está educada en la igualdad y conforme vaya penetrando en el acervo cultural la antropología nos dirá cómo las personas ven a sus congéneres. Eso es muy claro, por eso el apartado más extenso está dedicado a la prevención. Pero no es lo único que hay que atender y eso es novedoso en la ley ya que mi ámbito de investigación en Estudios de Género son las Infraestructuras.

De hecho, son muy llamativos los artículos referentes a la ordenación urbana.

Desde 2008 llevo investigando las infraestructuras con perspectiva de género. De hecho, en el Máster de Género de la UMU imparto la asignatura Políticas Públicas con Perspectiva de Género y soy muy pionera en esta línea. A la educación hay que acompañarla de infraestructuras, que son estructurales, y se llevan un altísimo porcentaje del dinero público. Si atendemos a las infraestructuras pensando en los roles del cuidado estaremos pensando equilibradamente en mujeres y hombres.

Y si saltamos a las violencias machistas las infraestructuras también tiene mucha importancia. Cuando las feministas terminamos diciendo que nos queremos 'vivas, libres y seguras' en esas tres palabras el urbanismo es fundamental. Para que no me maten es importante vivir en un edificio con patios interiores que permitan escuchar lo que pasa de una casa a otra; libres: si me quiero mover, pero no tengo coche cómo voy a ser libre sin servicios públicos y, por último, segura: si no están las calles iluminadas, no están localizados los puntos negros y los parques tienen setos altos tampoco voy a estarlo. Esto no lo contempla ninguna ley de violencias machistas que haya visto.

Hay una preocupación en la proposición de ley por las mujeres rurales.

Si viéramos la desatención que sufren las mujeres en general, las mujeres rurales se encontrarían en el punto siguiente, también por su volumen de población. Parece que todas somos urbanas y tenemos un coche y un autobús en la puerta, internet pasando por nuestras casas, un ambulatorio al lado y no.

Cómo se tiene que complicar la vida una mujer que vive en las Tierras Altas de Lorca, por ejemplo, para trabajar en un parque industrial de Lorca, adonde no llega ningún transporte público. Esa mujer es posible que no puede trabajar, de modo que puede ser objeto de violencia económica. Están en unos grados de aislamiento enormes y eso las hace muy vulnerables: tanto a jóvenes como a mayores. El aislamiento es el caldo natural para la posesión y la cosificación de la mujer.

¿Y qué me dice de la violencia obstétrica?

El Servicio Murciano de Salud se ha jactado de que tiene dos paritorios para parir sentada, pero sin embargo parece que las mujeres que lo han pedido ni siquiera lo han podido utilizar. Ahora hay más mujeres ginecólogas, pero si te vas a las Facultades de Medicina los profesores de Ginecología son hombres. Nosotras somos matronas, pero los ginecólogos son ellos. Es muy machista porque es el modo en el que los hombres se hacen con el control de la vida: es como apoderarse de la criatura y quitarnos el momento más importante. Esto es muy del cuento de la criada.

Detrás de las violencias machistas subyace al concepto de que tú eres mía. Entienden que una mujer no es una persona, sino una cosa. Consideran que la mujer no es alguien, sino algo que me pertenece y de ahí también viene la hipersexualización.

¿Es la hipersexualización de la mujer una decisión libre?

Para mí el dilema es cómo se condicionan las voluntades. La forma en la que resuelvo este tema es que no será el hipersexualización el día que ellos hagan lo mismo, que lo están empezando a hacer. En el momento en que ellos se cosifiquen habrá homogenedidad porque para mí el problema es que solo lo hagamos nosotras. Cuando las cosas se equilibran a lo mejor los extremos desaparecen. Cuando vives en carne propia lo que viven los otros, tu perspectiva cambia. Eso nos hará avanzar.

¿Ha vivido en el mundo de la docencia y la política micro y macromachismos?

Totalmente. Todos los días: no hacer cosas por ser mujer lo he vivido tanto en la política como en la universidad. En la Universidad he sido objeto de acoso laboral por razón de sexo y también he sufrido acoso sexual: un catedrático me quiso meter mano cuando era alumna y, de nuevo, cuando era profesora. Cuando era estudiante dejé de ir al aula y al departamento en el que estaba y cuando fui profesora le paré los pies. Luego fue a por mí todo lo que pudo.

Uno de los micromachismos que vivo a menudo es que cuando protesto porque no se tiene en cuenta a las mujeres hay compañeros que me dicen: ¡Aquí está otra vez la feminista! A ellos les cuesta menos relacionarse entre sí y van a lo fácil. En ese sentido, creo que Pedro Sánchez ha hecho un trabajo muy grande: ha asimilado el feminismo como justicia y como bandera.

¿Considera violencia machista la paliza que recibió una joven trans en Barcelona la semana pasada?

Claro que eso sería violencia de género porque le agreden por ser mujer. Para mí una mujer que ha nacido en un cuerpo de hombre es una mujer; hace un ejercicio de voluntad de ser mujer. Concibo que una mujer pueda tener un pene, pero la imagen exterior, en cambio, sí que te sitúa en un espacio o en otro. No hace falta haberse operado ni hormonado. Otra cosa son los transgénero: cuando no te ves como hombre ni como mujer y puedes transitar entre los géneros. Personalmente, no soy amiga de las indefiniciones.

En la proposición de ley se habla de la prevención de la trata y de la prostitución. Hay mucho debate en el feminismo respecto a la prostitución: si se trata de un trabajo elegido libremente o, en cambio, las prostitutas son objeto de la violencia machista de la sociedad patriarcal. ¿Usted considera que las prostitutas son víctimas de la violencia machista?

Totalmente. Hay unos pocos casos en los que las mujeres son prostitutas porque quieren, pero para mí eso es muy irrelevante. Hablar de esas mujeres en relación con el conjunto sería lo mismo que darle cabida a las denuncias falsas con respecto al total de denuncias. Cuando follas estás totalmente desprotegida, te pones en mano de la persona que está teniendo sexo contigo. Es el máximo grado de vulnerabilidad, nadie está más vulnerable que cuando estás desnuda y aislada. ¿Para las pocas que pueden elegir libremente damos la parte por el todo?

La diferencia de posturas ha generado mucha división dentro del feminismo.

No es dramático. Una vez que las posturas se han fijado y tenemos planteamientos distintos, pues vamos a continuar con el resto de temas. Está pendiente la ley de trata y una vez que ese tema se dibuje, será uno más, como cuando hubo un escisión entre el feminismo de la igualdad y de la diferencia.

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