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La ONU destaca la brecha de género en los contagios entre sanitarios en España: más del 70% son mujeres

La ONU destaca el brecha de género en los contagios entre sanitarios en España: el 73% son mujeres.

Sofía Pérez Mendoza

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El Ministerio de Sanidad puso en marcha a principios de abril una encuesta a los profesionales sanitarios para estudiar por qué la tasa de contagios era tan elevada, así como un estudio con 4.000 muestras para evaluar el riesgo del desarrollo de la enfermedad del que poco ha trascendido. El Gobierno activó estos recursos presionado por el alto porcentaje de infecciones entre los trabajadores de los hospitales. Dos semanas después, y con los test de detección para sanitarios ya en marcha en todas las comunidades, Sanidad ha admitido que el gran número de contagios pudo deberse a que el personal estuvo “indebidamente protegido” y ha tenido que retirar un lote de mascarillas distribuidas por las comunidades al constatar que no hacían correctamente su función.

Esa falta de protección y, como consecuencia, los contagios, han afectado especialmente a las mujeres. ONU Mujeres destaca el caso de España por la brecha de género en las infecciones en la primera línea en un informe titulado: “COVID-19 y género: ¿qué sabemos; qué necesitamos saber?”. El 73,6% de las sanitarias que tienen o tuvieron la enfermedad son mujeres, según el último informe del Instituto de Salud Carlos III, con fecha 16 de abril, basado en una muestra de población de 122.487 casos positivos (un 67% del total de contagios en España).

La lista de profesionales con COVID-19 ya suma 31.788 personas, un 15,6% del total. El porcentaje no ha dejado de subir. Sanidad no aporta el desglose por sexo de las cifras totales. La evidencia científica no distingue una especial propensión al contagio entre las mujeres (más bien, al contrario, una menor letalidad que en los hombres), por lo que la respuesta a este sesgo, advierten los epidemiólogos, se encuentra en otro lugar: la feminización de ciertas profesiones, como la enfermería.

“Dentro del personal de enfermería, más del 80% son mujeres. También hay muchas mujeres en las plantillas de médicas más jóvenes. Una primera línea, digamos, formada por mujeres”, indica Fernando Rodríguez-Artalejo, director del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Los datos lo constatan. El porcentaje medio de mujeres en enfermería de Atención Primaria es del 78,68% y llega al 96% en comunidades como Navarra, según las cifras oficiales de Sanidad del año 2017. Entre los médicos especialistas, los números están más equilibrados aunque porcentualmente hay más facultativas: un 51% de médicas en hospitales y un 59% en medicina de familia en los centros de salud.

Esta distribución no es excepcional en España. La ONU reporta cifras similares en toda Europa y aún más desiguales en América (con solo un 14% de enfermeros) o África, donde las mujeres médicas representan el 28% del total. “Quizá no es tan sorprendente que en España haya más del doble de casos en trabajadoras de la salud que en sus compañeros hombres”, dice Naciones Unidas en el citado informe.

Con estos datos sobre la mesa, los epidemiólogos subrayan la importancia de desagregar los datos por edad y por sexo, simultáneamente. “Es muy importante entender muy bien las cuestiones de género. Epidemiólogas feministas hace 20 o 30 años ya decían que si enferma una mujer, enferma toda la familia”, apunta Rodríguez-Artalejo.

Un editorial publicado a mediados de marzo en la revista científica The Lancet advertía de que recoger cómo la pandemia afecta de modo diferente a hombres y mujeres es un “paso fundamental para entender los efectos primarios y secundarios en la emergencia” y para diseñar políticas públicas.

Para Alda Recas, presidenta de la Asociación Madrileña de Enfermería (AME), “la brecha de género en momentos de epidemia se acentúa, tanto en el cuidado formal que damos las enfermeras como en los colectivos de cuidado informal (cuidadoras, dependientes, mayores...)”. “Si a eso le sumamos que la mayoría somos mujeres, la brecha se amplía aún más”, denuncia.

La ONU advierte que experiencias previas de infecciones, como el ébola, muestran que, cuando el sistema de salud se resquebraja (como en los momentos de desborde asistencial en el pico de la pandemia), son las mujeres las que actúan como cuidadoras domésticas no retribuidas con, a menudo, efectos devastadores sobre su salud“.

“Las mujeres están en la primera línea de la respuesta y asumen mayores costos físicos y emocionales, así como un mayor riesgo de infección en la respuesta a la crisis”, dice un documento de Naciones Unidas sobre cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis. “En la crisis del ébola, las mujeres tenían más posibilidad de infectarse por asumir predominantemente el rol de cuidadoras de familiares y también las labores en primera línea sanitaria”, apunta, en el mismo sentido, el editorial de The Lancet, que subraya que el 90% de las trabajadoras de la sanidad en Hubei, la provincia donde se ubica Wuhan, eran mujeres.

Un nuevo susto: mascarillas defectuosas

Aún hay muchas dudas a la hora de trazar los contagios entre sanitarios. El Ministerio de Sanidad vuelca en su documento de información científico técnica sobre la COVID-19 que, en un escenario de transmisión comunitaria, “los sanitarios también podrían haber contraído la infección en la comunidad o en el centro sanitario en zonas donde no utilizaban equipos de protección”.

Un estudio realizado en el hospital Doce de Octubre concluye que los profesionales en primera línea se contagiaron en el mismo porcentaje que aquellos que estaban en labores administrativas. “Que los contagios se hayan producido entre sanitarios es una explicación verosímil para algunas infecciones”, señala el epidemiólogo Rodríguez-Artalejo. “En todo caso –matiza– si hubiera habido material de protección suficientes, se habría contagiado menos y esto a su vez estos menos a los otros”.

La situación actual, coinciden la mayoría de sanitarios, ha mejorado: la presión asistencial ha bajado, hay menos problemas de abastecimiento y las comunidades autónomas están inmersas en la realización de test rápidos y más PCR (aunque aún hay mucho que hacer). En este escenario de paulatina y lenta vuelta a la calma, un lote defectuoso de mascarillas ha alterado de nuevo al personal de los hospitales. El paquete, adquirido a la firma china Garry Galaxy, venía a paliar la falta de materiales. Se repartió en Semana Santa y se utilizó durante 10 días hasta que el viernes el Ministerio de Sanidad ordenó retirarlo.

No se sabe a ciencia cierta cuántas personas usaron ese material. Ante las dudas, comunidades como Murcia decidido aislar a 1.100 sanitarios que pudieron llevarlas. En otras, como Madrid, las medidas son más tibias: “hacer seguimiento y control a los posibles trabajadores afectados por la partida”. Sin embargo, en la práctica no se han planteado controles adicionales en los hospitales. Un trabajador del hospital Clínico que ha utilizado este material asegura que en su centro solo harán la prueba a aquellos que desarrollen síntomas.

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