Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
¿Cuáles son las preferencias y expectativas del electorado de cara a las elecciones generales?
En todas las franjas de edad del electorado se da por hecho que el PP volverá a ganar las próximas elecciones generales. Sin embargo, sólo los electores de 65 y más años desean que esa victoria se produzca.
La diferencia entre expectativas y preferencias que se detecta en una buena parte de los votantes aumenta la incertidumbre sobre el resultado electoral.
Con permiso de las inminentes y trascendentales elecciones catalanas sobre las que todas las miradas están ahora puestas, permítanme que desvíe la atención hacia las elecciones generales para plantear si, a tres meses de la cita con las urnas, hay diferencias entre lo que el electorado quiere que ocurra y lo que cree que va a pasar. Como es bien sabido, entre lo que un elector declara que va a votar antes de las elecciones y lo que finalmente vota, puede haber una gran diferencia. Al igual que no tienen por qué coincidir preferencias y expectativas electorales de modo que a un votante le podría gustar que ganase un determinado partido político, aunque piense que va a ganar otro. El desajuste entre lo que el electorado a nivel agregado desea que pase en unas elecciones y lo que opina que va a pasar podría ser anecdótico si no fuera porque cuando éste se produce (y especialmente cuando las diferencias entre preferencias y expectativas de voto son muy grandes), es cuando los resultados son más inciertos y pueden producirse sorpresas electorales.
Si volvemos la mirada atrás y analizamos, con las encuestas preelectorales del CIS, qué ocurrió en las tres últimas elecciones generales (2004, 2008 y 2011), encontramos que preferencias y expectativas fueron indicativas de lo que ocurrió el día de las elecciones. Un mes antes de que se celebraran los comicios del 14 de marzo de 2004 (y, por tanto, antes de que se produjese el atentado del 11-M), la inmensa mayoría de los electores pensaba que el PP iba a ganar las elecciones generales, si bien en términos de preferencias eran más los que deseaban que el PSOE se impusiera en las urnas a que lo hiciera el PP, como al final acabó ocurriendo (ver cuadro 1). Por el contrario, en la antesala de los comicios generales de marzo de 2008 y de noviembre de 2011, preferencias y expectativas estaban alineadas y el resultado electoral acabó por confirmar lo que electores deseaban y esperaban que ocurriera con la victoria del PSOE en el primer caso y la del PP en el segundo.
¿Qué ocurre ahora, a tres meses de las elecciones generales?; ¿van de la mano preferencias y expectativas electorales? Con los últimos datos disponibles del CIS (correspondientes al mes de julio), nos encontramos que el 40% de los electores creen que el PP volverá a ganar las próximas elecciones generales, aunque se reduce a la mitad el porcentaje de los votantes a los que les gustaría que ganase este partido y hay una mayor proporción de electores que prefieren una victoria del PSOE (ver cuadro 1). Este escenario preelectoral recuerda al que se produjo antes de los comicios de 2004, aunque con una importante diferencia que viene dada por la mayor fragmentación que domina hoy el panorama político español. Hace once años, el PP y el PSOE eran los partidos dominantes a nivel nacional, mientras ahora, y a pesar de que los dos grandes partidos han recuperado terreno en los últimos meses frente a las fuerzas emergentes, son actores predominantes en un tablero en el que hay más jugadores. Así, no es de extrañar que en 2004 dos tercios del electorado se decantaran en sus preferencias entre el PSOE y el PP como partido ganador, mientras ahora socialistas y populares aglutinan juntos poco más de 40% de esas preferencias.
El pulso electoral es, por tanto, más reñido ahora que en 2004 y para todas las fuerzas políticas es si cabe más relevante, desde el punto de vista estratégico, saber cómo se posiciona el electorado en sus preferencias y expectativas. Por segmentos de edad, ¿hay algún grupo de votantes en el que coincidan lo que desean con lo que esperan que pase en los comicios?; ¿en qué se diferencian las expectativas y preferencias de los votantes más jóvenes respecto a los de mayor edad? El análisis de los últimos datos del CIS nos proporciona las respuestas a estas y otras preguntas similares.
Comencemos por los electores más jóvenes, es decir, aquéllos que no tenían edad para votar en las pasadas elecciones generales de 2011 y que este año, con edades comprendidas entre los 18 y los 21 años, podrán votar por primera vez en unos comicios generales. En este grupo, que en 2011 supuso la incorporación de 1,5 millones de nuevos votantes, Podemos (con el 16,7% de apoyos potenciales en intención directa de voto) sería el partido más votado seguido muy de cerca o prácticamente empatado con el PSOE (15,7%). Predomina, entre estos nuevos votantes, la percepción de que el PP será el ganador en los próximos comicios generales, aunque preferirían que venciera Podemos (22,1%) y el PSOE (21,1%), en mayor medida que el PP (11,8%). Parece, por tanto, que en este segmento, Podemos y el PSOE pueden dar la batalla electoral, aunque el primer paso será persuadirles de que acudan a votar, ya que estos electores son los que declaran una mayor intención de abstenerse (ver cuadro 2).
Preferencias y expectativas tampoco van juntas en el caso de los electores que tienen entre 25 y 34 años. Ellos también creen que el PP ganará las próximas elecciones generales, aunque en preferencias Podemos es la opción favorita (ver cuadro 2). En línea con las preferencias, la formación liderada por Pablo Iglesias aparece sería la fuerza política más votada y la que más simpatía despierta en este grupo, seguida por el PSOE, aunque a una mayor distancia de Podemos que la que le separa en el segmento de los nuevos votantes.
Entre los electores que tiene entre 35 y 64 años, los socialistas son los que parten con más ventaja. El PSOE sería el partido más votado, el que más simpatía despierta y el preferido como partido ganador, aunque se percibe que el PP ganaría los comicios. A su favor, los populares tienen en este grupo la existencia de una considerable bolsa de indecisos que oscila entre el 16 y el 21%. Además, entre los que tienen entre 45 y 64 años, el PP es después del PSOE el partido que más simpatía despierta.
Por su parte, los electores de mayor edad, los que tienen 65 y más años, son los únicos en los que coinciden expectativas y preferencias electorales. Así, en este grupo el PP es el partido que despierta más simpatía, al que votarían en mayor medida y sobre el que esperan y desean que gane los próximos comicios generales (cuadro 2).
Las preferencias y las expectativas de los votantes pueden cambiar de aquí a las elecciones y seguir su evolución será de sumo interés. En el contraste de indicadores electorales es donde los partidos tendrán que profundizar para arañar votos. Convencer a los indecisos, convertir las preferencias electorales en votos reales o sacar rédito a la simpatía que se suscitan se convertirán en objetivos prioritarios de las fuerzas políticas durante la campaña electoral.
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