Eco de la sociedad: el conflictivo vínculo del periodismo con los hechos de actualidad
Vaya por delante mi descargo de responsabilidad: No soy periodista, ni tampoco poseo ningún conocimiento interno de las noticias en los medios de comunicación. Mis impresiones son las de un observador casual de los medios en América. Mi primera observación es sobre algo que está cambiando, y no de una manera positiva.
El periodismo nunca ha sido un arte perfecto. En su afán de supervivencia, el periodismo siempre ha dependido de su habilidad de atraer y fidelizar su audiencia, y uno de los elementos más fuertes para atraer a la audiencia es el conflicto, no sólo violencia propiamente dicha, sino todo el abanico de matices de formas de desavenencia y disputa en el mundo.
Parece que los seres humanos estamos más atentos a los signos de guerra que a los que nos muestran la paz. Esta es una realidad inevitable de nuestra naturaleza, y su reflexión en los medios de comunicación no nos viene de nuevo. Sin embargo, algo está pasando en la sociedad americana que a mi personalmente me preocupa. Nuestras divisiones cada vez son más profundas. Nuestros conflictos y la retórica hostil que se generan cada vez se intensifican más.
El mercado de la verdad parece que se está achicando. El mercado del veneno, del sesgo y de la exageración está en auge. La atracción hacia la desinformación no tiene freno. Las teorías de la conspiración se extienden como un fuego en medio de un huracán. El veneno fideliza espectadores.
En mi opinión, los medios de noticias son cómplices del aumento del nivel de decibelios de nuestros conflictos políticos y sociales. Una noticia que describe la “crítica” de un personaje público no contará que él o ella fue “vapuleada”. En lugar de contar que ese individuo “respondió” , la noticia explicará que él o ella “contraatacó”.
Esta escalada del lenguaje periodístico puede parecer un hecho menor, un matiz que añade color y drama a su presentación, pero a mí me parece un signo de la decadencia de la cortesía en nuestra cultura - una concesión para un apetito primitivo de la reyerta.
Otra tendencia peligrosa que me angustia concierne a la manera cómo escogemos a los medios de comunicación en los que depositamos nuestra confianza. Inicialmente buscamos reafirmar nuestras opiniones, más que la pura presentación de los hechos acontecidos. Parece que algunos persiguen una avidez para la reafirmación de que sus sentimientos y de pensamientos son los correctos, más que un deseo de consumo de saber y conocimiento; y que los sentimientos y pensamientos de los otros son los equivocados.
Creo que esta búsqueda de reafirmación es la clave de la fractura de nuestra sociedad que crea tribus sociopolíticas. Tribus definidas principalmente por aquellos que las detestan.
Me preguntaron recientemente qué puede hacer un ciudadano comprometido y con raciocinio dentro de esta atmósfera tóxica de los medios de comunicación. Supongo que la respuesta pesimista que se me ocurre es un tanto insignificante, ya que las fuerzas que mueven el problema son gigantescas e imprecisas. Pero con un poco más de responsabilidad, diría que la respuesta está en hacer un esfuerzo para salir de nuestra zona de confort de consumo informativo e ir más allá de nuestras principales fuentes, tomarse la molestia de indagar los hechos bien documentados y las opiniones contrastadas, de buscar la profundidad y el detalle antes que el confort y la reafirmación.
Esta búsqueda implica esfuerzo, y el esfuerzo no siempre es placentero. La verdad absoluta puede que no sea fácil de encontrar; pero si no estoy dispuesto a intentarlo, a lo mejor puede que pierda el derecho a quejarme.
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