Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
El otro día, Ignacio Jurado habló de los costes para Ciudadanos de su pacto con el PP. En entradas posteriores trataremos otros partidos. Pero, algo fundamental a tener en cuenta si se produjeran las terceras elecciones en nuestro país en menos de un año –algo realmente insólito-serían dos preguntas fundamentales relacionadas con la participación: ¿cuál sería la tasa de participación? y, más importante todavía, ¿quién iría a votar? Y En esta entrada voy a tratar estas dos preguntas. Spoiler: no voy a dar una cifra concreta, pero sí apuntar qué indicadores podemos mirar en caso de que se celebren unas terceras elecciones.
La participación es importante porque para muchos es una forma en la que el sistema democrático se legitima. Visto de otra forma, aquellos países con elecciones con mayor participación parecen tener mejor salud democrática que aquellos con baja participación. Cuando la participación es baja, lo asociamos con apatía ciudadana. Pensemos en las elecciones al Parlamento Europeo y la desconexión entre Bruselas y los ciudadanos.
Todavía no sabemos si se celebrarán las terceras elecciones. Si así fuera, según Metroscopia para El País, la participación sería del 63%. Puede ser, pero esa estimación se hace a día de hoy. Si las elecciones se celebran en diciembre, cabe pensar que los ciudadanos volverían a ‘tensionarse’ ante la campaña electoral. Me he remitido a la siguiente pregunta que hace el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en sus estudios pre-electorales: “Como Ud. seguramente sabe, el próximo [FECHA] se celebrarán elecciones generales, es decir, al Parlamento español. ¿Piensa Ud. ir a votar en estas elecciones?” (**). La tabla presenta los resultados de la encuesta desde 1996. En la última línea también he introducido la tasa de participación (excluyendo los CERA).
Aunque los aciertos del pasado no garanticen los resultados del futuro, como se ve, excepto para las elecciones de 2000 y de 2004 –que no fueron unas elecciones típicas-, en lo que a participación respecta, hasta la fecha las encuestas del CIS se han ajustado bastante bien a la realidad. Por tanto, si hay elecciones, esperemos que el CIS siga haciendo el buen trabajo de hasta la fecha y nos permita tener una idea bastante precisa de cuál será la participación.
Las elecciones celebradas en otros países en un breve lapso de tiempo tampoco nos permiten ser muy concluyentes. Primero porque tampoco es muy habitual votar más de dos veces en un año. Por ejemplo, desde 2010 tan solo tres países han votado dos veces en menos de un año, además de España: Grecia y Turquía en 2015 y Croacia este año. En Croacia y Grecia la participación bajó alrededor de 8 puntos. En Turquía la caída fue de menos de dos puntos, pero no es extrapolable porque tiene voto obligatorio.
Pero mucho más importante que el porcentaje de participación es saber quién participa. Aunque la abstención pueda ser vista como una debilidad, lo realmente problemático es que no esté distribuida de forma igual entre todos los grupos sociales; es decir, que unos tengan mayor probabilidad de abstenerse que otros. Y, lamentablemente, esa es la realidad. En nuestro país, como en todos los de nuestro entorno, la abstención no se distribuye de igual forma. Sabemos que, por ejemplo, aquellos de rentas más altas votan en mayor proporción que aquellos con rentas bajas; también sabemos que aquellos con mayores niveles de formación votan más que los de menor nivel educativo y que la abstención es más alta (en los más desfavorecidos) en unos distritos que en otros (los más pudientes).
Si tomamos los datos de la preelectoral de 2016, vemos que más de un 84% de los votantes de Podemos en 2015 y un 82% de los del PP, pensaban en ir a votar con toda seguridad en las elecciones de junio de este año, mientras que entre los votantes del PSOE en 2015 apenas se superaba el 75% y el 77% entre los de Ciudadanos. De igual forma, aquellos que se sitúan en los valores centrales de la escala ideológica (entre el 4 y el 6), son los que muestran menor seguridad para ir a votar, llegando al 65% en los que se ubican en el 5, comparado con el 89% entre los que se ubican en el 10 (muy a la derecha).
Si nos centramos en las variables sociodemográficas, vemos que la abstención también es diferencial. Por ejemplo, aquellos con estudios superiores dicen ir a votar con total seguridad en más de un 81%, por un algo menos de un 65% de los de secundaria de primera etapa. También hay diferencias importantes por tamaño de municipio: la participación sería más segura en los municipios más grandes, donde mayor implantación tienen los nuevos partidos. En cambio no hay diferencias sustantivas por género, indicando que la abstención no hace distinciones entre hombres y mujeres. Por edades, tampoco casi hay diferencias, si bien el grupo de entre 55 y 64 años votaría con mayor seguridad (73%) que los más jóvenes, de 18 a 24 (68%). Como esta mera descripción de los datos muestra, algunos grupos son más proclives a abstenerse que otros.
En definitiva, siguiendo las cifras de los dos párrafos previos, si hay terceras elecciones y si se repiten los comportamientos pasados, unos partidos movilizarían más que otros siendo probablemente el PSOE y, en menor medida, Ciudadanos los principales perjudicados. Veremos.
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