Mujeres al mando y movilidad social abierta a extranjeros: así se mantuvo durante mil años una sociedad del Cobre ibérico

La organización de objetos valiosos sobre el cadáver de una mujer joven mostró una jerarquía aceptada por todos

Héctor Farrés

0

Una disposición singular de objetos marcó la jerarquía dentro de una tumba aislada. El enterramiento correspondió a una mujer joven que ocupó una posición dirigente dentro de su comunidad, con materiales exóticos colocados sobre el cuerpo y una organización del espacio que evidenció autoridad social. Esa disposición concentró colmillos de elefante, cristal de roca y ámbar, materiales ajenos al entorno inmediato, y generó una referencia clara de liderazgo femenino dentro del grupo. Con ello la estructura funeraria reflejó una cadena de mando reconocida por el conjunto de la comunidad.

El estudio del yacimiento de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán documentó una sociedad de la Edad del Cobre con liderazgo femenino, alta movilidad y jerarquización limitada. El análisis se basó en 126 individuos enterrados entre hace 4.900 y 4.650 años, lo que permitió reconstruir pautas sociales, demográficas y rituales con una resolución inédita. Así el conjunto aportó un marco empírico sólido para interpretar la organización interna del asentamiento.

Las tumbas destacadas situaron a las mujeres como figuras de poder

El protagonismo de las mujeres se manifestó en varios contextos funerarios. La tumba conocida como la Dama de Marfil reunió el ajuar más rico del periodo pre-campaniforme en Iberia y correspondió a una mujer joven enterrada en solitario. Otra fosa albergó a siete mujeres y niñas depositadas en fases sucesivas, además de coincidir con una de las estructuras más antiguas del sector, y de ese modo los datos situaron a las mujeres como agentes políticos y religiosos con capacidad de mando reconocida en distintos momentos.

La movilidad fue otro rasgo central del grupo. El análisis de isótopos de estroncio indicó que el 52% de los individuos no se criaron en el entorno inmediato del asentamiento. Hombres y mujeres presentaron proporciones similares de procedencia externa, lo que descartó un patrón residencial basado en el desplazamiento de un solo sexo, y así Valencina funcionó como un espacio de agregación para personas de distintos orígenes. En paralelo, el parentesco biológico resultó limitado en las tumbas colectivas, aunque se documentó un vínculo de segundo grado entre dos hombres con trayectorias sociales distintas.

La procedencia diversa de los individuos mostró una comunidad abierta y móvil

Las prácticas funerarias mostraron una variedad amplia. Se registraron inhumaciones primarias y secundarias, enterramientos individuales y colectivos, y posiciones corporales diversas. Los niños y adolescentes estuvieron infrarrepresentados, con solo el 19% del total, y nunca aparecieron enterrados en solitario ni con objetos de prestigio, por eso el estatus social se adquirió durante la vida y no se asignó al nacer dentro de esta comunidad.

Durante décadas, el conocimiento de la Edad del Cobre ibérica estuvo limitado por la falta de restos humanos bien contextualizados. Ese obstáculo comenzó a superarse en el siglo XXI con excavaciones sistemáticas y el uso combinado de análisis bioarqueológicos, péptidos de amelogenina, ADN antiguo y mercurio total. La detección de niveles elevados de mercurio, asociados al uso del cinabrio, afectó de forma recurrente a mujeres, lo que añadió información sobre prácticas rituales y exposición prolongada, y así Valencina quedó definida como una formación social compleja con continuidad durante casi mil años.

Etiquetas
stats