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La ignominia de la ficción del poder en Extremadura

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Hay ficciones que pretenden contar la verdad para que la verdad no parezca tan cruda e inverosímil. Es lo que llamo las ficciones honestas. Contar que en un país hubo 140.000 cuerpos desaparecidos de personas que un día sí existieron sobre la faz de la tierra, que en una tierra llamada Extremadura, de hombres valientes que fueron los primeros en no aceptar el oprobio, los soldados de un general franquista dispararon contra todo lo que se movía y violaron a todo aquello que se pareció a una falda, como sucedió en mi pueblo, puede parecer inverosímil. Los educadores, los periodistas, los historiadores tenemos el deber de no callarlo nunca pero también de narrarlo en historias para que las nuevas generaciones tan alejadas de aquello puedan digerirlo y, tal vez, asumirlo.

Puede parecer también ficción la realidad actual. Que muchos descendientes de aquella gente noble asesinada, como el padre de mi abuela materna, Pedro Apolo (de quien rescaté el apellido), cuyos restos nunca se encontraron (y nunca se buscaron, porque a mi abuela el miedo soterrado la paralizó toda la vida), esta semana hayan podido votar para darle el poder a quienes narran e inventan ficciones con la misma falta de estética de aquel general canalla, a los descendientes de aquellos asesinos, da escalofríos y suena realmente a inverosímil. ¿Cómo fue posible? ¿En qué momento se dio la vuelta la tortilla?

Nunca voté al PSOE en mi tierra ni en ningún lugar. Nunca. Sé lo que fueron y lo que hicieron en los años noventa del pasado siglo, sé que al tomar el poder después de aquella llamada Transición (otro nombre ficticio y quizás menos exacto que el de Transacción, que sería más preciso, pero menos edulcorado) siguieron la estampa y tradición caciquil de aquellos supuestos enemigos a quienes habían denostado, pero a quienes les perdonaron los juicios por la verdad con tal de recibir aquella transacción de poder corrupto. Sé lo que fue el PSOE en Extremadura, lo bien que les venía el provincianismo y el cazurreo, porque lo viví como estudiante para bien (con becas para hijos de proletarios sin un duro, como yo era) y para mal, teniendo que besar la mano del santurrón de turno si no te querías marchar como yo acabé haciendo. En buena medida ( y lo avisé la primera vez que Iglesias intentó ponerse de acuerdo con Sánchez), ellos más que nadie son los responsables de esto.

¿Que se están creando bulos contra el ámbito más próximo de Sánchez? Sin duda. ¿Que empiezan a dar su buen rédito político? Claro, véanse la sentencia contra el Fiscal General del Estado o las elecciones extremeñas. Pero eso no lo explica todo.

Los partidos que van contra la constitución que ellos mismos se encargaron de edulcorar deberían haber sido prohibidos y sus líderes perseguidos y vetados hace mucho tiempo. Llamar a los inmigrantes delincuentes, así en general, es un delito de odio. Por mucho que lo niegue la ficción del poder judicial a su servicio.

En un país algo más ordenado los poderes opresivos, como el policial (con la ley mordaza en vigor), el judicial (con jueces nombrados a dedo en todas las instancias), el financiero (con leyes como las que favorecen a las SICAV o a los fondos buitres especulativos), el mediático (con medios de comunicación que inventan ficciones golpistas), el político (con aforamientos vergonzosos como el de Mazón), el religioso (con obispos abiertamente golpistas) y el militar (que roba cada vez más fondos desde las lobbys armamentísticas al estado del bienestar) habrían debido ser descabezados hace mucho tiempo. La ley lo permite, la misma Constitución lo permite. Y no, eso no es una contradicción: prohibir a los que atentan contra la libertad no es antidemocrático. Salvador Allende debería haberlo hecho antes de morir y así le fue. Y así nos está yendo a nosotros.

Si, además, el PSOE se ha encargado de dinamitar la educación durante cuarenta años en España, si ha consentido que empiece a verse mal que los educadores contemos el franquismo con rigor, si ha conseguido analfabetizar a las masas de universitarios, ¿qué puede esperar?

Extremadura y mi pueblo son un aviso y un anuncio de lo que está por venir. El PSOE no cambiará, porque ha sido lo que es desde 1982: caciquil, corrupto y machista. Es decir, como los otros. Ni más ni menos. Pero, en medio de todo eso, el voto de castigo, opuesto ya a aquella primavera del 15-M, emerge con fuerza de la desazón, de la ignorancia instigada, de las ruinas de la ficción sobre nuestros bisabuelos.

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