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La derecha foralista Navarra, amenazada por ETA y con dos asesinados, planta las conmemoraciones del final de ETA

El portavoz de Navarra Suma y presidente de UPN, Javier Esparza

Sol Gragera

20 de octubre de 2021 21:31 h

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Con Yolanda Barcina como presidenta, la Unión del Pueblo Navarro (UPN) gobernaba en Navarra el 20 de octubre de 2011, día en el que la banda terrorista ETA anunció el cese definitivo de una actividad armada que dejó 40 muertos en la comunidad foral. De estos, tres eran políticos, dos del propio partido regionalista. UPN ha sido precisamente uno de los grandes ausentes en el acto organizado por el Ejecutivo foral este miércoles, con motivo del décimo aniversario del cese de la lucha armada. El partido foralista, que también sufrió la amenaza y el terror, insiste en que este 20 de octubre “no hay nada que celebrar”. A la ofrenda foral convocada por el Gobierno de Navarra, una coalición del PSN con Geroa Bai y Podemos, tampoco se han presentado PP y Ciudadanos, socios de UPN en la coalición de Navarra Suma, como tampoco lo ha hecho Anvite, la Asociación Navarra de Víctimas del Terrorismo de ETA.

El motivo de esta ausencia radica en que, en su opinión, la declaración aprobada por el Ejecutivo foral no condena el terrorismo para “no incomodar a Bildu” y persigue como objetivo “seguir blanqueando a quien es un socio preferente y necesario para que el PSN se mantenga en el poder”. Al acto realizado en el monumento a las víctimas en la plaza de Baluarte sí han acudido, por contra, miembros de los tres partidos que conforman el Gobierno foral. En el caso de EH Bildu, ha estado el parlamentario Maiorga Ramírez, miembro de Eusko Alkartasuna (EA), el partido socialdemócrata integrado en la coalición abertzale. Es también el líder del sector crítico y una de las voces que ha denunciado precisamente algunos 'debes' de Sortu en relación a la memoria y las víctimas.

El primer político amenazado de muerte en Navarra fue Jaime Ignacio del Burgo, primer presidente de la denominada entonces Diputación Foral de Navarra por la Unión de Centro Democrático -UCD-. Asegura que la amenazas comenzó a recibirlas antes de la Transición. De hecho, el primer atentado mortal de ETA en Navarra tuvo lugar el 26 de noviembre de 1977. El comandante de Infantería Joaquín Imaz fue asesinado a tiros en la plaza de toros de Pamplona. Según recuerda Jaime Ignacio del Burgo, este estallido del terror en la comunidad foral era la “opinión” de ETA en medio de la negociación del denominado ‘contencioso Navarra-Euskadi’.

Más tarde, la disposición transitoria cuarta de la Constitución de 1978 vendría a contemplar el procedimiento de incorporación del territorio en el País Vasco, permitiendo en la práctica a Navarra seguir su propia vía. En la defensa de esta autonomía tuvo un papel fundamental la UCD, con del Burgo como su líder principal en la comunidad foral. Después pasó a militar en el Partido Popular, que se fundió en coalición con UPN entre 1989 y 2008. “Yo he estado en el punto de mira. Afortunadamente he tenido la gran suerte y fortuna de salir ileso. Pero he tenido mínimo tres intentos de atentado por mantener que Navarra debía ser una comunidad propia, con su sistema histórico que había que democratizar y actualizar. No queríamos incorporarnos a Euskadi porque significaba la pérdida de nuestra personalidad y porque no queríamos contribuir a la destrucción de España”, recuerda para elDiario.es. Desde entonces, apunta, “ETA trató de doblegar la voluntad del pueblo navarro, pero no lo consiguió”. Tampoco lo logró después de asesinar a tres cargos públicos en tres ayuntamientos navarros.

Tres políticos asesinados, dos de ellos de UPN

El primer político al que la banda terrorista arrebató la vida en la comunidad foral fue Jesús Uláyar, exalcalde de Etxarri Aranatz -localidad de 2.500 habitantes-. Fue asesinado a tiros cuando llegaba a su casa el 27 de enero de 1979, en presencia de su hijo de 13 años. El Ayuntamiento -gobernado por la izquierda abertzale- puso dos contenedores en el lugar donde cayó y nombró hijo predilecto al terrorista. Ante la complicidad del pueblo y un entorno hostil, la familia terminó por mudarse de lugar. Más tarde, ETA hizo lo mismo con Tomás Caballero, concejal en el Ayuntamiento de Pamplona por UPN, a quien mató el 6 de mayo de 1998 cuando salía de casa para dirigirse a su despacho municipal. Estaba casado y tenía cinco hijos. Dos de ellos han seguido sus pasos en política: Javier Caballero, quien fue consejero en el Gobierno foral por UPN; y María Caballero, hoy edil de la formación regionalista que gobierna en el consistorio pamplonés. Este asesinato, a manos del etarra Patxi Ruiz, junto a otros como el de Miguel Ángel Blanco, supuso un punto de inflexión y un fuerte duelo y condena en la sociedad navarra.

Entre las consecuencias, estuvo la fuerte crítica y condena a ETA por parte de la militancia de Herri Batasuna, que en ocasiones derivó en una ruptura con esta formación. Entre ellos, se encuentran los exconcejales de HB José Antonio López Cristóbal, Miguel Ángel Muez o Patxi Zabaleta. Este último fue quien terminó impulsando Aralar, partido que desestimaba la lucha armada para lograr la independencia. Aralar se integró en Navarra en una coalición con PNV y EA llamada Nafarroa Bai, pero ahora ha acabado disuelto desde 2017 dentro de EH Bildu. Tras el atentado, también el exalcalde de Pamplona, Joseba Asiron -EH Bildu-, firmó un manifiesto de condena de la violencia en el que se exigía a la organización terrorista que dejara de matar. En el comunicado de denuncia contra el asesinato de Caballero plasmaron su firma 134 personalidades de la cultura vasca. Entre los nombres se encontraban músicos, escritores, profesores y periodistas que expresaban su “condolencia a la familia de Tomás Caballero y a sus amistades, así como a sus compañeros de UPN y al Ayuntamiento de Pamplona”. “Lo único que nos une es la condena del asesinato ocurrido en nuestra ciudad. Él constituye el objeto del texto, su contenido, su origen y su final”, rezaba el texto.

El otro nombre corresponde a José Javier Múgica, edil de UPN en Leitza -municipio de apenas 2.900 habitantes-, a quien le explotó una bomba lapa en su furgoneta de trabajo el 14 de julio de 2001. Aficionado a la fotografía y también conductor de autobús, fue asesinado dos años después de presentarse como cabeza de lista de la formación foralista en las elecciones municipales de 1999. “El problema más grave es la falta de libertad, el miedo a expresarse libremente”, defendía. Desde el partido han denunciado cómo en el último homenaje, realizado el pasado mes de julio con motivo del 20 aniversario de su asesinato, no faltaron las pintadas a favor de ETA en la localidad. Estas acciones, los homenajes y los ‘ongi etorris’ a presos de ETA reivindicados por la izquierda abertzale, llevan a UPN a considerar que la legitimización de la violencia y el odio no acabaron con el cese definitivo de la violencia. Además, insisten en exigir a EH Bildu y a miembros de la banda que pidan perdón, que condenen el terrorismo y colaboren con la Justicia para esclarecer los 379 crimines sin resolver.

El Partido Socialista, que también padeció el terror, no tiene que lamentar pérdidas entre sus filas en Navarra como sí lo hace en Euskadi. Señalando esa lista de asesinados por ETA, del Burgo considera “una indignidad” y una “gran traición” por parte del PSOE su pacto con la izquierda abertzale para sacar adelante los Presupuestos en Navarra y en el Gobierno de España. “Los terroristas perdieron la posibilidad de seguir adelante gracias al acoso policial, a pesar de los muchos intentos que hubo de llegar a acuerdos con ellos por parte del señor Zapatero”, apunta. A este critica, además, su presencia “celebrando” en el País Vasco el fin de ETA. “Es propio de personas que no respetan la dignidad de los asesinados ni quieren tener en cuenta dos décadas de terrorismo y opresión de ETA”, sentencia.

Consideran “absurdo e incomprensible celebrar que ETA dejó de matar”

El décimo aniversario del fin de la banda terrorista ha estado marcado por las declaraciones de Arnalgo Otegi, en las que expresaba el “pesar y dolor” a las víctimas en nombre de EH Bildu y de Sortu, su principal componente. Del Burgo califica de “lágrimas de cocodrilo” las que “derrama” el líder de la izquierda abertzale, mientras que UPN ha tildado la denominada ‘Declaración del Dieciocho de Octubre’ de “elogio a ETA, farsa y burla a las víctimas del terrorismo”. El partido regionalista ha denunciado en este sentido, una vez más, que EH Bildu ni haya condenado la violencia ni haya pedido perdón. “Que traslade su dolor y pesar suena a farsa si no va acompañado de hechos. Y no ha mostrado ningún compromiso de colaboración con la Justicia para el esclarecimiento de los más de 300 asesinatos que todavía están sin resolver”, defiende la Ejecutiva del partido foralista.

Jaime Ignacio del Burgo también ha declinado asistir a la ofrenda floral a la que fue invitado por el Gobierno de María Chivite. “Yo he sido invitado como expresidente de Navarra a este acto y ya le trasladé a la presidenta que no iba asistir y las razones por las que no pensaba acudir”, reconoce. En esa misma línea se pronuncia la formación foralista integrada en Navarra Suma. “Es absurdo e incomprensible celebrar que ETA dejó de matar de la mano de quienes jalearon sus atrocidades”, han manifestado. De este modo, han rechazado las palabras pronunciadas por la presidenta navarra María Chivite, por no contener en su opinión una condena al terrorismo. Esto se debe, apuntan, a una estrategia para “no incomodar a Bildu”, partido que ha posibilitado la aprobación de los Presupuestos en 2020 y 2021. “Nos referimos a la condena a ETA, la petición a Bildu y quienes encarnan lo que ha sido ETA de colaborar para el esclarecimiento de los atentados, así como la exigencia al entorno radical abertzale para acabar con los homenajes a los presos asesinos”, han defendido.

Para del Burgo, lo que hizo ETA el 20 de octubre de 2011 fue “enmascarar su derrota con una disolución voluntaria”. El expresidente de Navarra asegura que entonces sintió rabia, “porque durante 50 años hubiera estado asesinando a los mismos que ahora”. En este sentido, califica de “farsa” la disolución formal de la banda terrorista en 2018 con la entrega de las armas en Baiona. “A partir de ese momento se iniciaba el camino de la política y ya hemos visto en qué desemboca el final. En que son las llaves para que el señor Sánchez pueda aprobar los presupuestos”, concluye.

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