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El Gobierno arranca con la credibilidad de la política por los suelos: los expertos culpan al bloqueo y la corrupción

Escaños vacíos del Congreso de los Diputados.

Iñigo Aduriz

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Los problemas relacionados con la política y los políticos se mantuvieron en enero en la segunda posición –solo por detrás del paro–, del ránking de las principales preocupaciones de los españoles que realiza el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Por primera vez, la organización que preside el sociólogo José Félix Tezanos dividió en su barómetro del mes pasado en tres indicadores distintos el apartado que hasta el Barómetro de noviembre englobaba en 'Los/as políticos/as en general, los partidos y la política'.

La suma de los porcentajes de quienes ahora citan como principal preocupación 'Los problemas políticos en general' (un 21,7% del total), 'El mal comportamiento de los/as políticos/as' (18,3%) y 'Lo que hacen los partidos políticos' (14%) alcanza el 54%, casi nueve puntos por encima que el 45,5% que consideró a la política, los políticos y los partidos hace dos meses como su gran preocupación. Se mantiene, así, como la segunda preocupación más citada por los ciudadanos, solo por detrás del paro, al que cita como principal problema el 58,9% de los encuestados.

Ese es el contexto en el que nace el nuevo Gobierno –la encuesta se realizó entre el 2 y el 13 de enero y la investidura de Sánchez se produjo el día 7 de ese mes, justo en la mitad de las fechas de elaboración del estudio. La tendencia viene de atrás.

Los analistas culpan al largo periodo de bloqueo institucional de los últimos años generado por la falta de mayorías claras para formar gobiernos, a la corrupción y al clientelismo que rodea a muchos partidos. También a una presencia mediática constante de los políticos, que se ven condicionados por “las polémicas generadas” que copan los medios de comunicación.

Las “razones estructurales”

“No podemos hablar de desafección política, porque nos preocupa y mucho. La percibimos como una preocupación que afecta a nuestra vida personal”, matiza Carmen Lumbierres, profesora de Ciencia Política de la UNED. “La desafección se refiere al desinterés hacia la política, a las percepciones de ineficacia personal ante la política y los políticos y los sentimientos combinados de impotencia, indiferencia y aburrimiento hacia la política”, concluye.

Berta Barbet, politóloga y editora de Politikon, y Jaime Ferri, profesor y director del departamento de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, coinciden en señalar que detrás de las alarmantes cifras acerca de la preocupación de los españoles hacia la política hay “razones estructurales”. “Los partidos políticos tienen ahora un rol distinto al que tenían tradicionalmente”, apunta Barbet. “Tienen un contacto menos directo con la ciudadanía y por ello generan más desconfianza”.

A juicio de Ferri, “hay una desafección a la democracia” en todo el planeta. “Y eso repercute también en la política con más desafección y con una desconsideración hacia la política para solventar los problemas”. El profesor señala que “en España eso se mezcla con la situación de bloqueo político y también con los casos de corrupción”.

Para Lumbierres “el descontento”, que es lo que a su juicio muestran los resultados del CIS, “tiene que ver con la utilidad de la política”. Se trata, explica, de “la insatisfacción por los rendimientos, la incapacidad para resolver problemas de la gente y también una frustración entre las expectativas y las realidades” en asuntos como el empleo joven, el problema de la vivienda, el futuro de las pensiones o el sector primario.

Soluciones a través de la política

“El descontento no suele afectar a la legitimidad democrática, que sigue alta, es más coyuntural y suele ir unido a una etapa de crisis económica o política. Y ahí están para mí las explicaciones de este descontento”, añade Lumbierres. “Después de la crisis de 2008 y sin encontrar un modelo productivo de país, el estallido de la corrupción política y el cambio en el sistema de partidos hacen que se produzca un periodo de transición o readaptación que además se exige que sea rápido como los tiempos”.

En su opinión, “no es un problema de desafección, porque si no los ciudadanos no buscarían las soluciones formando o impulsando a otros partidos. Siguen buscando solucionar sus problemas a través de la política, eso sí, con un papel diferente de los partidos tradicionales, una militancia baja y un activismo que solo se despierta ante problemas concretos, con nombres y apellidos”.

Para Barbet “el debate político se sigue quedando muy alejado de la ciudadanía”. A los políticos se les ve más preocupados en la agenda mediática que en los debates más sustantivos. A todo ello se le unen las corrupciones o las endogamias de los partidos que a la gente le generan desconfianza“, concluye.

Respecto a la llegada del nuevo Ejecutivo progresista y el inicio de un posible periodo político más estable en España, los analistas consultados consideran que la percepción ciudadana hacia los servidores públicos solo mejorará si el Ejecutivo se centra en gestionar sus necesidades. “Si el Gobierno funciona, si se consolida, se aprueban los Presupuestos y la legislatura echa a andar, eso daría cierta respiración y estabilidad al clima político a pesar de que se van a seguir conociendo casos de corrupción”, considera Jaime Ferri.

Recuperar “la utilidad” de la política

Para Lumbierres, “una cierta estabilidad institucional y presupuestaria que permita hacer frente a las demandas ciudadanas más básicas, que den en parte solución a alguna de las expectativas, cambiaría los datos” sobre la preocupación hacia la política que arrojan los sucesivos barómetros del CIS.

“Que los partidos políticos jueguen al uso de la polarización para sacar mejor rédito electoral también”, añade, para zanjar: “Las votaciones por el SMI y la subida de las pensiones y los acuerdos entre PP y PSOE para la composición de las Mesas de las Comisiones son buenos ejemplos de ello. El populismo, que aprovecha el descontento para minar la democracia, encuentra su mejor freno en recuperar la utilidad de la política”.

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