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Condenado a la mentira

Rajoy comparece durante el comité ejecutivo del PP.

Javier Pérez Royo

“El affaire Bárcenas es grave en sí mismo. Pero lo que lo convierte en un asunto políticamente inmanejable es el hecho de que ha destruido la presunción de veracidad de la palabra del presidente del Gobierno de manera prácticamente irreversible. Es verdad que la contabilidad de Bárcenas, al tratarse de una fotocopia, puede que no alcance la categoría de prueba susceptible de destruir la presunción de inocencia en un proceso penal, pero no lo es menos que toda la información que se va publicando le otorga enorme presunción de veracidad ante el tribunal de la opinión pública, que es el relevante para la responsabilidad política”.

Pido perdón por la autocita, pero esto escribí el 16 de febrero de 2013 en El País, inmediatamente después de que se publicaran los llamados pápeles de Bárcenas.

Nunca me imaginé que iban a tener que pasar más de cinco años para que esa destrucción de la presunción de veracidad de la palabra de Mariano Rajoy acabara poniendo fin a su carrera política. Por el conocimiento que tenía de lo que ocurre en los países democráticamente constituidos, pensaba que la dimisión del presidente del Gobierno se produciría en poco tiempo. Pero han sido necesarios cinco años de mentira continuada y una sentencia de la Audiencia Nacional que pone en duda la credibilidad de la palabra del presidente del Gobierno, para que el PSOE, con Pedro Sánchez como Secretario General (¿qué hubiera pasado si Pedro Sánchez no hubiera ganado las primarias?), decidiera proponer una moción de censura y que dicha proposición fuera aprobada por el Congreso de los Diputados.

Al no dimitir en el momento en que se hicieron públicos los papeles de Bárcenas, Mariano Rajoy se condenó a la mentira. A la mentira por lo que decían los papeles, que él sabía que era verdad, y a la mentira por todo lo que los demás hemos ido sabiendo sobre la corrupción en el interior del PP, que él tampoco podía desconocer. No se puede pasar por alto que la destrucción judicial de la presunción de credibilidad del presidente del Gobierno se ha producido por la sentencia del caso Gürtel y no por la de los “papeles de Bárcenas”, que todavía no se ha dictado.

La trayectoria de Mariano Rajoy en la Presidencia del Gobierno es la trayectoria de un mentiroso que ha estado jugando sucio de manera ininterrumpida. Es una trayectoria de envilecimiento personal, que se ha acabado traduciendo en envilecimiento institucional, que es mucho peor y de la que también es responsable la sociedad española en su conjunto. Porque al condenarse a sí mismo a la mentira, condenó a la sociedad española a la connivencia con ella. No a toda, pero sí a la mayoría.

El hecho de que la moción de censura haya sido aprobada y que, con ello, no solamente se haya puesto fin a la presencia de Mariano Rajoy en la presidencia del Gobierno sino también en la presidencia del partido, no puede ni debe hacernos olvidar que hemos tolerado conductas inaceptables durante muchos años. No podemos desconocer que nuestra cultura cívica es tan sumamente deficiente, que no solamente no hace avergonzarse al Presidente del Gobierno de su conducta, sino que le permite sacar pecho y hacer la intervención que hizo en el debate de la moción de censura presumiendo de honorabilidad. O en el día de ayer ante su partido.

Mariano Rajoy ha dejado de ser presidente del Gobierno, pero el deterioro institucional que deja como herencia es estremecedor. Que algo acabe bien es mejor que que acabe mal. Pero en política no es verdad que “bien está lo que bien acaba”. El cuándo es muy importante. Y el cómo también. La aprobación de la moción de censura ha sido el resultado de la confluencia de múltiples casualidades. Es algo que no deberíamos de olvidar, a fin de no volver a encontrarnos en una situación como la que nos hemos encontrado.

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