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La victoria de Madrid afianza a Pablo Iglesias frente a Íñigo Errejón ante la futura Asamblea de Podemos

Pablo Iglesias, junto a Íñigo Errejón, en un acto de Podemos.

Aitor Riveiro

El próximo invierno será fundamental para Podemos y para el espacio político que se ha articulado a su alrededor. Pablo Iglesias anunció que la II Asamblea Ciudadana Estatal del partido se celebrará entre enero y febrero. Vistalegre 2, que no tiene por qué parecerse al cónclave que sirvió de fundación del partido en otoño de 2014, definirá el Podemos que deje atrás la “maquina de guerra electoral”. Las posiciones en el tablero de juego se han asentado y el partido debe prepararse para una guerra de trincheras. Pase lo que pase, en primavera Podemos ya no será el mismo que dio la sorpresa tres años antes.

El debate que se abrió en Podemos tras el 26J no pone en duda esta premisa. Pero sí dónde cavarlas. Para quién. Y para qué. El tono del discurso, las referencias históricas, el destinatario de los mensajes, cómo ejercer la labor de oposición, cómo articular un movimiento popular en las calles y cuál debe ser el futuro de Unidos Podemos y de las confluencias centran las principales diferencias entre ambos sectores. Unas diferencias que personifican Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

Matices, a veces no tanto, que sumados suponen posiciones políticas a veces opuestas en una (breve) tradición en la que los conflictos se dirimen con primarias. Y quien gana, se lo lleva todo.

La Asamblea Ciudadana de Madrid se convocó poco después de las elecciones de junio. Con el partido todavía en shock por no haber superado al PSOE. En Madrid la organización vivía una situación casi de excepción desde las dimisiones en bloque de marzo que terminaron con la destitución del secretario de Organización, Sergio Pascual.

El cónclave era necesario. Pero como ocurre siempre en Madrid, las cuestiones regionales dejaron paso en seguida a un debate de ámbito estatal. Y se leyó, desde la presentación del equipo de Rita Maestre, como una primera medición de fuerzas entre Iglesias y Errejón, pese a los infructuosos intentos de los dirigentes por separar ambas esferas.

La primera fase de la Asamblea la ganó el equipo de Rita Maestre, que impuso así sus directrices organizativas y políticas. Antes de la segunda fase, la de primarias, estalló el caso Espinar. Y se abrió la ventana de oportunidad para que dirigentes estatales mostraran sus preferencias. Si había alguna duda de la importancia del derby en Madrid quedaba diluida. Era el preludio de Vistalegre 2.

El anuncio del proceso de Madrid empujó a la Secretaría de Organización que dirige Pablo Echenique a abrir la mano para que otras regiones y ciudades plantearan sus propias asambleas antes de la estatal. Andalucía y Extremadura también han renovado dirección. En Aragón, se han votado nuevos documentos políticos.

En Andalucía Teresa Rodríguez se ha impuesto con holgura ante la división del sector agrupado en torno a Íñigo Errejón. Era lo esperado. La líder andaluza ha crecido políticamente en el último año y medio y mantiene un aura de independencia en el universo Podemos. Su némesis, Susana Díaz, tiene a Podemos en el punto de mira y eso sitúa a la roteña como su principal oposición. Es la principal dirigente de Anticapitalistas por su relevancia mediática, junto al alcalde de Cádiz, José María González Santos Kichi, y el eurodiputado Miguel Urbán.

Este sector ha resistido pese a que ha estado a punto de ser liquidado en varias fases dentro de Podemos. Y ganan peso según avanza el tiempo dentro de la organización. Tanto que no está nada claro que la alianza con los afines a Iglesias que ha funcionado en Madrid, pero también en Andalucía, se vaya a repetir para un Vistalegre 2 del que no se sabe nada más que la fecha aproximada.

El apoyo mutuo en ambas regiones no ha tenido la misma incidencia. Rodríguez hubiera ganado en cualquier caso. Espinar, casi seguro que no. De hecho, la persona más votada en las primarias de Madrid ha sido su número dos, Isabel Serra, que ha obtenido algunos sufragios más que el secretario general electo. Serra es el rostro de Anticapitalistas en Madrid, con permiso de Urbán.

Anticapitalistas tendrá que debatir, y mucho, cómo concurre a la Asamblea Ciudadana Estatal. Ideológicamente están más cerca de Iglesias. Estratégicamente, también. Pero su cultura política es otra. No hay una decisión firme adoptada.

En Aragón también ha ganado alguien afín al líder de Podemos. Pablo Echenique ha impuesto su documento político, llamado Lurte. Avalancha, en aragonés. Defiende la creación de un movimiento social en el que Podemos sea un elemento más. El “bloque histórico” del que siempre habla Iglesias. Y casi da por muerta la relación con el PSOE.

Iglesias, que fue el encargado de anunciar a Ramón Espinar su triunfo, ha reiterado en su mensaje de felicitación en Twitter que tanto el senador como Maestre forman parte de los “imprescindibles”. Los que ya están en Podemos. Los que lo han llevado a donde nadie imaginaba cuando se presentó en enero de 2014 en un pequeño teatro-cooperativa de Lavapiés. Antes de que termine el invierno tendrán que encontrar la fórmula para llegar a “los que faltan”. De momento se impone la tesis de Iglesias.

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