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Ni el PSOE ni el PP tuvieron interés por investigar el “tamayazo”, según un libro

Ni el PSOE ni el PP tuvieron interés por investigar el "tamayazo", según un libro

EFE

Madrid —

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El periodista Felipe Serrano, autor del libro “El tamayazo. Crónica de una traición”, considera, después de escudriñar en la “traición” de Eduardo Tamayo y Maite Saéz que en 2003 impidió que el socialista Rafael Simancas fuera presidente madrileño, que ni PSOE ni PP tuvieron interés en investigar aquello.

El veterano periodista de la SER sí ha querido hacerlo y, ahora que se van a cumplir diez años de que los dos diputados socialistas se ausentaran de la Asamblea de Madrid rompiendo la mayoría que tenían PSOE e IU, ha reunido en un volumen editado por Catarata el resultado de decenas de entrevistas y cientos de horas de trabajo de documentación y redacción.

Serrano cree que, “aparte de esa rara afición de los periodistas por los aniversarios”, el interés por lo que ocurrió en la Asamblea de Madrid el 10 de junio de 2003 “no ha decaído, la herida del 'tamayazo' no se ha cerrado y hay mucha gente que sigue sintiendo la necesidad de que eso se aclare”.

“Es todavía hoy un caso abierto y solo, como ocurrió con Filesa o el Gürtel, cuando alguien de muy dentro se decida a hablar sabremos lo que ocurrió”, ha dicho a Efe el autor, que no pierde la esperanza de que eso ocurra y se esclarezca lo que a su juicio fue un “golpe civil contra la voluntad de las urnas”.

Entre una multitud de testimonios, Serrano recoge una entrevista a Rafael Simancas, candidato a la Presidencia madrileña en 2003, en la que éste revela que el después presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero le dijo en una ocasión que no era “extraordinariamente interesante ni para el PSOE ni para la Comunidad de Madrid ni para el país hacer del 'tamayazo' nuevamente un asunto central”.

Zapatero entendía que esa investigación “aportaba poco a la estabilidad institucional y que remover aquel tema era actualizar y recordar la responsabilidad política del propio PSOE en el asunto”.

También cuenta que en un momento al inicio del Gobierno socialista, el entonces ministro de Defensa, José Bono, llamó a Simancas para decirle que tenían “pillados” a Tamayo y Sáez, que lo iba a consultar con Zapatero y que le llamaría.

Sin embargo, Bono no llamó y cuando Simancas pudo hablar con él le explicó que no había encontrado “una actitud muy positiva para mover este asunto” y le dijo, además, que “la cosa no tenía tanta entidad como imaginaba”.

Esperanza Aguirre, a la que la decisión de Tamayo y Sáez acabó por convertir en presidenta madrileña tras unas nuevas elecciones, tiene otra versión, que ha transmitido al periodista y autor del libro: Zapatero no siguió investigando lo sucedido “porque ya habían tirado de la mata lo que tenían que tirar” y “se dieron cuenta de que aquello fue un plante”, sin más misterios ni relación con el PP.

Aguirre cuenta a Serrano que el PSOE podría haber obtenido la Comunidad aun después de haber perdido la Presidencia de la Asamblea, pero en cambio, por decisión de Alfredo Pérez Rubalcaba, “quemaron todas las naves” en lugar de dejar a Simancas que llamara a Tamayo y le convenciera.

Respecto a la no investigación por parte del PP, en el libro se señala que el exministro socialista de Justicia Mariano Fernández Bermejo dijo en un mitin de la campaña de las autonómicas y municipales madrileñas de 2007 que cuando era fiscal jefe de Madrid en 2003, con José María Aznar en el Gobierno y Jesús Cardenal en la Fiscalía General del Estado, se les “prohibió” investigar el 'tamayazo'.

Lo ocurrido aquel 10 de junio, dice el autor, “supuso además el inicio de las hostilidades entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón”, sobre todo cuando éste decidió continuar al frente de la Comunidad hasta las nuevas elecciones, compatibilizando este puesto con el de alcalde de Madrid.

Ruiz-Gallardón “descabalga” a Luis Eduardo Cortes, que era el “sucesor natural” en aquella Presidencia interina ya que era vicepresidente, y nombra “un gobierno casi de técnicos” del que Aguirre “se entera por los periódicos”.

Un “hecho episódico” que el periodista considera fundamental porque Aguirre lo vivió como una “afrenta” y “nunca le ha perdonado” fue cuando Ruiz-Gallardón se marchó del hemiciclo mientras Tamayo tomaba la palabra en la fallida sesión de investidura de Simancas del 28 de junio de 2003, como hizo toda la izquierda, y la dejó “sola” al frente de la repleta bancada del PP.

Tras escribir el libro, Felipe Serrano ha “resuelto muchas dudas” pero se le han “generado otras muchas”.

En cualquier caso, una cosa sí tiene clara: “Fue un caso claramente de corrupción política, un golpe civil”.

Por Eduardo Sobreviela

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