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Kaboré, el “cambio en la continuidad” que preside Burkina Faso

El presidente Kaboré gana los comicios de Burkina Faso con el 57,8 % de votos
Dakar —

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Dakar, 26 nov (EFE).- El presidente de Burkina Faso, Roch Marc Christian Kaboré, ganó las elecciones del pasado domingo para gobernar por otros cinco años uno de los países más pobres del mundo y con un enorme reto de seguridad: atajar el terrorismo yihadista.

Ganador en 2015 en la primera vuelta de las elecciones que se celebraron tras el levantamiento popular que expulsó al presidente Blaise Compaoré, que llevaba 27 años en el poder, Kaboré es considerado un “oportunista” por sus detractores y un “cambio en la continuidad”, tras haber formado parte del Gobierno de Compaoré desde que éste asumió la jefatura del Estado en 1987.

Nacido el 25 de abril de 1957 en Uagadugú, la capital burkinesa, Kaboré es hijo de profesores, pero su padre emprendió un camino distinto a la enseñanza -asesor técnico del ministro del Interior y ministro de Hacienda y de Salud Pública, entre otros puestos-, que recuerda a la trayectoria política que ha seguido su vástago.

Tras finalizar el bachillerato en 1975, Kaboré marchó a Francia a estudiar en la Universidad de Dijon, donde se licenció en Ciencias Políticas y se especializó en Administración y Gestión de empresas.

Conocido como “El Rocco”, Kaboré ha asegurado en reiteradas ocasiones que no estaba hecho para la política, pero que entró en ese mundo por una “combinación de circunstancias”.

No obstante, durante su tiempo universitario, militó en la Federación de Estudiantes del África Negra en Francia (FEANF) -influenciado por el Partido Comunista francés y con un compromiso político anticolonialista-, en la que también participaron personalidades como Alpha Condé, presidente de Guinea-Conakry.

LA “RECTIFICACIÓN” DE LA REVOLUCIÓN

Tras acabar sus estudios, Kaboré volvió a Burkina Faso, donde se integró en la Unión de Lucha Comunista - Reconstruida (ULC-R), un movimiento que apoyaba la revolución del militar Thomas Sankara, conocido como el “Che Guevara” africano, que llegó al poder con un golpe de Estado en 1983 y gobernó hasta 1987, cuando fue asesinado y ocupó la presidencia su amigo y compañero de armas Compaoré.

Un año después de llegar al poder Sankara, un Kaboré de sólo 27 años fue nombrado director general del Banco Internacional de Burkina faso, puesto que ocupó hasta 1989, cuando Compaoré lo designó ministro del Transporte y de la Comunicación.

Tras el asesinato de Sankara, que provocó la persecución de los partidarios de su revolución, Kaboré envió una carta a Compaoré en la que prometió fidelidad y alabó la “rectificación de la revolución”.

Treinta años después, sin embargo, Kaboré dijo en octubre de 2017 en una visita a Dakar que “el recuerdo de este hombre (Sankara) sigue vivo entre el pueblo de Burkina Faso porque fue capaz de iniciar una visión, reformas que parecían asegurar que Burkina Faso y África pudieran desarrollarse apoyándose en sus propias fuerzas”.

Año tras año, Kaboré fue ampliando su currículum ministerial, ocupando los puestos de ministro de Estado (1990), de la Acción Gubernamental (1991), de Finanzas (1992) y de Relaciones con las Instituciones (1993), además de ser elegido diputado desde 1991.

En 1994, cuando se devaluó el franco CFA -moneda que utilizan catorce países en África occidental y central- Kaboré fue nombrado primer ministro por su experiencia en la banca, en un intento de gestionar y atenuar los efectos de la devaluación.

En 1996, fue relegado a consejero especial de la Presidencia, cuando parece que su relación comenzó a deteriorarse con Compaoré. Otros aluden a 2010 como fecha en la que Kaboré se siente marginado en el oficialista Congreso para la Democracia y el Progreso (CDP) .

No obstante, desde 2002 a 2012 Kaboré ejerció como presidente de la Asamblea Nacional y, desde junio de 2003 hasta 2012, como presidente del CDP, donde emergió como posible sucesor de Compaoré.

Poco después surgió la polémica del artículo 37 de la Constitución, que impedía a Compaoré presentarse a la reelección en los comicios de 2015 y que se intentó modificar en 2014 con un referéndum que no se llegó a celebrar, y una votación en la Asamblea Nacional abortada por manifestantes que incendiaron el edificio.

El intento de modificación constitucional provocó protestas en Burkina Faso que empujaron a Compaoré a dejar el poder el 31 de octubre de 2014 y exiliarse a la vecina Costa de Marfil.

Kaboré, que intentó disuadir a Compaoré de intentar esa modificación, dimitió en enero de 2014 como presidente del CDP.

UN “CAMBIO EN LA CONTINUIDAD”

Tras una corta transición, Burkina Faso celebró el 29 de noviembre de 2015 elecciones presidenciales, que ganó Kaboré al mando del nuevo Movimiento Popular para el Progreso (MPP).

Algunos expertos aludieron entonces a un “cambio en la continuidad” del régimen de Compaoré, pero su caída puso fin a los pactos del Gobierno con los yihadistas para no atacar en territorio burkinés.

En sus cinco años como presidente, Kaboré ha implementado la atención médica gratuita para mujeres y niños menores de cinco años, ha mejorado el suministro de agua potable, construido nuevas carreteras y ha tenido lugar la primera votación de burkineses en el exterior para unas elecciones presidenciales, entre otros logros.

Sin embargo, no ha resuelto problemas tan relevantes como la seguridad en el país, que sufre ataques yihadistas desde abril de 2015 por parte de grupos aliados a Al Qaeda y el Estado Islámico.

“Tengo la convicción de que en la unidad y cohesión nacional saldremos victoriosos de esta guerra que imponen a nuestro pueblo y a todos los demás pueblos del mundo”, dijo en su discurso tras el primer ataque yihadista en Uagadugú el 15 de enero de 2016 a varios hoteles y un restaurante, en el que murieron treinta personas.

La situación no ha hecho más que empeorar y, cuatro años después, ha derivado en la crisis de desplazados de más rápido crecimiento del mundo, con más de un millón de personas fuera de sus hogares en un país de unos veinte millones de habitantes.

María Rodríguez

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