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PP, el hundimiento: los sociólogos no habían visto un desplome igual desde la desaparición de UCD

La bancada popular aplaude a Mariano Rajoy.

José Precedo

En las oficinas de Metroscopia no se había visto un hundimiento semejante de un partido en el Gobierno desde los tiempos de UCD, que acabó desapareciendo tras las elecciones de 1982 que hicieron presidente a Felipe González y destruyeron la carrera política de Adolfo Suárez. Los paneles de la empresa de sondeos en la última semana, cuando se debatía la moción de censura en el Congreso de los Diputados, revelan que solo uno de cada diez encuestados dice que votaría al PP en unas elecciones generales.

Son datos en bruto, sin cocina, que no tienen en cuenta el recuento de voto ni otras correcciones y por tanto no pueden ser extrapolables a unas elecciones, pero sirven para medir el agujero en la credibilidad del partido tras la sucesión de escándalos. Las encuestas de la última semana, tras la sentencia de Gürtel, apuntan a que la correlación de fuerzas en el centro-derecha se ha dado la vuelta con respecto a 2016, cuando se celebraron las últimas generales.

José Juan Toharia, presidente de Metroscopia atiende a eldiario.es este jueves, pocos minutos después de que el PNV haya anunciado el voto a favor de Pedro Sánchez y decantado la moción de censura: “La intención directa del PP sin cocina es estrepitosamente baja, similar a la que tenían Izquierda Unida o UPyD en 2013, antes de que surgiese Podemos. La gente del PP está escondida. Pero no hay un voto oculto de magnitud suficiente que haga prever una recuperación. Ciudadanos ha llegado al 20% de intención directa, sin cocina, casi siempre duplicando al Partido Popular. Con una participación del 70% en unas elecciones, eso puede traducirse en un 32% del voto. Es lo que hemos visto en los últimos dos días. El modelo es calcado al de 2016 cambiando al PP por Ciudadanos. Ese es ahora el escenario. Desde el desplome de UCD en España no se ha visto una cosa igual en un partido en el Gobierno, aunque hay que tener en cuenta que ahora conviven cuatro grandes partidos y esta es una circunstancia nueva”.  

Lo sucedido en Cataluña en diciembre, donde el partido de Albert Rivera ganó las elecciones y borró del mapa al Partido Popular, convertido en última fuerza por detrás de la CUP, ha desatado el pánico en algunos sectores del PP que temen situaciones parecidas tras las municipales y autonómicas de 2019. La preocupación general después de las catalanas empujó a Rajoy a comparecer el pasado enero para anunciar que la maquinaria electoral popular se ponía en marcha. El partido programó una convención en Andalucía para lanzar la precampaña pero quedó sepultada bajo el embrollo del máster de Cifuentes. Y desde entonces todo ha ido a mucho peor: Cifuentes, una de las caras nuevas del PP está fuera de la Comunidad de Madrid y de la política, el portavoz parlamentario que eligió Rajoy a su llegada al PP, Eduardo Zaplana, ha sido detenido y encarcelado por blanqueo de capitales... Un aperitivo, antes de la sentencia de Gürtel condena al PP por lucrarse de la corrupción y da por probado que se financió en negro durante 20 años. El tribunal califica de paso como “inverosímil” la explicación del presidente del Gobierno durante el juicio en las que negaba la caja B.

Manuel Cobo, mano derecha de Alberto Ruiz Gallardón en la Comunidad y el  Ayuntamiento de Madrid, ex responsable de Política Municipal del PP y uno de los dirigentes que más ha analizado la demoscopia en los últimos años, admite el mal momento por el que pasan los conservadores pero recomienda desmitificar las encuestas: “En los sondeos que manejábamos año y medio antes de las elecciones de 2015, los gobiernos de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento, los iba a decidir UPyD, que finalmente no sacó nada. En circunstancias tan complicadas y difíciles, cuando hay hechos como la detención de Zaplana, la sentencia de Gürtel, hay gente que oculta su voto. A mí me parece que Rajoy ha hecho una gestión excelente, teniendo en cuenta de dónde se partía. Estábamos muy mal económicamente. Hemos salido de la crisis, es cierto que con unos salarios más bajos pero la situación es infinitamente mejor. Ya no recordamos aquellos días en que todas las portadas coincidían en que nos iban a rescatar. Pues eso no ha pasado. Pero es cierto que la corrupción nos ha destrozado y contra eso es imposible luchar. Durante las municipales de 2015 recuerdo que uno de los audios que salió era un señor hablando en valenciano contando billetes”. Se refiere al expresidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, que reventó aquella campaña, uno de los muchos sumarios que sacudieron al partido.

Todo el PP ahora mismo está noqueado tras perder el Gobierno central: no solo el presidente y los ministros tendrán que hacer la maleta, tras ellos irán directores generales, jefes de gabinete, asesores, periodistas... Centenares de personas han perdido su trabajo de un día para otro. Y se suman a los miles que ya tuvieron que desfilar después de las autonómicas y municipales de 2015 cuando los populares se dejaron casi todo el poder que habían alcanzado cuatro años antes. De aquella hegemonía no queda nada: ya solo gobierna con mayoría absoluta en Galicia,  y las principales capitales se le han escapado. La hemorragia dura ya varios años y se nota en las sedes.

La sangría se nota en las sedes

La dirección del PP se resiste a facilitar datos sobre la pérdida de militantes. Rajoy ha contado en muchos mítines que llegaron a ser 900.000 afiliados y que por eso es el partido que más se parece a España. Fuentes populares admiten que la cifra de afiliados se ha caído estos últimos años y que además tienen un problema grave en Nuevas Generaciones, la cantera del partido, que no solo no suma nuevos miembros sino que ha sufrido también bajas relevantes durante los últimos años. 

En la acera de enfrente la tendencia es la contraria. La afiliación a Ciudadanos ha crecido un 40% desde septiembre y ha pasado de 23.000 a 35.000. Solo en mayo el partido ha sumado 2.000 militantes, según los datos que facilita la secretaría de Organización que dirige Fran Hervías. Ciudadanos crece en todas las comunidades pero multiplica su presencia en aquellas autonomías más sacudidas por la corrupción del PP. Aparte de Cataluña, donde nació y acaba de ganar las elecciones con Inés Arrimadas de candidata, la mayor parte de sus bases están en Valencia, Madrid y Murcia. Su lista de inscritos que agrega también a los simpatizantes que no pagan cuotas asciende a 162.000 personas. 

Pedro Puy, portavoz parlamentario del PP en Galicia, y responsable del programa electoral en la única comunidad donde el partido ha logrado tres mayorías absolutas consecutivas desde que estalló la crisis, asume los malos tiempos que vive su organización pero sostiene que el partido ya ha demostrado otras veces su capacidad de regeneración y rechaza cualquier comparación con UCD, que agonizó tras la caída de Súarez y acabó desapareciendo. “Hay dos diferencias muy claras. El PP,  igual que Alianza Popular, no fue un partido que se hiciese desde el  poder como UCD sino desde la calle. AP no heredó las estructuras de poder de la UCD en la Transición, de aquel aparato de viejos mandos del franquismo, AP se hizo en la oposición contra el Gobierno. Igual que el PP nace en la oposición al PSOE y tampoco es una implantación desde arriba, sino desde abajo en la calle. Se hizo fuerte en la calle, tiene una gran implantación social y en esas condiciones es más difícil que te desplacen, aunque el riesgo está ahí.”

José Pablo Ferrándiz, sociólogo e investigador principal de Metroscopia, autor del libro El voto huérfano, avisa de que tras el derrocamiento de Rajoy estamos ante un tiempo nuevo: “A partir de ahora, el escenario en las encuestas será otro. Y no sabemos si la presidencia de Sánchez puede movilizar al PP o concentrar el voto útil en Ciudadanos. Desconocemos lo que puede ocurrir a partir del lunes en los sondeos. La duda es si ese voto va a resistir en Ciudadanos. Es difícil que el PP baje de ese suelo del 10% en intención directa sin cocina, que puede ser un 14% o un 17% en las elecciones, pero a la vez un tercio de su electorado se ha ido a Ciudadanos y cada vez parece más difícil su regreso al PP”.

A su lado, Toharia, su jefe en Metroscopia, sostiene que en el actual contexto el PP tiene pocas cosas que celebrar aunque también aleja el fantasma de UCD: “De los votantes que quedan en el PP, dos de cada tres aprueban la gestión de Mariano Rajoy. Eso es una buena noticia para ellos y no parece que sucediese con el partido de Suárez. No creo que pueda desaparecer el PP, pero no descartaría una refundación o incluso un cambio de nombre. Quedan todavía muchos juicios de corrupción por salir y la marca está muy asociada a los escándalos. Convergencia i Unió tuvo que hacerlo en Cataluña. Veremos...”   

Desde el PP gallego, Pedro Puy, uno de los hombres del presidente, Alberto Núñez Feijóo, que suena con fuerza en las quinielas internas para suceder a Rajoy, defiende que su partido todavía tiene fortalezas: “Frente a Ciudadanos, que es más un producto de marketing que se ha adaptado bien a la sociedad digital, el PP tiene una referencia ideológica clara, una implantación fuerte en el territorio y en la calle. Además el sistema electoral español favorece a los partidos más votados en cada provincia y ahí el PP todavía es más fuerte. La sustitución del espacio de centro-derecha que se ha dado en Cataluña en el resto de España yo no la veo”.

Reaparece Aznar

Con semejante panorama, el martes reaparece José María Aznar, quien después de mucho tiempo ha programado un acto en su fundación, FAES, ya desvinculada del Partido Popular. El expresidente ha sufrido también mucho desgaste interno -no solo se le acusa de deslealtad con Rajoy, el líder al que nombró, por sus piropos constantes a Albert Rivera estos últimos años, sino que buena parte del partido recuerda que el origen de Gürtel estuvo en su Gobierno- puertas adentro en el PP se teme otra diatriba de Aznar contra el PP y su líder que todavía no ha desvelado su futuro. 

De momento, no se han producido fugas de cargos relevantes a Ciudadanos ni de agrupaciones de electores, como si pasó en su día a UCD hacia AP o el PSOE pero el riesgo está ahí. En Galicia, por ejemplo, el fichaje estrella de Feijóo para su primer Gobierno en 2009, Javier Guerra, un empresario de éxito en el sector textil, negocia su incorporación al partido de Rivera tras perder las primarias para liderar el PP vigués. Junto a él prometen irse medio centenar de militantes.

El coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo hizo ver este viernes que la moción de censura ha provocado una marea de solidaridad en las sedes y el retorno de algunos afiliados. 

El pánico a la desbandada sigue y son muchos los que reclaman un congreso extraordinario que elija a un nuevo líder sin pasado para encarar el futuro que viene. Pero también eso entraña amenazas: que una vez perdido el Gobierno que servía de argamasa el partido se sumerja en una lucha de familias en vísperas de una campaña electoral determinante. 

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