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El cuento chino de la regeneración política

Hernando (PP): "Criminales como los del niño Gabriel, Marta del Castillo o Diana Quer no pueden volver a la sociedad"

Carlos Hernández

Son muchas las lecciones que estamos extrayendo del caso Cifuentes. Sin duda muchas más de las que recibió la protagonista durante su máster fantasma. Quizás la más dolorosa de todas ellas es la constatación de que nada ha cambiado en nuestro país en los últimos años, a pesar de la sobredosis de corrupción que mantiene a nuestra democracia en estado de coma. Aquí no ha habido regeneración política ni se la espera. Todo es un cuento chino que intentan implantarnos en el cerebro a golpe de Telediario.

Los dirigentes del PP no han decidido acabar con el corrupto ni con el que abusa de su cargo para obtener privilegios. Su estrategia y actitud no se ha movido ni un ápice desde que Garzón destapó hace casi diez años la trama Gürtel. Entonces los populares utilizaron al diario El Mundo para desacreditar al juez que trataba de desenmascarar a los mafiosos; sus portavoces acusaron a la izquierda y hasta a la policía de haber orquestado una gran trama contra el PP; sus dirigentes cerraron filas y esgrimieron el caso de los ERE para jugar al “y tú más”… Todo ello con un objetivo final: defender a sus delincuentes. Casi una década después los populares utilizan al diario El Mundo para algo tan sucio como es atacar a la supuesta fuente que destapó las ilegalidades cometidas en el máster de Cifuentes; sus portavoces acusan a la oposición de montar una conspiración para derribar a la presidenta madrileña; sus dirigentes cierran filas y se agarran al currículum inflado de un socialista para escudarse tras el “¡pues anda que tú!”… Y todo ello con un objetivo final: proteger a sus políticos deshonestos.

“Defendamos lo nuestro y a los nuestros”, dijo en un ataque de sinceridad María Dolores de Cospedal durante la pasada Convención Nacional del PP. No sabemos si la dirigente popular es fan de Martin Scorsese, pero apelar a la defensa de “uno de los nuestros” resulta de los más simbólico. Películas aparte, esa sigue siendo la única estrategia del PP. Bárcenas, Matas, González, Costa, Correa, Camps y el resto de una interminable lista fueron, públicamente, “uno de los suyos” hasta que las evidencias policiales y las actuaciones judiciales les impidieron seguir sosteniéndoles en sus cargos. Aún así, que nadie se engañe, a día de hoy todos ellos continúan siendo “unos de los suyos”. El apoyo se mantuvo y se mantiene en el presente. Aquel “sé fuerte”, enviado por Rajoy a Bárcenas cuando ya se sabía que el tesorero tenía cuentas en Suiza, lo resume todo. Respaldo total en privado, apoyo legal de los abogados del partido incluido, y repudio en público cuando no queda otro remedio.

Este jueves a Rafael Hernando, ese valeroso azote de los miles de demócratas asesinados que yacen indefensos en las fosas franquistas, le ha faltado tiempo para enviar por Twitter un mensaje a Pedro Sánchez tras conocerse que el secretario general de los socialistas madrileños exageró su currículum: “Vaya, vaya... y ahora qué hacemos @sanchezcastejon?”, escribía el portavoz popular junto a un vínculo a la información publicada por El Mundo sobre el falseado historial académico de José Manuel Franco. Traduzcamos crudamente el mensaje de Hernando para que todos seamos aún más conscientes de lo que quería decir el brillante portavoz: “¿Habéis robado una cartera y queréis que nosotros rindamos cuentas por asaltar el Banco de España? Vaya, vaya… y ahora qué hacemos @sanchezcastejon?”. No sé lo que contestará el líder socialista; si sé que cualquier persona decente daría una respuesta muy simple: señor Hernando, a cada ladrón su merecido y proporcional castigo.

Más sorprendente, pero también más reveladora ha sido la idéntica reacción que exteriorizó el vicesecretario general del Partido Popular Javier Maroto. Él, que junto a Andrea Levy o Pablo Casado juegan en la farsa comunicacional del PP el papel de polis buenos, sensatos y modernos, se ha retratado por partida doble. Primero porque demuestra que las supuestas caras amables de la regeneración no son más que eso: una pura fachada. Y segundo porque, personalmente, él era el menos indicado para hablar del tema, después de que la pasada semana se descubriera que su propio currículum, publicado en la web oficial del partido, estaba inflado con un máster que nunca cursó. Pese a su “modernidad” y a su marrón particular, Maroto no se cortó este jueves y esgrimió, al igual que Rafael Hernando, el currículum inflado del dirigente socialista madrileño para dirigirse, en este caso, a Ciudadanos y cuestionar su decisión de desalojar del poder a Cifuentes: “¿a cual de los dos acusados de falsear el CV apoyará ahora C’s? ¿A los que están o a los que quieren estar?”, escribía Maroto en Twitter. Ya sé que igual es un exceso, pero permítanme que vuelva a realizar una traducción/interpretación del tuit porque el asunto se las trae: “Si somos todos unos jodidos mentirosos, y yo el primero, ¿por qué tiene que dimitir uno de los nuestros?”, es lo que venía a decirnos Maroto.

Había que ser muy ingenuo para pensar que la regeneración política vendría de la mano de un presidente que supuestamente cobró sobresueldos en dinero negro y que permitió, por activa o pasiva, que su partido se financiara irregularmente durante décadas. Ya describí en un artículo anterior cuál era el Manual Mariano (MM) “contra” la corrupción . Un manual que los populares siguen cumpliendo a día de hoy, punto por punto, ante la desesperante inacción de Ciudadanos y el desvarío tanto ideológico como estratégico del PSOE. Si finalmente Rajoy deja caer a la presidenta de Madrid no será por convicción, no será por principios, no será por honestidad… será porque según el MM ya no le queda otro alternativa. Pase lo que pase espero que el caso Cifuentes sirva, al menos, para que los españoles sean conscientes de lo evidente: la regeneración democrática nunca nos la traerán los artífices de la degeneración democrática.

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