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Bruselas vía Ámsterdam y paso por el Zara: la ‘cara B’ del acuerdo con el que Sánchez y Puigdemont cierran el círculo

Carles Puigdemont, al acabar su intervención tras sellar el acuerdo con el PSOE.

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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La rúbrica del acuerdo de PSOE y Junts ha supuesto un alivio para muchos. Pedro Sánchez respira tras recoger los frutos de un paso que le podría haber llevado al abismo electoral. Centenares de independentistas sortean sus problemas judiciales. Los políticos que huyeron de la justicia tras el procés, Carles Puigdemont, Toni Comín o Clara Ponsatí, entre otros, tienen un horizonte para volver a casa. Y la tranquilidad volverá al lobby del hotel Sofitel, que en los últimos días se había convertido en una redacción improvisada en la que los corresponsales aguardaban noticias sobre un acuerdo que, por los azares de la política española desde 2017, se ha acabado sellando a 1.500 kilómetros del Congreso de los Diputados.

En ese hotel en el centro de Bruselas lleva alojado varios días el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, enviado de Sánchez para rubricar el acuerdo. Tras varias jornadas de sport, por fin pudo sacar del armario este jueves el traje que tenía preparado desde el lunes. El socialista volvió a aterrizar en Bruselas por tercera vez en menos de una semana el domingo por la noche. Esta vez era la definitiva. La primera fue para reunirse con Puigdemont, que exigía a los socialistas una foto que dejara claro que es un interlocutor válido.

Tras dejarlo todo encarrilado, regresó a Madrid pero tuvo que volver esa misma semana. El jueves y el viernes de la pasada se intensificaron las conversaciones dado que el precio de Junts subió tras el acuerdo del PSOE y ERC. A la tercera fue la vencida, aunque se hizo esperar más de lo que hubieran deseado. Cerdán y su equipo tuvieron que extender la reserva en el hotel e incluso comprar ropa de emergencia para los días de más en la capital belga. Finalmente, el número tres del PSOE y el secretario general de Junts, Jordi Turull, firmaban el acuerdo este jueves. 

El propio Cerdán reconoció en la rueda de prensa que ofreció posteriormente que la negociación se dilató por la decisión del juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón de imputar a Puigdemont por terrorismo por las protestas de Tsunami Democràtic, que llevó a Junts a forzar una “relectura” de la ley de amnistía. 

El ambiente se había caldeado en las últimas horas. Miles de personas han salido a las calles en Madrid, unos cuantos con simbología nazi incluida, para clamar contra el acuerdo y “putodefender España”. Vox trató de llevar ese caldo de cultivo también a la capital belga, donde varios de sus cargos, entre ellos los eurodiputados Jorge Buxadé y Hermann Tertsch, fueron a las puertas del hotel de Cerdán a increparlo con soflamas contra el PSOE y Puigdemont, en una concentración menos exitosa que la de la capital española. En Bélgica, apenas una decena de personas.  

El nerviosismo fue apoderándose del personal del hotel donde se jugaba el futuro de otro país, los mismos empleados que pacientemente habían aguantado el ir y venir de periodistas durante cuatro días. Cuando se aproximaba el final, muchos de ellos respiraron con alivio porque todo se acababa, pero hasta el último minuto la extrema derecha ha intentado inflamar la situación también allí y tres personas tuvieron que ser desalojadas de la sala donde iba a comparecer Cerdán, en la que se habían colado haciéndose pasar por periodistas. Como en la burbuja de Bruselas todo el mundo se conoce, pronto se pudo saber que al menos uno de ellos era asistente de Vox. 

Con un refuerzo de la seguridad en el hotel, Cerdán abandonaba “contento” Bruselas de regreso a Madrid este mismo jueves. No ha sido su viaje más entretenido.

“Avanzamos”, “hoy ya no llegamos”, “quedan cuestiones técnicas”... iba haciendo día a día el resumen de su jornada. Ha pasado horas en la habitación con llamadas cruzadas y aguardando el intercambio de papeles que tenían que visar los servicios jurídicos para que todo estuviera atado y bien atado ante la batalla judicial que se avecina. A las puertas de que se cerrara el acuerdo intervino otro residente en la capital comunitaria: el comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, envió una carta al Gobierno pidiendo información sobre el “alcance” de la amnistía por la “preocupación” que le han hecho llegar “muchos ciudadanos” que no concreta.

Apenas una hora y media después que el enviado de Sánchez, comparecía Puigdemont. Siempre estuvo previsto que Junts saliera después que el PSOE, pero en el caso de los líderes independentistas ha sido más difícil llegar desde Barcelona y la mayoría lo tuvieron que hacer vía Ámsterdam por la imposibilidad de encontrar billetes para el vuelo de las 6:30 am. 

El expresidente catalán entró entre aplausos de la cerca de una veintena de cargos de Junts que le acompañaban, entre ellas la portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, y la expresidenta del Parlament Laura Borràs, además de Turull y su compañero de escaño Toni Comín. 

Tras asistir al Pleno de la Eurocámara por la mañana, Puigdemont ha convocado a los periodistas a 300 metros del hotel de Cerdán, en el Press Club, un lugar con mucho simbolismo para su partido porque fue donde comenzó todo por estas fechas hace siete años. Fue en ese local en la Rue Froissart donde compareció por primera vez tras salir de España para sortear el proceso judicial por la declaración unilateral de independencia. 

Más de 2.500 días después, en el noveno aniversario de la consulta del 9N, y tras varias detenciones frustradas, llega el giro de 180 grados. “El Partido Socialista Obrero Español y Junts per Catalunya han suscrito hoy un acuerdo marco en el que se aceptan las condiciones para iniciar una negociación política en los términos que le hemos venido  reclamando, con un objetivo compartido: que contribuya a la resolución del conflicto histórico entre Catalunya y España”, ha dicho Puigdemont en su comparecencia. 

Al no admitir preguntas, no se le ha podido plantear los plazos que maneja para volver o si tiene líneas rojas para la negociación que ahora inicia y de la que ha advertido que depende la legislatura de Sánchez, que ha pasado en siete años de apoyar el 155 a llegar a un acuerdo con el principal responsable del 1-O. Siete años después de aquello y a muchos kilómetros de distancia, Sánchez y Puigdemont han cerrado un círculo. 

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