Euskadi endurece las restricciones para contener el repunte de la COVID-19, que ha devuelto la incidencia a alerta naranja justamente este lunes. Son más de 300 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días cuando eran 235 con el cambio de año. Las medidas principales adoptadas por la mesa de crisis de la emergencia sanitaria (Labi) son el confinamiento provincial -una medida que fue adoptada por el Gobierno de España en la desescalada y fue duramente criticada por el Ejecutivo de Iñigo Urkullu- y un sistema automático por el cual los municipios en alerta roja (más de 500) pasarían también a quedar cerrados salvo las excepciones ya conocidas de ámbito laboral, académico y similares. Se mantuvieron confinados todos los municipios y su perímetro exterior hasta el 12 de diciembre. En ese momento se permitió la movilidad dentro de la provincia y, desde el 23 de diciembre, por toda la comunidad autónoma.