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De la cuarentena en la playa al contagio local: un mes de convivencia con el coronavirus en España

Un turista se asoma desde el balcón de su habitación en el hotel del sur de Tenerife, que permanece aislado tras detectarse cuatro casos de coronavirus de Wuhan.

Raúl Rejón

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El coronavirus COVID-19 llegó a España el 1 de febrero. El primer caso era el de un ciudadano alemán de visita en La Gomera que fue ingresado. El 14 de febrero era dado de alta. Lo mismo ocurrió con un británico residente en Mallorca y contagiado en Francia. Sin embargo, cuando el brote en Italia se aceleró hacia el 20 de febrero, parecía solo cuestión de tiempo que los casos se multiplicaran en nuestro país.



La cuarentena multitudinaria

Un médico italiano y su esposa fueron diagnosticados en Tenerife el 24 de febrero. Dos compañeros de viaje del matrimonio también han resultado positivos. Eso hizo que casi un millar de personas –entre huéspedes y trabajadores– del hotel donde se alojaba esta pareja fueran retenidos en cuarentena. La cantidad de personas recluidas en el complejo (aunque estaban asintomáticos) convirtieron esta medida de prevención en una noticia mundial. Este jueves 27 de febrero, los primeros grupos comenzaron a abandonar las instalaciones hoteleras. Ninguno de los aislados allí desarrolló síntomas.

No ha sido el primer grupo aislado. Cuando la epidemia cobraba fuerza en China, al decretarse la cuarentena en la ciudad de Wuhan, la prioridad para un grupo de países europeos (entre ellos España) fue repatriar a nacionales. Francia fletó dos vuelos específicos y en uno de ellos regresaron 25 españoles. Este grupo fue trasladado directamente el 31 de enero al Hospital General de la Defensa en Madrid para pasar 14 días aislados. Ninguno desarrolló síntomas y salieron una vez cumplido el tiempo de cuarentena. Esta semana, otras cinco personas provenientes de China han sido internados en el hospital para pasar su cuarentena.

Incertidumbre y medidas irracionales

Su rapidez de expansión, la novedad del virus y el desconocimiento sobre la enfermedad ha redundado en una incertidumbre que alimenta las reacciones basadas en el miedo más que en la ciencia. El ejemplo más claro se ha visto en la demanda desorbitada de mascarillas. Sobre todo una vez que el brote se multiplicó en Italia. A pesar de que las autoridades sanitarias de ese país, las españolas y la Organización Mundial de la Salud han repetido que no aportan nada en personas sanas, se han multiplicado las imágenes de ciudadanos llevando máscara. La demanda en España ha crecido un 8.000%.

Tampoco hay aval para expandir los controles de temperatura en las entradas por aeropuerto. De hecho, Italia adoptó este protocolo antes incluso de que se multiplicaran los infectados en su territorio. “El uso descuidado de la palabra pandemia no tiene ningún beneficio tangible, pero tiene un riesgo significativo en términos de amplificar el miedo y el estigma innecesarios e injustificados, y los sistemas paralizantes”, ha tenido que repetir varias veces el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

La circulación silenciosa del virus

Una italiana residente en Barcelona fue la primera infectada registrada en la península ibérica. Había regresado de su país por lo que fue un contagio importado. Un día después, el 26 de febrero, se constató en Sevilla que un hombre se había infectado sin haber estado en zonas de riesgo, así que se inició una nueva fase: había contagio autóctono. Se detectó al ampliar los criterios a la hora de analizar casos potenciales y revisar enfermedades respiratorias cuya causa no fuera conocida.

Esto ha conllevado una serie de realidades: el sistema sanitario ha aumentado las medidas de detección para contener la expansión y el Ministerio de Sanidad elevó el riesgo de contagio a moderado. A partir de entonces, se han detectado nuevos enfermos en Madrid, Aragón, Comunitat Valenciana, Castilla y León, Canarias y Catalunya. En la noche de este viernes el registro superaba la treintena de afectados.

El caso de Sevilla y dos de los detectados en Madrid indican que el virus llevaba circulando un tiempo por España y que muchos casos son leves y han pasado inadvertidos. Como consecuencia, se comprueba que la letalidad de la enfermedad es baja a pesar de que el patógeno se transmite con facilidad. El virus se contagia con relativa sencillez, pero su ataque a la salud no es tan fuerte.

Si hay sospecha de enfermedad, mejor llamar

COVID-19 causa fiebre, tos y dificultad respiratoria. Puede evolucionar a neumonía. La Organización Mundial de la Salud ha explicado que, ante la sospecha de estar contagiado, lo preferible es llamar desde casa a los servicios de salud. “Es normal estar intranquilo si se vive en una zona afectada”, han asegurado.

Al ser una patología vírica no puede tratarse con antibióticos –que se aplican a las infecciones por bacterias–. La OMS ha contado este viernes que se trabaja en una veintena de proyectos de vacuna y medicamentos: “Habrá resultados en semanas”, han dicho sus responsables. Los casos más graves (incluidos la mayoría de fallecimientos) se han concentrado en personas de edad avanzada y, en muchas ocasiones, que tenían otras enfermedades previas ya en curso. A estas alturas de la evolución de la enfermedad se registran más recuperaciones que nuevos casos al día en el mundo. Más del 90% de infectados siguen estando en China.

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