Hürrem Sultan pasó de esclava a reina y cambió para siempre el papel de la mujer en la corte otomana

El matrimonio formal entre el sultán y Hürrem marcó una ruptura histórica con la tradición otomana

Héctor Farrés

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Los muros del viejo Topkapi no estaban diseñados para contener la ambición de una mujer como ella. En uno de los patios del harén, una esclava de origen ruteno se abría paso entre intrigas, rivales y códigos ancestrales que llevaban siglos sin ser cuestionados.

No tenía apellido noble ni respaldo político, pero supo cómo aprovechar cada gesto, cada mirada, cada instante que compartía con el sultán. Así empezó el ascenso de Hürrem Sultan, la concubina que transformó su posición en un poder sin precedentes dentro del Imperio Otomano.

La figura de Hürrem, a la que también se conoce como Roxelana, empezó a destacar en torno a 1521, cuando Solimán el Magnífico ya mostraba un interés particular por ella frente al resto de sus favoritas. Esa preferencia rompía con la costumbre vigente, que limitaba la relación del sultán con una concubina a un solo hijo. Ella tuvo seis, y se mantuvo en la corte de Estambul en lugar de acompañar a alguno de sus hijos varones a gobernar en las provincias. Este cambio en el trato y en el estatus marcó un punto de inflexión en el protocolo otomano.

La rivalidad en el harén escaló hasta influir en la sucesión del Imperio Otomano

Aquel trato especial quedó definitivamente confirmado cuando, en torno a 1533, Solimán se casó oficialmente con ella. Ningún sultán había hecho algo semejante en siglos. El cargo de haseki sultan, que implicaba su reconocimiento como esposa legítima, fue creado exclusivamente para ella. Según recoge el historiador Leslie Peirce en su obra The Imperial Harem, esa decisión consolidó el acceso de Hürrem al poder institucional y político de la corte.

La relación privilegiada entre Solimán y Hürrem alteró normas centenarias al permitirle quedarse en la corte tras tener varios hijos

La ruptura con las normas del harén provocó tensiones internas, especialmente con Mahidevran, madre del primogénito Mustafá, que hasta entonces había sido la favorita. La disputa por el futuro del trono se convirtió en un conflicto latente.

La rivalidad entre las dos mujeres no solo afectaba al equilibrio del harén, sino que también se proyectaba sobre las decisiones del propio sultán. En palabras del cronista otomano Mustafa Âlî, citado por la Universidad de Harvard, Solimán “tomó la decisión más extraordinaria que se recuerda en generaciones: casarse con una esclava”.

El alcance diplomático de Hürrem transformó su historia personal

Ese volantazo en la estructura del poder otomano se extendió también al ámbito diplomático. Hürrem mantuvo correspondencia oficial con monarcas extranjeros, entre ellos el rey Segismundo II Augusto de Polonia.

La Fundación del Patrimonio Otomano documenta que su carta, escrita en nombre del sultán, permitió estrechar los vínculos con el país del que ella misma había sido arrancada siendo una adolescente. Con este gesto, su papel dejó de estar limitado a los asuntos internos del palacio.

Su influencia fue más allá de los círculos de poder. Impulsó la construcción de comedores públicos, hospitales, madrazas y baños en ciudades como Estambul, Jerusalén y La Meca. El Centro de Estudios Islámicos de Estambul detalla que uno de los complejos benéficos más grandes que mandó construir fue el de la Mezquita de Solimán, donde hoy se encuentra su tumba. En esa estructura, planeada como una fundación caritativa, se atendía diariamente a cientos de personas sin recursos.

El camino hacia el trono de Selim II

Ese perfil benefactor no impedía que siguiera siendo una figura importante en las maniobras internas de palacio. En 1553, el príncipe Mustafá fue acusado de conspirar contra su padre. La ejecución se produjo por orden directa del sultán.

La relación entre Solimán y Hürrem cambió el destino de las concubinas para siempre

Aunque no hay pruebas concluyentes, varios investigadores como Anthony Alderson sostienen que Hürrem pudo haber influido en esa decisión con el objetivo de asegurar la sucesión de uno de sus hijos. Finalmente, Selim II fue proclamado nuevo sultán tras la muerte de Solimán en 1566.

Hürrem Sultan había fallecido ocho años antes, en 1558, tras una enfermedad prolongada. Fue enterrada junto a la mezquita que ella misma mandó construir, en un mausoleo que aún hoy se conserva. El gesto del sultán de hacer levantar su propio sepulcro junto al de ella consolidó la imagen de una unión inusual en la historia imperial otomana.

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