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Científicos aceleran la exploración de civilizaciones sumergidas bajo el mar del Norte y Báltico antes de que los parques eólicos borren todo su rastro

El ascenso del mar borró tierras fértiles que durante milenios fueron habitadas por humanos

Héctor Farrés

5 de septiembre de 2025 12:38 h

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El mar ha borrado territorios enteros que un día estuvieron habitados por comunidades humanas, y ese proceso ha dejado huellas ocultas bajo sus aguas. La última glaciación marcó el inicio de un ascenso global del nivel del mar que transformó llanuras en fondos marinos y cordones costeros en archipiélagos sumergidos.

Ese fenómeno no fue puntual ni aislado, sino un cambio planetario que afectó a asentamientos situados en zonas bajas y fértiles, donde la vida se organizaba en torno a la caza, la pesca y las primeras formas de agricultura.

Esa transformación geológica está hoy en el centro de un proyecto científico europeo que busca localizar y estudiar vestigios de sociedades hundidas en el mar del Norte y en el Báltico.

Un consorcio europeo lanza una misión científica para localizar vestigios hundidos en el norte de Europa

El consorcio internacional SUBNORDICA, integrado por instituciones del Reino Unido, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca, ha iniciado un plan de investigación a gran escala con el fin de recuperar información sobre comunidades que habitaron esas llanuras antes de que quedaran sumergidas.

Entre sus objetivos figura Doggerland, un territorio que hace unos 8.200 años formaba parte de una extensa planicie del mar del Norte. Los investigadores esperan que los estudios de geología marina y arqueología ofrezcan pistas sobre la forma de vida en esa región, que desapareció bajo las aguas cuando el deshielo se aceleró al final de la última Edad de Hielo.

La ciencia usa sondeos, magnetómetros e inteligencia artificial para rastrear asentamientos

El arqueólogo Peter Moe Astrup, del Moesgaard Museum en Dinamarca, señaló en una comunicación oficial que “SUBNORDICA investigará la importancia de las antiguas líneas de costa y sus recursos para los humanos”. Indicó también que “a través de prospecciones en la bahía de Aarhus se determinará la extensión de los asentamientos costeros respecto a los interiores y la forma en que se explotaban los recursos marinos entre los años 9000 y 8500 antes de nuestra era”. Esa información servirá para orientar futuras campañas en enclaves más difíciles de explorar.

El profesor Vincent Gaffney, que lidera el Submerged Landscapes Research Centre de la Universidad de Bradford, explicó en un comunicado que “20.000 años atrás el nivel global del mar estaba 130 metros por debajo del actual”. Añadió que “con el progresivo calentamiento global y la subida del mar desaparecieron paisajes únicos que habían albergado sociedades humanas durante milenios”. La iniciativa que dirige busca aplicar nuevas tecnologías para mapear áreas de interés y cruzar datos con registros históricos que hasta ahora permanecían sin analizar.

Los métodos incluyen sondeos sísmicos, análisis acústicos del fondo marino, perforaciones y herramientas de inteligencia artificial que permitirán reconstruir con más detalle entornos costeros desaparecidos.

La Universidad de Bradford informó que utilizará información procedente de magnetómetros diseñados originalmente para evaluaciones de impacto ambiental de futuros parques eólicos. Según los responsables del proyecto, ese tipo de datos ofrece pistas sobre zonas de turberas y antiguos cauces fluviales, claves para localizar posibles yacimientos humanos enterrados bajo los sedimentos.

La urgencia científica choca con la expansión de los parques eólicos en aguas del norte europeo

La presión del tiempo resulta evidente porque muchos de los espacios seleccionados para la investigación coinciden con áreas destinadas a la instalación de parques eólicos marinos.

Países como Reino Unido, Países Bajos o Dinamarca han apostado por ampliar de forma masiva la producción de energía renovable en las plataformas continentales, lo que restringirá el acceso de los científicos a regiones con potencial arqueológico.

La construcción de infraestructuras en el mar, necesaria para afrontar el cambio climático, se cruza así con la urgencia de rescatar fragmentos del pasado que corren riesgo de quedar inaccesibles.

La costa europea perdió más de un millón de kilómetros cuadrados de tierra habitable

Los cálculos de los investigadores apuntan a que hace miles de años existían más de 1,16 millones de kilómetros cuadrados de tierra emergida a lo largo de la costa europea, un espacio que en aquel momento era de gran atractivo para las comunidades prehistóricas.

La subida de los océanos lo transformó todo en pocos milenios, y ahora los especialistas trabajan a contrarreloj para descifrar cómo se adaptaron aquellas sociedades a un cambio climático que alteró sus vidas por completo.

El mar sigue ocultando esos paisajes perdidos, y la investigación actual pretende recuperar fragmentos que expliquen cómo se organizaban quienes habitaron Doggerland y otras zonas semejantes, justo antes de que el agua se tragara sus pasos.

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