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Vicente Tiburcio (pintor y escritor): “No me gusta la política por cuánto corrompe; me parece un juego maquiavélico”

Vicente Tiburcio: "Lo ideal es crear en soledad"

José Lara

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Vicente Tiburcio (Cartagena 1961). Licenciado en Bellas Artes. Profesor de Dibujo desde hace más de 30 años. Diseñador gráfico e ilustrador con intensa producción en los años 80 y 90, sobre todo en Murcia y Valencia. Dibujante de cómics (El Víbora, Madriz y otras revistas nacionales), de la nueva escuela valenciana. Pintor y coordinador de eventos culturales (Murcia Joven Cómic y otros). Prolífico escritor de 17 poemarios (más de 5000 poemas), ensayos, relatos, novelas, todo inédito.

Hasta la fecha ha publicado la obra en prosa poética 'Cantos Náuticos', cuyo prólogo está escrito por Víctor Truviano, figura destacada en el mundo de la espiritualidad y la inedia. Este último encargó posteriormente a Vicente la redacción de la única obra autorizada acerca de su experiencia espiritual, que se materializó en el libro 'El Estado Babaji', que ya ha sido publicada en Croacia y España, y verá pronto la luz en países como Lituania, Italia y otros.

¿Quién es Vicente Tiburcio?

La respuesta siempre dependerá del momento en el que me pilles. Hay muchos 'Vicentes Tiburcios': el profesor, el pintor, el escritor, el profesor de yoga… Pero esto no son más que caras y caras de un mismo poliedro, que se pueden ir deshojando hasta llegar a mí.

¿Qué queda del Vicente Tiburcio de los años 80?  

Yo diría que el entusiasmo. La gente me dice que soy un vitalista. El paso del tiempo te da cierta sabiduría, pero creo que la inocencia, el entusiasmo, las ganas de aquellos entonces todavía están ahí.

¿Cómo lo haces? Eso de ser tantas cosas, ¿no te has planteado prescindir de alguna de tantas tareas?

Mi rutina es: clases en el instituto, clases de yoga, clases de pintura, practicar yoga y meditar, que es el centro de mi vida. Lo otro es el pluriempleo.

No sé cómo sonará, pero si tuviera que prescindir de alguna de ellas, tal y como están los tiempos, sería de la enseñanza. Sobre todo porque estoy a punto de jubilarme y lo veo de otra manera. Si no cambian los vientos, son dos o tres años los que me quedarían para ello. Reconozco que me quita una energía innecesaria. A pesar de que me encanta expresar, comunicar a través de la escritura, de la pintura… hay un problema en el receptor: no tienes interlocutores. Tú te encuentras en una clase con unos críos que lo último que les apetece, lógicamente, es estar ahí contigo. Y uno tiene que estar enseñando de todos modos, a pesar de ello.

¿Cuál consideras que es el estado óptimo para que un artista cree?

Lo ideal es crear en soledad.  Yo me paso la semana rodeado de gente y siento la necesidad de encontrarme solo conmigo mismo, disponer de esa soledad de la buena: pintar en tu estudio, escribir… todo ese tipo de cosas que hoy por hoy tengo que ir haciendo en horas sueltas.

¿Crees que el arte es estacional? ¿Eres más prolífero en ciertas épocas del año que en otras?

Bueno, más que de la época del año… yo voy por rachas, como se suele decir. Hubo un tiempo en el que, por ejemplo, me alejé un poco de la pintura, pero a raíz de un encargo de un retrato me volvió a entrar el gusanillo. Siempre hay ecos de aquello que le gusta hacer a uno, y cada cierto tiempo estos ecos se despiertan y te vuelven a envolver en esa inercia que lo mismo te lleva a pintar, que a escribir novela, ensayo… Va por rachas, como te decía, nunca por desgana o por encontrarme en el dique seco, que también puede ocurrir. Ahora por ejemplo, no estoy escribiendo. Cuando en un momento dado vuelva a poner la intención y la energía en ello, pues me engancharé con eso. Y así con todo.

¿Cómo establece un artista los precios de sus obras?

Depende un poco del medio que utilicemos para su exposición y venta. Ten en cuenta que llegas a un centro de artesanía:  21% de IVA por supuesto, a lo que se suma la comisión (si la hubiera por parte del centro), el coste de los materiales, tu tiempo… En otro aspecto o ámbito, no es lo mismo que alguien venga al estudio y quiera llevarse uno de mis cuadros, que quien lo quiere comprar cuando está expuesto en una galería. La galería puede haberte costado el alquiler de la misma, la minuta del galerista, lo que inviertes en publicidad… En fin, es más complejo de lo que podemos pensar.

¿Cómo se hace eso de escribir, qué estructuras sigues?

En mi caso, te lo digo con el corazón, es algo totalmente espontáneo. A excepción de una salvedad, una trilogía con la que llevo años empeñado y donde juego con los primeros tiempos de la humanidad, contraponiéndolos a la actualidad. Ahí no he tenido más remedio que llevar a cabo un proceso de documentación importante. Pero normalmente todo es espontáneo. Me siento, desarrollo una idea sobre un tema y la plasmo. Además, te digo más: hay un momento justo antes de dormir, el famoso duermevela, que en el mundo del yoga se llama 'estado de Nidra', donde uno no está ni aquí ni allá, y donde no existe el filtro de las preocupaciones, de los pensamientos maraña cotidianos… Ahí hay una serie de ideas que es lo que yo llamo inspiración.

¿Qué importancia tiene la meditación para el desarrollo de tus obras?

No se trata de que yo me tenga que sentar a meditar para crear. Pero sí es cierto que para mí todo artista es un místico. La meditación simplemente consiste en suspender todo pensamiento tóxico, superficial y sanar así los sentidos.

¿Cómo empezó el proceso de creación de 'Cantos Náuticos'?

La faceta de escritor surgió no hace mucho, creo recordar que poco antes de 2012. Una alumna de yoga, que estaba muy metida con el tema de las tecnologías y demás, me pidió que le escribiera algo para su blog. Y ahí empezaron a surgir los primeros cantos que, a posteriori, amplié y recopilé hasta conformar el libro. ¿Esto quiere decir que el libro no habría sido escrito si esta mujer no me hubiera dicho nada? Pues no, seguramente no. Todo forma parte de una cadena.  Nunca se sabe.

Y en pintura, ¿quiénes son tus referentes?

Yo siempre tiendo a irme con lo más maldito de cada lugar. Los escritores más raros y los pintores más pintorescos por ser diferentes, siempre me han atraído. Pero por decirte, me gusta desde el propio Picasso hasta Paul Cézanne, que los tengo como grandes. El deshacer las formas de Renoir o las descomposiciones de Monet. Soy muy de fovismo, de impresionismo y de lo abstracto. También me gustan algunos pintores americanos como Willem de Kooning.

De los más actuales podemos destacar a Miquel Barceló, que me encanta, y Javier Mariscal.

Volviendo a aquello que principalmente te ocupa, ¿dónde dirías tú que se encuentra el fracaso escolar de nuestros días?

Bueno, mi problema es que vivo en desacuerdo con la sociedad en la que me encuentro y el sistema de enseñanza es más de lo mismo, en concreto un producto más de todo esto. Los niños con los que trabajamos los docentes no tienen un mínimo de vocación, cosa que entiendo que no la tengan. Pero es que, para colmo, tampoco tienen un mínimo de saber estar. Son víctimas de la tensión y la violencia en la que vivimos permanentemente en esta sociedad.

¿Cómo ve Vicente Tiburcio la política de nuestros días?

Pues al igual que decía aquel, eso de que 'Francia estaba muy bien si no fuera por los franceses'… La política está muy bien si no fuera por los políticos. Me pregunto si hay algún político de vocación y, si lo hubiera, pasa como en la enseñanza: puedes tener todas las vocaciones del mundo, pero al final el sistema es el sistema. No hay más que ver el ejemplo de los nuevos partidos surgidos últimamente, con mucho aire fresco y lo que quieras, pero al final son uno más. Creo que faltan auditorías constantes, revisiones continuas y transparencia extrema. No me gusta la política por cuánto corrompe; me parece un juego maquiavélico.

¿Echas en falta un fomento real de la cultura o eres de esos artistas a quienes les basta con crear para ellos?

Lo que un artista busca es dar a conocer su trabajo, difundirlo, que llegue. Pero también tenemos que vivir de algo, por lo que la remuneración también es un fin, evidentemente. Con la pintura te pones a sacar cuentas y te dejas miles de euros en material sin que te des cuenta. Por lo que, entre otras cosas, también se busca compensación en todo lo que has invertido, incluido tu tiempo.

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