Esta embarcación sigue de cerca en el Estrecho movimientos de orcas para intentar protegerlas
La orca ibérica, una subpoblación distinta de cetáceos de la familia de los delfínidos y los “delfines” más grandes del mundo, habita desde hace mucho las aguas del Estrecho de Gibraltar y el Golfo de Cádiz. Estos animales, con un tamaño relativamente pequeño si se compara con otras subpoblaciones, llegan a medir entre 5 y 6,5 metros en adultos. No son ballenas sino odontocetos, y se alimentan exclusivamente de atún rojo del Atlántico. Su identidad poblacional es única, estando genéticamente aisladas de otras orcas del Atlántico nororiental. Pero, como tantas otras especies, está en peligro.
Actualmente, la orca ibérica se encuentra en una situación crítica. Fue catalogada como “vulnerable” por el Ministerio de Medio Ambiente español en 2011 y calificada como “En peligro crítico” por la Lista Roja de la UICN en 2019. Esta designación se debe a tres razones, principalmente: su reducido número de ejemplares, estimados entre 20 y 35 ejemplares localizados en las mencionadas aguas gaditanas; a la alta mortalidad de los recién nacidos; y a la dependencia de una especie de presa, a su vez, también en peligro de extinción, como es el atún rojo. De ahí la campaña que han iniciado WeWhale y Sea Shepherd France, iniciativa que lleva por nombre “Save the iberian orca” y cuya punta de lanza es el Walrus, una embarcación que sigue de cerca los movimientos de las orcas.
Una de las premisas mencionadas y de la que parten los expertos en esta subpoblación marina es que los patrones de dispersión y migración de estas orcas están intrínsecamente ligados a la disponibilidad del atún rojo. Migran hacia el norte desde el Estrecho de Gibraltar durante el verano, siguiendo al atún, y regresan a la zona del Estrecho en invierno, permaneciendo hasta finales de primavera. Sus estrategias de alimentación incluyen la caza activa del atún hasta el agotamiento o la depredación de atunes capturados por barcos de pesca con palangre, lo que les permite acceder a presas sin esfuerzo y conservar energía.
Juegan o se defienden
Desde 2020, la orca ibérica ha sido protagonista de noticias debido a sus interacciones con veleros, que en ocasiones han provocado el hundimiento de alguna embarcación. Aunque a veces se ha usado la palabra “ataques”, los expertos prefieren evitarla para no estigmatizar a una especie ya amenazada. La teoría más aceptada para explicar este comportamiento es el juego, donde las orcas podrían ver los timones como objetos deseables con los que interactuar, un comportamiento lúdico que también se observa en otras partes del mundo, aunque con menor intensidad.
Otra hipótesis sugiere que estas interacciones podrían ser un comportamiento defensivo, resultado de una mala experiencia o lesión previa infligida por la hélice o el timón de un barco. Es importante destacar que, si las orcas quisieran realmente hacer daño a las personas o hundir barcos, su poder como depredadores de varias toneladas les permitiría hacerlo con facilidad, pero no lo hacen. Cuando un timón se rompe, la orca suele marcharse. Hay estudiosos en la materia que insisten en que hay series o películas que han insistido en ese carácter depredador de las orcas que quizás es exagerado o demasiado tópico, una generalización que para nada ayuda a la defensa y conservación de esta especie.
A pesar de la teoría del juego, es cierto que las orcas ibéricas enfrentan amenazas directas y peligrosas por parte de algunos navegantes recreativos. Se ha documentado el uso de petardos, productos químicos nocivos e incluso armas de fuego para ahuyentar o herir intencionadamente a las orcas. Tras un incidente angustiante en agosto de 2023, donde la tripulación de un barco recreativo disparó a orcas que se acercaban, se presentaron cargos contra los responsables, sentando un precedente legal. Los fieles defensores de la perpetuidad o conservación de estas orcas tienen claro que, sin la acción del ser humano, habría más ejemplares en el mundo en general y en el Estrecho en particular.
Además de estas interacciones directas, las orcas se enfrentan a otras amenazas ambientales. Estas incluyen colisiones con barcos, la contaminación marina y el ruido, así como el riesgo de enredarse en redes de pesca. Recientemente, se han observado casos como el de Atlas, una orca con grandes heridas de hélices, y Ónix, que apareció enganchada a una red de pesca con boyas y bidones, evidenciando los peligros a los que se exponen en su hábitat.
Frente a esta situación crítica, la campaña “Save the Iberian Orca”, impulsada por WeWhale y Sea Shepherd France, despliega una acción directa y multifacética para la supervivencia de esta subpoblación. Equipos marítimos como el del barco Walrus patrullan el Estrecho de Gibraltar cinco días a la semana, monitoreando la población de orcas e interviniendo para prevenir interacciones perjudiciales con los navegantes. Simultáneamente, equipos terrestres recopilan datos cruciales sobre el comportamiento de las orcas. Es decir, trabajan sobre el terreno viendo cuál es la acción concreta y presuntamente perjudicial de más de una embarcación.
La campaña también abarca la acción legal, presentando cargos contra quienes dañan a las orcas ibéricas para exigir responsabilidades y establecer un precedente. En el ámbito de la investigación y educación, un equipo dedicado analiza las interacciones entre orcas y barcos para identificar patrones y ofrecer recomendaciones prácticas a navegantes y autoridades, con el fin de minimizar encuentros estresantes y proteger a los animales. La educación a través de campañas informativas y colaboraciones con educadores marinos es fundamental para fomentar la convivencia y la gestión marina responsable.
El fundador de WeWhale, Janek Andre, subraya la urgencia de las acciones: “No podemos quedarnos de brazos cruzados y no hacer nada mientras esta población está cada vez más amenazada. El momento de actuar es ahora”. La colaboración es clave, de ahí que Sea Shepherd France comparta información sobre la ubicación de las orcas con WeWhale y otras organizaciones, como el Grupo de Trabajo de la Orca Atlántica y la Universidad de Cádiz, para informar a los veleros y evitar interacciones. La campaña “Save the Iberian Orca” busca el apoyo de la comunidad para proteger a esta población aislada y en peligro crítico.
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