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Los idus de marzo

El presidente de Vox, Santiago Abascal, junto al candidato de la moción de censura, Ramón Tamames

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Que Julio César fuera asesinado en los idus de marzo fue algo extraño porque entonces se trataba de uno de esos días que el calendario romano consideraba de buen augurio. Eran los 15 de marzo, mayo, julio y octubre y también los 13 del resto de meses del año. Días de buenas noticias hasta que según Plutarco, el dictador fue advertido por un vidente de que su vida peligraba en esa jornada, como se demostró con su asesinato camino del Senado. El ¡cuídate de los idus de marzo! lo dejó después escrito Shakespeare para recrear ​​la conspiración que acabó con la vida del emperador.

No hace falta ser vidente para augurar que este marzo llega cargado de intensidad política, pero también de incertidumbre. Para las derechas y para las izquierdas. El calendario avanza y ya hay momentos de este mes que se presentan con nombre propio. El 21 y el 22 son los días de Tamames. De la moción de censura. De la nueva sesión de circo parlamentario que nos regalará Vox. Otra más. 

Todo indica que una semana después llegará el acontecimiento más esperado para la izquierda alternativa. Para una parte de ella, al menos: el yolandismo está a punto de presentar su espacio, que no sabemos si será angosto o dilatado. Todo depende de la capacidad de la vicepresidenta segunda para acordar con Podemos y seducir con algunos puestos de su candidatura a los mismos morados que un día la auparon al estrellato y ahora parecen empeñados en que se estrelle.

Si Yolanda Díaz no se coordina con Pedro Sánchez es probable que su gran acontecimiento coincida con los cambios que el presidente tiene pensado hacer en su gabinete para sustituir a las candidatas Carolina Darias y Reyes Maroto al frente de Sanidad e Industria. No entra en los planes del socialismo que junto a la salida de las dos ministras se produzca alguna otra, pero como se sabe esta es una atribución que le corresponde sólo a Sánchez y no es que el presidente sea de esos que cuente urbi et orbi sus planes.

El caso es que Sánchez quiere llegar a la Semana Santa con el camino desbrozado para entrar de lleno después en la campaña electoral y, luego, en el semestre europeo. Claro que lo mismo pensó antes de Navidades cuando decidió acelerar la edulcoración en el Código Penal de la malversación y la rebelión para dedicarse desde principio de año a vender gestión económica y, luego, pasó lo que pasó: que se cruzó la ley del sólo sí es sí, el caso Mediador y la espantada de Ferrovial, y ya no tuvo espacio más que para expulsar de sus filas a un corrupto, glosar una reforma legislativa que ha abierto la crisis más profunda de cuantas ha tenido su gobierno y hablar de la seguridad jurídica del país.

En política, como en la vida, hacer planes no conduce más que a la frustración. Todo es volátil. Y si hoy Tamames está en el foco, es seguro que cuando pase el 22 se convierta en un recuerdo más de la política esperpéntica. Al viejo economista, historiador y político le gustan los focos, los medios de comunicación, las entrevistas y no oculta su vanidad. Le presenta Vox como candidato a la presidencia del Gobierno, pero él insiste en que ni es de la formación ni comulga con gran parte de su ideario ultra, añade que tiene la mejor relación con Feijóo y desvela que sobre el término nación está más cerca del PSOE que de ningún otro partido ya que coincide en que España es una nación de naciones. ¿Hay algo más loco que ir de la mano de un partido que quiere suprimir las Autonomías y proclamar que nación y nacionalidad son lo mismo? 

El personaje produce tanto bochorno como candidato a la presidencia del Gobierno como temor provoca la moción de censura en Alberto Núñez Feijóo, que es a quien Vox realmente quiere hacer daño con este espectáculo. Tanto el PP como Vox temen ser penalizadas por las sorpresas que depara un Tamames incontrolado después del espectáculo de la semana próxima. Los de Abascal buscaban un protagonismo que el economista solo quiere para él y los populares, pasar de puntillas por una sesión que les retratará junto a la ultraderecha, después de su anunciada abstención, como alternativa de gobierno.

La izquierda se juega también un poco en este marzo su continuidad, tras las generales al frente del Gobierno. El órdago que Podemos ha lanzado a Díaz para que acepte un acuerdo de coalición “ya”, antes de que anuncie su candidatura, determinará si la vicepresidenta tragará o no con las exigencias de los morados. Dicho de otro modo, o acepta a Irene Montero y cía en su lista o no apoyarán la presentación de su candidatura. Ambas partes saben que una izquierda fraccionada penaliza en la urnas, que la supervivencia de Podemos pasa por integrarse en Sumar y que para que le vaya bien a Sánchez le tiene que ir bien a su vicepresidenta segunda.

Lo que pase antes de Semana Santa será decisivo para la continuidad de un gobierno progresista. También que Sánchez acierte con el alcance y los cambios dentro de su gobierno y demuestre si es capaz o no de recuperar la iniciativa política, después de un comienzo de marzo funesto para la coalición que preside.

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