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La vicepresidenta alimenta los rumores de sucesión de Rajoy

Soraya Sáenz de Santamaría y Mariano Rajoy, en el Parlamento.

Luz Sanchis

La discusión sobre quién sucederá a Mariano Rajoy es un asunto que hasta ahora en el PP se ha considerado vetado, al menos en público. Pero la cercanía de las elecciones generales ha vuelto a encender los rumores internos sobre la dificultad de enfrentar con éxito a un candidato de 60 años con rivales mucho más jóvenes. Soraya Sáenz de Santamaría sigue pasando como el relevo natural junto a Alberto Núñez Feijóo, aunque la vicepresidenta siempre ha evitado avivar ese debate. Hasta el pasado jueves, cuando la mano derecha del presidente se hizo la interesante sobre su futuro en su entrevista con Pablo Motos.

De su participación en El Hormiguero, los dos aspectos que más se comentaron dentro y fuera del PP fue el famoso baile y la informalidad de la que hizo gala. Los telespectadores comprobaron cómo la abogada del Estado que siempre trata de preservar su imagen más institucional ofrecía su cara y decía palabras como “chungo” y “marrón”, mientras el programa alternaba los rótulos de “Vicepresidenta y ministra de la Presidencia” y “experta en marrones”.

“Soraya, ¿te has planteado en serio ser candidata a presidenta?”, le espetó el presentador. Al contrario que otras veces, cuando ella lo ha negado tajante, solo dijo: “Pues no. Me lo preguntan, ¿eh?, pero no”. Ante la insistencia del presentador, acabó dejando la puerta abierta: “Lo que sea, sonará”.

La frase ha vuelto a avivar el debate. Los conservadores son conscientes de que su candidato es Rajoy porque así se proclamó él mismo hace un año sin necesidad de someterlo a ninguna consulta con los suyos ni de celebrar ningún congreso interno. La posibilidad de escoger al próximo candidato mediante primarias ni siquiera es seguro que se adopte en el próximo congreso una vez pasen las elecciones de diciembre. Pero en el seno del partido cunde la inseguridad sobre la imagen que ofrece un candidato sexagenario poco dado a la efusión y la naturalidad.

Entre Rajoy, el candidato mayor, y Alberto Garzón, el más joven, hay 30 años de diferencia. Los otros tres también están lejos de su quinta. Pedro Sánchez tiene 43, mientras que Albert Rivera y Pablo Iglesias tienen 36. A pesar de los esfuerzos de Moncloa en los últimos meses por difundir una imagen más desenfadada y cercana del presidente, cuesta imaginarlo en la tesitura de bailar una coreografía o enfrentarse a una actividad de riesgo como hará Sáenz de Santamaría el mes que viene en el programa Planeta Calleja.

El sector más veterano del Consejo de Ministros, el llamado G8 que capitanea José Manuel García Margallo, siempre ha visto con recelo la acumulación de poder de la número dos y su liderazgo del “clan de los sorayos”. También ha sido siempre la miembro del Gobierno mejor valorada por los ciudadanos hasta la última encuesta del CIS. Curiosamente, en la de agosto, el ministro de Asuntos Exteriores la adelantó por más de medio punto al lograr una puntuación de 3,23. Ella se quedó en un 3,17, dos décimas menos que en abril.

La posibilidad de que sea Rivera quien vete a Rajoy en caso de ser imprescindible para reeditar un gobierno del PP ha disparado las alarmas. El propio secretario de organización de Ciudadanos, Fran Hervías, reconoce que es una posibilidad y que en su formación consideran que Rajoy está “incapacitado para liderar un cambio” por sus políticas y su gestión de la corrupción en su partido.

Lo hicieron en La Rioja. Ciudadanos consiguió descabalgar a Pedro Sanz de la presidencia de la comunidad autónoma como exigencia para llegar a un acuerdo después de las autonómicas. A cambio del pacto que permitió al PP reeditar el gobierno autonómico, Sanz tuvo que dar un paso atrás en favor de José Ignacio Ceniceros. Si la exigencia se repitiera después del 20 de diciembre, la opción de Sáenz de Santamaría sería la más plausible.

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