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El punk rock vasco, un legado musical de nota

Algunos de los socios de Orbain en la presentación del colectivo en Vitoria.

Natalia González de Uriarte

Nadie pone en duda la influencia social, política y cultural de bandas como Cicatriz, Quemando Ruedas, Anticuerpos, Potato, Ertzainak, La Polla Records, Eskorbuto, o RIP. Sus letras, cargadas de rabia y contenido social, sonaban en unos años convulsos, de reconversión industrial, violencia política, crisis económica y protestas nucleares. Pero esa certeza compartida sobre la aportación más allá de lo cultural del punk rock vasco nunca ha obtenido su merecido reconomiento público.

Para poner fin a este 'silencio' cerca de ochenta seguidores del punk rock vasco se encargarán de hacerse oír y poner en valor a este movimiento musical y las iniciativas que brotaron a su alrededor. Y con este propósito han creado una asociación, Orbain, la primera en Euskadi dedicada a fomentar el estudio, análisis, conservación y difusión del punk rock y de la música alternativa. Reivindican este movimiento musical, quieren que sea reconocido tal y como lo está el patrimonio cultural heredado de compositores como Sebastian Iradier o Alfredo Donnay.

Para avanzar en este reconocimiento realizaran jornadas, exposiciones, conciertos y demás eventos artísticos. “No queremos que queden olvidados por el paso del tiempo y que caigan en saco roto”, coinciden los protavoces de la agrupación Ana Andino e Iñaki Landa.

Andino recuerda con nostalgia sus noches de primera fila, sudor, alcohol y desenfreno en los conciertos de Cicatriz o La Polla. “Por desgracia parte de esta gente que fue pionera ya no está con nosotros. Recuerdo aquellas circunstancias que potenciaron que todo esto surgiera. Esas letras que eran directas, con un claro mensaje que por desgracia sigue estando muy vigente, socialmente las cosas han cambiado poco. No son meras canciones, hay toda una filosofía detrás que sustenta esos temas, convertidos en algunos casos en himnos”, rememora Andino que no obstante recococe el resurgimiento del movimiento por parte de las nuevas generaciones. “En Vitoria por ejemplo hay una programación cultural casi todos los días aunque fuera de nuestro ámbito no se visibilice”.

Andino resalta que se ha avanzado al establecer una nueva relación con la drogas. “El rock sin las drogas y el sexo, no se entiende, es inseparable. La heroína y el Sida hicieron estragos entre estos artistas en aquellos tiempos de vivir rápido. Ahora se ve de otra manera, hay más conocimiento de los riesgos de ciertos hábitos. Se fueron gestando entonces asociaciones que no tiene parangón con el resto del estado como la Ailaket o la Comisión AntiSida y que han sido vitales para mejorar en este sentido”. Andino se refiere por ejemplo a Cicatriz, una banda de final trágico. Sus cuatro miembros originales fallecieron víctimas del sida o de la droga. En la primavera del 1990, el ex-guitarrista José Arteaga (Pepin), fallece por una sobredosis de heroína. En Julio de 1994 muere Pakito a causa del sida, enfermedad que también habían contraído Natxo y Pedro. En julio de 1995, muere Pedro Landatxe, a causa de esta enfermedad. Poco después, en enero de 1996, muere Natxo “Abitxuela” Etxebarrieta, también debido al Sida.

Parecida trayectoria la de Eskorbuto. Iosu Expósito, guitarra y segunda voz, era diagnosticado de Sida en 1988, consecuencia de sus problemas con la droga. Aunque continuó tocando en el grupo hasta principios de 1991, finalmente falleció al año siguiente. Poco después moría 'Jualma' Suárez. “El grupo tiene un pequeño monumento pero se reivindica una calle para ellos en Santurtzi. Estamos en contacto con la asociación que lo está moviendo y aunaremos esfuerzos y aprenderemos de ellos para realizar actividades conjuntas”, explica Iñaki Landa. El portavoz quiere trasladar “las reflexiones de barra de bar” a varias jornadas para analizar la relación del surgimiento de estas bandas con hechos históricos que marcaron a la sociedad de entonces como los asesinatos del 3 de marzo en Vitoria.

La asociación Orbain, compuesta ya por ochenta socios, se autogestiona. Quieren huir de las subvenciones para evitar presiones o dependencia de la institución. “Solo les pedimos que no pongan problemas, nosotros y nosotras trabajaremos por el reconocimiento del rock punk. Solo necesitamos su sello y aprobación, todo lo demás lo haremos nosotros”, concluyen.

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