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Entrevista

José Luis García, educador sexual: “Prohibir el porno es un error. Lo que tenemos que hacer es capacitar a los adolescentes para que sean críticos”

José Luis García, psicólogo clínico especializado en sexualidad y escritor de 'Tus hijos ven porno'

Patricia Gea

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El pasado mes de septiembre, un informe sobre pornografía y adolescencia elaborado por Save the Children arrojaba sobre la mesa los siguientes datos: la mayoría de los adolescentes ven por primera vez pornografía a los 12 años, un 68% lo hace de forma frecuente, y el 98% del contenido que consumen lo encuentran en Internet de forma gratuita. Dentro de esto, hay diferencias entre géneros: casi el 88% de los chicos afirman haber visto porno, frente a un 39% de las chicas.

¿Es malo que los menores vean porno? ¿Por qué? ¿Deberían los padres evitarlo? ¿Es posible? El nuevo libro escrito por José Luis García, doctor en psicología clínica y experto en Sexología y Educación Sexual, contiene las respuestas a estas y otras muchas preguntas acerca de la influencia del porno en los adolescentes. Como un manual de herramientas, 'Tus hijos ven porno, ¿qué vas a hacer?', es el primero de una colección de libros que recogen un amplio análisis de las estrategias que sigue la industria del porno, las consecuencias que tiene su consumo en los menores (aunque también como adultos), y qué papel deben jugar las familias y los educadores para “contrarrestar” los modelos de sexualidad violentos que les llegan. “No podemos dejar que los niños se eduquen solo con la pornografía”. 

¿Es inevitable que los adolescentes se vean seducidos por el porno y lo consuman?  

Los seres humanos a lo largo de la evolución hemos buscado estímulos sexuales. Para entender por qué nos seduce hay que tener en cuenta que hay una base biológica sexual poderosa, y por otra parte un enorme desconocimiento. En la adolescencia además surge el deseo, y hay una necesidad de conocer, de explorar, de saber. Buscan porno porque no tienen otros recursos y es un producto muy accesible. Es lo que llamamos un 'super-estímulo': tenemos millones de estímulos a un solo click. Esto es un hecho evolutivo histórico, ninguna otra generación ha tenido esa oportunidad y hasta ahora no eran tantos los riesgos asociados a la pornografía.

¿Cuáles son esos riesgos?

La normalización de la violencia y la adicción. En la gran mayoría del porno que se encuentra en Internet hay violencia contra las mujeres, auténticas barbaridades. Los niños y las niñas crecen pensando que es normal que un hombre se excite maltratando a una mujer, de hecho, hace poco ha salido un informe de Save The Children que alerta de que la mayoría de los jóvenes ven esas imágenes de maltrato como algo normal y les gustaría llevarlo a la práctica. Por lo tanto, lo primero es que estamos mandando el mensaje de que el sexo es violento, normalizándolo.

Y aquí es donde viene otro riesgo. Si mientras veo eso, me excito, estoy generando dopamina y reforzando ese comportamiento, porque le estoy diciendo al cerebro que es algo bueno y normal. El problema es que no lo es, pero uno de los rasgos de la adicción es que cada vez tienes necesidad de consumir porno durante más tiempo y películas más agresivas. Vas buscando cosas más especiales.

El porno es una droga muy poderosa, precisamente porque ataca a un soporte biológico. El patrón de conducta que desarrolla un adicto al porno es el mismo que el de un consumidor de alcohol, tabaco u otras drogas: se habitúan a ello y se produce una alteración cerebral que tiene consecuencias importantes en el individuo. Muchos consumidores asiduos, por ejemplo, a la larga tienen dificultad de erección. 

¿Es la edad un factor de riesgo añadido? Es decir, ¿es más fácil que se hagan adictos o que interioricen los comportamientos violentos si empiezan muy pronto a consumir porno?

La edad es un factor determinante, a menor edad, más riesgo, porque su cerebro se está desarrollando y ellos están construyendo el sentido de las cosas, también de la sexualidad, del afecto, y tener permanentemente ese modelo como algo que excita o da placer, tiene sus consecuencias. Hay gente que dice: “el porno es ficción”. Ya, pero no es lo habitual excitarse con cualquier película, no cualquiera activa la producción de esa dopamina que percibe nuestro cerebro. Insisto en que la conducta adictiva al porno es similar a la del tabaco, el alcohol o cualquier otra droga y cuanto más precoz, peor. Finalmente entran en juego los rasgos de personalidad del individuo y su tendencia a desarrollar adicciones.

¿Influye también la frecuencia con la que se consume?

Sí. Y el problema es que con las nuevas tecnologías se puede consumir a cualquier hora, cualquier día y casi en cualquier sitio. El alcohol y el tabaco, por lo menos, cuestan dinero y eso puede ser un dique de contención. La gran revolución de la industria del porno ha sido darlo gratis.

¿Qué hay del porno en las redes sociales? ¿Está más presente de lo que creemos? ¿Qué opina del fenómeno Only Fans?

En Twitter hay porno, directamente, y en Instagram y Facebook si quieres, de forma indirecta también lo puedes encontrar. Sin embargo, luego censuran una foto en la que se ve un pezón, no es muy comprensible. Por otro lado, Only Fans es una plataforma en la que subes fotos o vídeos, en muchas ocasiones de carácter sexual, e interactúas con clientes que te pagan previamente desde cualquier lugar del mundo. Yo lo veo como una forma de prostitución encubierta. He leído un informe realizado en Colombia que dice que en torno a 30.000 chicas jóvenes allí se dedican a esto. La mayoría de zonas deprimidas o con sueldos precarios. Las captan ofreciéndoles libertad y hablándoles de empoderamiento, pero están vendiendo su cuerpo a cualquier cliente del mundo, y la plataforma recibe su parte de dinero en todo eso.

¿Hay algún tipo de control para crearse una cuenta en esta u otras páginas?  

Simplemente tienen que decir que son mayores de edad, pero bien se lo pueden inventar porque está al alcance de un click. Hace poco, por ejemplo, hablé con un joven que había jugado al Fortnite con una actriz porno. Es una industria muy poderosa, está en todas partes, y tiene sus propias estrategias en la búsqueda de consumidores. Parece imposible luchar contra la industria del porno porque se tendrían que poner de acuerdo todos los países del mundo, es algo global. 

Si los adolescentes van a seguir inevitablemente teniendo acceso a porno, mucho de él violento… ¿pueden los padres y madres minimizar de alguna manera las consecuencias de ese consumo?

Pues partimos de que prohibir es un error. Lo que tenemos que hacer es capacitarles para que sean críticos con el porno y decidan no consumirlo. Si deciden hacerlo, que sepan seleccionar qué tipo de imágenes ven. Antes de dar un móvil a un niño los padres tienen que hablar largo y tendido sobre este asunto, y después seguir haciéndolo durante toda la pubertad y la adolescencia. Es decir, no se trata de una charlita, sino conversaciones que hay que preparar para darles a ellos la capacitación y el conocimiento que necesitan. Ellos están en su legítimo derecho de explorar. A los padres y madres a los que imparto formación les digo que se atrevan a ver el porno que hay en Internet y puedan así aconsejar a sus hijos. Hay webs donde ofrecen modelos más eróticos y menos agresivos.

¿Dónde está la línea roja? 

La línea roja yo la pongo en la violencia, sea cual sea. Si hay violencia, que la descarten. Yo propongo suprimir la palabra pornografía y hablar de películas sexuales eróticas y películas sexuales pornoviolentas. En las primeras hay una relación sexual de mutuo acuerdo, existe el deseo, el placer… Pero cuando uno de los sujetos, que suele ser un hombre, instrumentaliza al otro, que suele ser una mujer, lo agrede, lo engaña, no tiene ningún sentido que exista. Llevo mucho tiempo diciendo que la violencia y la sexualidad son incompatibles, y que como modelo educativo para los menores tiene muchos riesgos.

¿Falta en colegios e institutos una educación sexual que aborde también el porno?

Los informes de la fiscalía española hablan de un 40% de incremento de delitos sexuales de menores contra menores en los últimos años. Esto es un síntoma que nos está diciendo que estamos haciendo algo mal. Estamos abandonando a nuestros jóvenes en manos de la pornografía, que está proponiendo esos modelos de comportamiento y no cuentan con otra educación. Yo hablo de 'generación de niños y niñas pornográficos', que tienen necesidad de información y como es un tema que no se habla ni en casa ni en el colegio, buscan en Internet, se topan con el porno y aprenden cómo hay que practicar sexo: a las mujeres las pegan y además, parece, les gusta.

Entonces, llegados a este punto urge tomar decisiones radicales y establecer una educación obligatoria desde niveles iniciales de la enseñanza hasta la universidad. Por ahora no se han tomado nunca medidas razonables. Los chicos y las chicas, independientemente de la ideología de sus padres, tienen derecho a una educación sexual, y la familia tiene la obligación de atender este tema y cuanto antes hablar de sexualidad con sus hijos e hijas para que se extienda este hábito de generación en generación. Tiene unos costes enormes. Muchas mujeres y hombres que han venido a mi consulta con problemas relacionados con el sexo no hubieran venido si hubieran tenido una buena educación sexual. El porno está ganando por goleada como educador sexual de nuestra juventud. Ese es el drama y lo que trato de advertir a padres y profesores, para que al menos hagan de contrapeso, que los chicos y chicas puedan tener contraste de valores, actitudes, conductas.

¿Se puede generalizar y decir que todos los jóvenes ven porno?

Sobre todo los chicos, aunque cada vez se está igualando más. A los 18 años la grandísima mayoría de chavales ya ha visto porno. Resulta que hay un investigador que está tratando de formar un grupo de control con jóvenes que no lo hayan consumido, y no los encuentra. En algunas parejas se convierte incluso en el manual de instrucciones para el sexo: ven una película para reproducir lo que hacen los actores. Es decir, está completamente extendido entre adolescentes. Además está muy normalizado y lo hablan abiertamente. Conozco grupos que incluso apuestan a ver quién encuentra el vídeo más salvaje. Algunos son violaciones. 

¿Puede que las chicas vean menos porno precisamente por el tipo de contenido que encuentran? 

Lógicamente no les va a gustar ver cómo se maltrata a una mujer, ni ver cómo se las presenta como niñas vestidas con falda de colegiala agarradas a un peluche. Pero la industria del porno esto lo sabe y por eso está creando un nicho de mercado con películas orientadas al público femenino, a veces se conoce como 'porno feminista'. En cualquier caso, sigue habiendo componentes violentos. Lo que siempre digo es que las chicas consumen menos porno pero al final se comen ellas el marrón y se ven obligadas a adoptar ciertos tipos de actitudes sumisas porque es el modelo que se le está proponiendo seguir.

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