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El techo de cemento

Rajoy y Rivera en una imagen de archivo

Antón Losada

Cuánto más se ha ido acercando la huelga de mujeres del 8M, más ilustres voces masculinas han salido a explicarnos lo mucho que han avanzado las mujeres, las grandes oportunidades que ahora se les ofrecen o la enorme simpatía y afecto que despiertan todas sus causas, aunque siempre con cuidado y dentro de unos límites, no vaya a ser que salga algún hombre herido y no se lo merezca. Porque, amigos, el feminismo y sus campañas contra la violencia sexual son hoy la verdadera amenaza para el Estado de derecho, la presunción de inocencia y el derecho a un juicio justo.

Cuánto más se ha ido acercando la huelga de mujeres del 8M, más ilustres intelectuales y académicos masculinos han salido también a advertirnos que el castellano y la libertad en general peligran por esa terrible amenaza llamada “feminismo radical”. Muchos incluso han corrido a contarnos cómo, en su suponemos dilatada y amplísima experiencia como mujeres, nunca han percibido o presenciado que ser mujer tuviera impacto alguno sobre sus carreras profesionales. Porque de nuevo, amigos, si alguien miente aquí es el feminismo y si queda machismo en el mundo es el que provocan los excesos feministas.

Cuánto más se ha ido acercando la huelga de mujeres del 8M, más ilustres voces femeninas han salido a acusar a las convocantes de la huelga de convertir a las mujeres en víctimas, de no reconocer la privilegiada situación en que se halla la mujer española con respecto a la dramática situación que sufren las mujeres en otras latitudes o a reclamar que se reconozca que hay violencia contra las mujeres -48 mujeres y 8 niños asesinados y 27 huérfanos solo en 2017- pero también hay evidencia científica de la temible “agresión femenina” (Manifiesto No Nacemos Víctimas); suponemos que se referirán al 0,01% de denuncias falsas por violencia de género según datos de la propia fiscalía. Y es que, amigas y amigos, alguien tenía que decirlo: la ideología feminista constituye la principal amenaza contra la libertad y el bienestar de las mujeres españolas para quienes, hoy en día, el cielo es el límite; aunque casi nueve de cada diez respalden la huelga, ocho de cada diez crean que su vida es más difícil por ser mujeres, o cinco de cada diez piensen que se las juzga por su apariencia, se las menosprecia, se las intimida o se las ignora por ser mujeres (Encuesta Metroscopia, El País 6/3/2018)

Cuánto más se ha ido acercando la huelga de mujeres del 8M, más instituciones han ido abandonado su “compresión” y “simpatía” por la causa de las mujeres, para sumarse a la denuncia del “feminismo mal entendido” como una amenaza real para la democracia española, silenciada únicamente por la dictadura de la corrección política. El PP no va a la huelga porque es elitista e insolidaria con las mujeres que no cobran, aunque se deslomen a trabajar como madres y cuidadoras y porque la mejor manera de cobrar igual que los hombres es ir a trabajar más ese día, Albert Rivera no va a la huelga en defensa del capitalismo y el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ya ha sacado al demonio que se oculta en el feminismo mal entendido mientras nos convence de que no existe. Así que, amigas feministas, arrepentíos, aún estáis a tiempo; mañana será tarde.

El techo de cristal vuelve a ser de cemento y no sólo se despliega con absoluta nitidez, sino que quienes lo construyen defienden orgullosos su obra utilizando como ladrillos palabras como libertad, justicia o verdad. Y luego dicen que avanzamos y no hay razones para la huelga del 8M.

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