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La relación de Podemos con los medios de comunicación, en tres fases

Pablo Iglesias, a la entrada del Consejo Estatal Ciudadano. Foto: Aitor Riveiro

Aitor Riveiro

La relación entre Podemos y los medios de comunicación ha pasado por distintas fases en los poco más de dos años de existencia del partido: primero desconocimiento y desidia; luego, saturación. Y se ha retroalimentado hasta constituir una suerte de simbiosis en la que ambas partes se beneficiaban. Los medios habían encontrado una veta informativa con un producto que los ciudadanos consumían con avidez. Las búsquedas en Google en las semanas anteriores a las elecciones europeas de 2014 mostraban un interés creciente. Los resultados de aquel 25M lo dispararon.

Aquella convocatoria electoral marcó el primer punto de inflexión en la relación de Podemos con los medios de comunicación. Hasta entonces, los dos periódicos más leídos de España habían pasado de puntillas por el entonces partido emergente. La primera portada que le dieron fue, precisamente, la del 25 de mayo de 2014.

Contra las afirmaciones habituales, la presencia de Podemos en los medios antes de aquella fecha fue limitada. La presentación en el Teatro del Barrio de Madrid de lo que por entonces no era más que un movimiento incipiente reunió a un par de centenares de espectadores y un puñado de periodistas. Algo más transitado, no mucho, fue el debate que protagonizaron Pablo Iglesias y un por algo más conocido Alberto Garzón en la muy cercana Sala Mirador, también en el barrio de Lavapiés de Madrid.

El 'boom' informativo

Los medios radiofónicos y televisivos llegaron más tarde. La primera entrevista en el Hoy por hoy de la Cadena Ser fue en julio de ese año, excepción hecha del programa Carne cruda que la emisora solo emitía íntegro en Internet. Y TVE no recibió al ya por entonces secretario general de Podemos hasta diciembre de 2014. Casi un año después de su fundación.

Hasta entonces, las ruedas de prensa que ofrecía el partido pasaron de una pequeña sala cedida por Ecooo al Círculo de Bellas Artes y, mucho después, a su propia sede en el centro de Madrid.

En esos meses Pablo Iglesias y Podemos sí tuvieron un altavoz mediático al que supieron sacar rédito: las tertulias de televisión. Los niveles de presencia no eran por entonces tan abrumadores como lo fueron luego pero su traslación a las redes sociales, gracias a YouTube y a través de Facebook y Twitter, hicieron el resto. Hasta el punto de que desde Izquierda Unida se pidió a la Junta Electoral que prohibiera, sin éxito, que los candidatos acudieran a dichas tertulias.

Tras las europeas, Podemos comenzó a copar la atención de los medios. Primero, como un gran fenómeno que generaba audiencia. Mucha audiencia. La presencia de Pablo Iglesias era sinónimo de éxito. Y poco a poco se dieron a conocer más portavoces del partido. Su éxito no era tan destacable como el del líder pero aún así eran bienvenidos.

El cénit llegó con la Asamblea de Vistalegre, que se prolongó hasta mediados de noviembre, y la extensión territorial del partido. 2015 arrancó con la multitudinaria Marcha del Cambio pero, como explicó meses después Íñigo Errejón, para entonces ya se había “nublado” el clima en Podemos.

Aquel mismo mes de enero Iglesias protagonizó un primer enfrentamiento directo con un periodista, Eduardo Inda, quien por entonces trabajaba para El Mundo, que había publicado informaciones y dado opiniones que tenían como objetivo relacionar al partido con ETA y con Venezuela. El diario que por entonces dirigía Pedro J. Ramírez había publicado también los problemas de Juan Carlos Monedero con Hacienda que le llevaron a dimitir de sus cargos. En esas fechas, el fundador del partido era objeto de muchas informaciones, algunas que luego fueron refutadas como su falso currículum.

Pablo Iglesias aprovechó una de sus habituales presencias en La Sexta para atacar personalmente a Inda. La oleada de reproches fue enorme. Entonces, el líder de Podemos ensayó una disculpa que ha utilizado otras veces: pedir perdón por el tono y la personalización, pero no por el fondo de lo dicho.

Las imputaciones de delitos

No fue el primer enfrentamiento. Iglesias dio una entrevista en julio de 2015 a Publico.es y Crític en la que criticó duramente a IU. Tras el revuelo causado, el líder de Podemos arremetió contra los entrevistadores.

Desde entonces, la relación de Podemos con los medios no ha mejorado. En ambas direcciones. Pero con una diferencia: a Podemos se le comienzan a imputar delitos muy graves en las portadas de los diarios, así como en radio y televisión.

Los más recurrentes son los referidos a la supuesta financiación ilegal del partido por parte de Venezuela e Irán. El último ejemplo fue el llamado Informe PISA, un documento realizado supuestamente por agentes de policía sin identificar que fue descalificado por el Tribunal Supremo cuando le llegó dentro de una querella presentada por Manos Limpias pero del que se han publicado todos sus extremos en muchos medios.

El Tribunal Supremo consideró que el informe no tenía ningún valor para investigar a Podemos. El documento, sin sello de ninguna unidad policial ni firma de funcionario, fue publicado en vísperas de la constitución del Congreso y desgranado durante las negociaciones para la investidura. También se achacaba a la posibilidad de que Podemos tocara gobierno una posible catástrofe económica.

El último encontronazo de Pablo Iglesias con la prensa ha sido el miércoles pasado. En una presentación de un libro en la universidad, el líder de Podemos arremetió contra un redactor de El Mundo. Iglesias ha tenido que salir al paso del aluvión de críticas y a pedir perdón. Otra vez por las formas, no por el fondo.

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