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La invasión de un pez de acuario amenaza con el exterminio de la margaritona, la almeja de río al borde la extinción

Un macho de 'Rhodeus amarus'.

Raúl Rejón

Apenas mide siete centímetros, pero amenaza con ser el golpe de gracia final para una de las especies animales más amenazadas de España. El amaro (Rodheus amarus), un pequeño pez de la familia de las carpas y utilizado para poblar acuarios recreativos, se ha expandido desde el área del mar Negro y está a las puertas de la península ibérica. Para poner sus huevos, la especie parasita las almejas de río, las náyades. Le sirve cualquier variedad para alojar sus embriones. Entre estas almejas de agua dulce está la margaritona (Margaritifera auricularia), declarada en peligro crítico de extinción el pasado verano. Tan en peligro como el lince ibérico o el visón europeo.

Un reciente estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas explica cómo este pez ha ido colonizando Europa del sur y ya ha llegado a los ríos meridionales de Francia. También advierte de que una llegada a los ríos españoles del amarus “amenaza la ya crítica situación de algunas especies de náyades o almejas de río”. Estos moluscos son esenciales para los ecosistemas fluviales por su labor de filtrado (y limpieza) del agua de los ríos.

Esta especie de pez invasor tiene un ciclo de vida muy característico: “Desova dentro de las branquias de las náyades dificultando su supervivencia”, puntualizan los técnicos del CSIC. “Su llegada sería el golpe de gracia”, explica a eldiario.es uno de los autores del estudio, Joaquín Soler Girbés del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

El Rodheus amarus llega a los ríos por sueltas intencionadas o accidentales. Soler relata que se ha constatado que “como es similiar a la carpa en estado joven, adultos de esta especie han llegado a los cursos en liberaciones de alevines de carpa”. A eso se le añade que el cambio climático ha favorecido su colonización. “Es una variedad más termófila que otras de aguas frías así que el calentamiento global facilita su expansión”, admite el investigador.

Esta nueva invasión biológica que avanza desde Europa del este ataca una de las especies más delicadas de la fauna ibérica. La hembra del pez despliega un conducto de varios centímetros para inocular los huevos en el molusco y allí se desarrollan los embriones que parasitan al bivalvo. Las almejas “actualmente están en un estado de conservación pésimo”, según los análisis de los técnicos. “En los últimos años, este molusco ha sufrido mortandades masivas en España que han conducido a la desaparición de la mayoría de los ejemplares”, describe el informe.

Según los científicos del CSIC, es muy difícil que la margaritona aguante una nueva agresión añadida como la que supondría encontrarse en sus aguas con ejemplares de amaro y sus embriones parásitos. En la actualidad, los dos principales factores que diezman la especie son la contaminación de las aguas fluviales y el desembarco de la almeja de río asiática (otra especie exótica). 

Los investigadores relatan que la variedad exótica de pez de acuario “todavía” no ha desembarcado en la península por lo que solicitan que el Gobierno lo declare especie invasora por el riesgo que representa para la almeja. “La llegada de Rhodeus amarus podría suponer el final definitivo”, comenta el experto en malacología del MNCN, Rafael Araujo. Si es invasora no podría comercializarse.

“Un buen candidato”

El Ministerio de Transición Ecológica fue informado de esta preocupación en una reunión específica sobre la margaritona el 6 de marzo pasado. Uno de los asesores científicos del Ministerio alertó sobre el descubrimiento de este pez en Francia y de su peligro potencial. “Es, sin duda, un buen candidato para entrar en el catálogo de especies invasoras, con carácter preventivo”, cuentan fuentes de Transición Ecológica. Además, valoran la posibilidad de “realizar un análisis de riesgos para ser propuesto a la comisión para incluirlo en la lista de especies preocupantes de la UE”.

Las especies invasoras son una peligro ambiental de primera magnitud.  El pez amaro que amenaza la almeja fluvial pone en riesgo, además, el esfuerzo millonario que está suponiendo desde hace años los distintos programas públicos de recuperación de la náyade española. Incluso toda la gestión de la Confederación Hidrográfica del Ebro ha estado atravesada por los trabajos para salvar esta especie.

Así, el proyecto LIFE de la Unión Europea específico para este molusco contó con más de 800.000 euros entre 2004 y 2008 para su financiación. Pero, además, el Gobierno de Aragón (el 99% de la población está en la cuenca aragonesa del Ebro) mantiene un programa especial con asignación anual de más de 100.000 euros.

El esfuerzo por salvar a la náyade incluye fondos estatales que se distribuyen cada ejercicio a las comunidades autónomas con alguna presencia de margaritona en sus ríos. También está en marcha la creación de un centro de recuperación en terrenos de la Confederación del Ebro de más de 600.000 euros. El Gobierno de Aragón ha asignado a cada ejemplar de esta variedad de almeja un “valor monetario” de 16.000 euros para calcular sanciones. Hay unas 5.000 en toda España.

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