El PSOE afronta el ciclo electoral con sus candidatos quemados
Un PSOE en estado de 'shock' y con los primeros síntomas palpables de malestar hacia Pedro Sánchez y su dirección por la gestión de las denuncias de acoso contra Paco Salazar y la acumulación de casos de corrupción que suponen un sobresalto casi diario en el partido afronta el ciclo electoral con el viento en contra. Además, tres de los candidatos que darán el pistoletazo de salida al maratón de comicios están quemados antes de incluso de que empiece la precampaña electoral: Miguel Ángel Gallardo, Pilar Alegría y María Jesús Montero.
El de Extremadura será el primero en medirse en las urnas y lo hace en una situación inédita: procesado. Se enfrenta a un juicio por los presuntos delitos prevaricación y tráfico de influencias en la contratación del hermano de Sánchez a través de la Diputación de Badajoz. En Ferraz no convencía su nombre como candidato antes de que estallara el caso, pero esa circunstancia le blindó de cierta manera en el puesto.
El adelanto electoral de María Guardiola pilló a los socialistas con el pie cambiado y aspiran a que no obtenga mayoría absoluta para que dependa de Vox, pero Gallardo se enfrenta al peor resultado para el PSOE en su antiguo bastión. La encuesta preelectoral del CIS recoge que el PSOE sería primera fuerza en las generales (27,7%) con cuatro puntos más que en las elecciones extremeñas. El PP le saca siete puntos a nivel regional, según ese sondeo, que otorga a Guardiola un aprobado con un 5,63 frente al 3,68 de Gallardo.
Aunque Sánchez ha obviado la causa judicial contra Gallardo y su hermano en los actos de campaña, el candidato sí enarbola esa bandera. “Siempre merece la pena llevar la bandera del socialismo para que no nos agachen la cabeza”, expresó en su último mitin junto al presidente del Gobierno tras mencionar la absolución por parte del Supremo de tres regidores del Valle del Jerte. Algunas fuentes consultadas consideran que es un error por parte de Gallardo. “Ese mensaje no cala mientras sí ha calado que apartó a cinco para aforarse”, dice un dirigente extremeño.
Tampoco tiene un buen punto de partida la ministra de Educación, Pilar Alegría, en Aragón, donde el PP aspira a gobernar con el apoyo de Teruel Existe, sin necesitar a Vox, y las encuestas pronostican una pérdida de cinco o seis escaños. En la cúpula socialista admiten que la también portavoz del Gobierno se ha quedado tocada por su complicidad con Paco Salazar tras ser denunciado por acoso y el PP no dudará de usarlo como munición contra ella.
“La está lastrando y la ha martilleado. Primero en el Comité Federal hace una defensa a capa y espada, luego se tuvo que desdecir, y después la comida fatídica”, dice una dirigente que suma el hecho de que Alegría reconociera que su cita con Salazar hace unas semanas fue “un error” justo cuando la ejecutiva regional había diseñado la estrategia de tender la mano al presidente aragonés, Jorge Azcón, para apoyar el techo de gasto y negociar los presupuestos. “Ese giro supuso que esa estrategia desaparece. Tenía que haber pedido perdón desde el primer momento”, agrega esa fuente.
Otra de las derivadas que genera inquietud en el PSOE es la magnitud que pueda alcanzar la causa que afecta a la empresa aragonesa Forestalia, cuya sede en Zaragoza fue registrada por la UCO esta semana en el marco de la investigación en la Audiencia Nacional en la que fueron detenidos la exmilitante del PSOE Leire Díez, el expresidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), Vicente Fernández, y el dueño de Servinabar y socio de Santos Cerdán, Antxon Alonso, por presuntas irregularidades en contrataciones públicas.
Esa operación también ha dejado expuesta a la vicepresidenta y ministra de Hacienda, que fue quien colocó en 2018 a Fernández al frente de la macroempresa pública. “Este señor lleva fuera de la SEPI más de seis años”, reiteró Montero este viernes a través de unas declaraciones en las que apuntó a que la investigación que afecta a Fernández tiene que ver con su etapa en Servinabar.
¿Y Montero?
La 'número dos' del PSOE criticó, no obstante, la “estrategia de deshumanización que trae el PP”. “Cada vez que hay alguien que tiene que rendir cuentas ante los tribunales resulta que es la mano derecha de Pedro Sánchez o mi mano derecha. Durante este periodo he tenido más manos derechas que dedos de la mano”, agregó Montero.
Además de la corrupción y los casos de acoso, Montero tiene más handicap en su competición con Juanma Moreno Bonilla: su desaparición de Andalucía. El escaparate que, en principio, supone el Gobierno de España le puede jugar en contra y en la batalla del relato está por ver cómo queda Montero si fracasan los Presupuestos Generales del Estado, aunque en Moncloa sostienen que ese va a ser un primer acto de campaña porque “van a ser los mejores de la historia” con “titulares” de aumento sustancial de la financiación en todas las comunidades.
La estrategia de los ministros-candidatos se medirá en las urnas, pero lo que tiene claro Sánchez es desligar el 'rostro' del Ejecutivo de sus aspirantes en las comunidades, es decir, que cuando Alegría abandone el Gobierno para competir en Aragón en las próximas semanas su sucesor en la portavocía no será uno de los ministros elegidos como próximo cartel electoral.
Sánchez intenta sacar al PSOE del desánimo en el que han caído los socialistas en los últimos antes ante la proliferación de casos de acoso (en Torremolinos, Valencia, Lugo...) y la multiplicación de registros por las causas de corrupción. El presidente ha trasladado a su equipo la intención de seguir adelante, de mantener el rumbo hasta 2027, y en la cúpula se conjuran para aguantar. “Claro que el partido puede resistir”, señalaba el jueves una ministra interpelada por si el PSOE puede sobrevivir a un ciclo electoral adverso: “Ya veremos cómo queda el partido. Estoy convencida de que los resultados irán mejor de lo que pensamos”.
En Moncloa creen que la marejada pasará y que podrán ofrecer una cartera de servicios con la que confrontar el modelo del PP. Y, por ahora, ganan tiempo con la máxima de que el PSOE en las campañas electorales va de menos a más mientras entre los cargos intermedios se ha impuesto el desánimo y una sensación de fin de ciclo.
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