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30 años de clicks con label

Imagen premiada con el Fotopress./ Santos Cirilo.

Txema G. Crespo / Txema G. Crespo

Vitoria-Gasteiz —

Del click solitario y medido -no había que gastar carrete- que soltaba la cámara fotográfica analógica de Santos Cirilo (Santurtzi, Bizkaia, 1956) en 1985 en los Astilleros Euskalduna de Bilbao cuando ganaba el premio Fotopres, a la veloz ráfaga que surge del artefacto digital que maneja Rafa Gutiérrez (Vitoria-Gasteiz, 1981) en 2013 en Mauritania, que le ha merecido el Sony World Awards en España, han pasado casi 30 años de fotoperidismo vasco, de reportaje documental, de testimonio gráfico personal de la realidad. En fin, de plasmar en imágenes fijas parte de la historia cotidiana, de aquí o de allí, a la manera de Robert Capa, Cartier-Bresson o Sebastiao Salgado, y que en Euskadi ha dado nombres de profesionales destacados como Gorka Lejarcegi, Ricky Dávila, Fernando Moleres o Juantxu Rodríguez.

No se trata de comparar carreras, sino de mostrar cómo la pasión por captar la imagen justa lleva a estos fotoadictos a dejar su cotidiana vida en Euskadi para vivir en el meollo de dónde creen que hay una historia que contar. Porque Santos Cirilo trabajaba en La Naval, antes de marchar a Madrid o a Bolivia, Ricky Dávila acababa de licenciarse en Biología cuando decide cruzar el Atlántico e instalarse en Nueva York y Fernando Moleres, enfermero de profesión, partió para trabajar como brigadista en Nicaragua al mismo tiempo que enfocaba el objetivo de su cámara.

Quizás la experiencia más reciente, y joven, sea de la de Rafa Gutiérrez, recién llegado, como quien dice, de Kiev (Ucrania), adonde se marchó cuando vio que en el levantamiento ciudadano contra el régimen de Viktor Yanukovich había una historia que contar. Sus imágenes pronto comenzaron a circular gracias a las redes sociales y llegaron a 'El periodico' que publicó también sus artículos escritos: “Hago el esfuerzo de escribir para colocar mi trabajo gráfico que es lo que de verdad me interesa”, recuerda quien compagina su trabajo en la prensa diaria con un proyecto a largo plazo sobre ciudades y territorios divididos, como Belfast, Jerusalen o Nicosia.

Este interés por mostrar aspectos de una realidad que la actualidad abandona se puede encontrar también en la obra de Ricky Dávila (Bilbao, 1964), actual director del Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao. Dávila lleva más de 15 años alejado de la fotografía documental, pero su trabajo en Chernobil, Uzbekistan o con los pescadores irlandeses de Gran Sol dan fe de su labor pasada en lo que él mismo define como “documentalismo subjetivo”. “Eran trabajos a medio plazo, más cerca del ensayo gráfico, desde la voluntad informativa, pero sin la urgencia diaria”, recuerda quien reconoce que la escena del oficio ha cambiado mucho: “Hace quince años que los periodistas han dejado de ser dueños de los medios que representan”.

Fernando Moleres (Bilbao, 1963), por su parte, se mantiene en la escena internacional del fotoperiodismo, desde su concepción de la fotografía documental como “un compromiso social y hacia los derechos humanos”. Su dilatada y exitosa trayectoria (ha publicado en 'Stern', 'Le Figaro Magazine', 'Le Monde', 'La Reppublica', 'The Independent' y 'The Sunday Times Magazine', entre otros medios) le permite trabajar en proyectos a largo plazo sin la presión de la urgencia del fotoperiodismo diario. Como recoge su web, algunas de las historias que trata, como la explotación infantil o la encarcelacion de menores en prisiones para adultos (Sierra Leona), denuncian la existencia de situaciones que atentan contra los derechos humanos.

En esa tarea se encontraba Juantxu Rodríguez, cuando los disparos de un soldado estadounidense acabaron con su vida en Panamá, en 1990. Estaba cubriendo la invasión de EEUU con la periodista Maruja Torres. “Juantxu fue el primero de los de mi generación que salieron fuera de Euskadi, con la voluntad de hacer un fotoperiodismo militante”, recuerda Santos Cirilo, que coincidió con él en la redacción de 'El País'.

Es el oficio de quien fotografía la realidad con urgencia o con detenimiento, documentalista e informador, quien desde su objetivo retrata la trastienda y que no pierde, a pesar de lo que ve, el sentido del humor, la ironía, que tanto irrita al poder. Si Juantxu Rodríguez levantara la cabeza y viera que la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo ha cancelado el curso que lleva su nombre justo porque se dedica al humor en los medios...

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