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El sueño roto de un portátil para cada niño

El proyecto One Laptop Per Child / OLPC

Teguayco Pinto

En el año 2005 el proyecto OLPC (siglas en inglés de un portátil por niño) nacía con el objetivo de “ofrecer oportunidades educativas para los niños de las regiones más aisladas y pobres del mundo, dando a cada uno, un ordenador portátil de bajo costo”. Aunque el proyecto suscitó algunas críticas en sus inicios, recibió el apoyo de grandes organizaciones internacionales, como Naciones Unidas y el impulso de varios gigantes del sector tecnológico, como Google o Ebay. Diez años después, el proyecto prácticamente ha desaparecido a nivel global y solo pervive en algunos países.

La idea del proyecto era relativamente simple y atractiva, desarrollar un ordenador portátil de 100 dólares para vendérselo a los gobiernos de países en desarrollo. Sin embargo, el proyecto nunca llegó a despegar del todo y los problemas durante el desarrollo y una mala evaluación de los costes, hicieron que prácticamente ninguno de los modelos desarrollados consiguiera bajar de los 200 dólares. Aún así, el proyecto consiguió distribuir unos 2 millones de ordenadores, la gran mayoría de ellos en Uruguay, Perú y Ruanda. 

El cambio de rumbo de OLPC

Una de las críticas más habituales que se hizo al proyecto en sus inicios fue la estrategia seguida a la hora diseñar el producto sin contar con la opinión de sus posibles usuarios. Ya en 2005, el informático Lee Felsenstein, uno de los miembros originales del Homebrew Computer Club, criticaba en un artículo la ausencia de estudios sobre la población objetivo a la que iría dirigido el portátil y se preguntaba cómo era posible que se empezaran a fabricar millones de unidades de un producto “a pesar que no se había tenido en cuenta ni a lo niños, ni a sus padres, ni a las escuelas”.

Pero, sin duda, uno de los principales problemas del proyecto estuvo en el desarrollo del sistema operativo. La idea original del OLPC se basaba en la utilización de un sistema operativo libre basado en Linux y llamado Sugar. Sin embargo, Nicholas Negroponte, uno de los fundadores del proyecto, acusó a los desarrolladores de realizar un software defectuoso e inició algunos movimientos para que la maquina también soportara Windows XP. Las continuas discusiones sobre el cambio de rumbo del proyecto provocaron la marcha de varios trabajadores clave en el desarrollo de Sugar y terminaron con la dimisión del presidente de Software y Contenidos de OLPC, Walter Bender.

El carpetazo casi definitivo al proyecto llegó en julio de 2013, cuando OLPC presentó una tableta con el sistema operativo Android, que se comenzó a vender en EEUU a un precio, 150 dólares, demasiado elevado en comparación con otras opciones del mercado. Tras este movimiento, que parecía lejos de estar pensado para los niños en países en desarrollo, dio la sensación de que OLPC había decidido abandonar sus pretensiones iniciales y la ONG prácticamente abandonó su ordenador portátil. Finalmente, en marzo del año pasado, Wayan Vota, fundador del portal independiente OLPCNews, afirmó en un artículo: “seamos honestos con nosotros mismos, el gran entusiasmo y la energía que nos unió se ha ido. OLPC está muerto”. 

Aunque la OLPC, que no ha querido responder a las preguntas de eldiario.es, nunca ha afirmado públicamente que el proyecto haya terminado, parece evidente que su actividad ha decaído. Así que tras la finalización o mutación del proyecto cabe preguntarse cuál fue el impacto que tuvo. Según ha explicado Vota a eldiario.es, “globalmente OLPC fue un fracaso a nivel educacional, ya que no cambió las prácticas educativas como lo esperaba”.

Escaso impacto en educación

Solo existen dos estudios realizados para analizar el impacto de los portátiles de OLPC en el ámbito educativo, realizados en Perú, en 2012 y Uruguay, en 2014. Ambos estudios concluyeron que el impacto del proyecto en las calificaciones de matemáticas y lectura había sido nulo. Y apuntaba a la falta de formación especifica del profesorado o al mal uso de los ordenadores, como una de las posibles causas de este resultado. “Los portátiles se utilizan en clase fundamentalmente para buscar información en internet, lo que ofrece una pista sobre por qué es razonable no encontrar un efecto sobre estas habilidades”, asegura uno de los estudios.

Sin embargo, en el estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, los investigadores también encontraron “efectos positivos en habilidades cognitivas generales”. Mientras que en el otro estudio, realizado en el Instituto del Estudio del Trabajo (Alemania), se destacaba que “el hecho de que no se encuentren efectos significativos de la utilización de ordenadores en las calificaciones de lectura y matemáticas, no significa que el uso de una computadora para el aprendizaje en la escuela sea inútil. Claramente, puede haber habilidades cognitivas distintas a las analizadas en los exámenes de matemáticas y lectura que el uso de ordenadores haya desarrollado”.

Ruanda quiere empezar de nuevo

Uno de los países que más portátiles de OLPC compró fue Ruanda. A finales de 2012, el proyecto había conseguido distribuir más de 200.000 unidades en 217 escuelas de todo el país, según destaca un informe de la Comisión de Banda Ancha para el Desarrollo Digital. Aunque no existen datos sobre el impacto educacional en este país, según informa el diario rwandés The New Times, una reciente auditoría realizada por el país africano ha mostrado la deficiente gestión realizada. 

Según el informe presentado por las autoridades de Ruanda, “en la mayoría de las escuelas, los portátiles están en sus cajas o en trasteros y no han sido utilizadas”. Además, también se destaca el caso de 4.730 ordenadores, que fueron distribuidos a 13 escuelas que, entre 2010 y 2013, no tuvieron acceso a electricidad.

Pero el país africano no quiere abandonar la gran inversión realizada y pretende comenzar a desarrollar su propio programa de ordenadores asequibles. Para ello, ha llegado a un acuerdo con la compañía Postivo-BGH para montar dispositivos baratos, incluyendo equipos de escritorio, portátiles y tabletas. Según declaró el ministro de Educación del país africano, el nuevo programa “es asequible en comparación con OLPC y será más fácil de manejar”.

Uruguay, un caso aparte

Pero quizás, el caso más exitoso haya sido el de Urugay. En el año 2010 el Gobierno de José Mújica decidió dar un impulso a la idea de OLPC, siendo el primer país en adoptar el programa, incluyéndolo en un plan nacional, el Plan Ceibal, y convirtiéndose en el país que más portátiles ha llegado a comprar, con más de 1 millón de ordenadores distribuidos por todo el territorio.

Para Gonzalo Frasca, investigador informático y fundador de escueLAB, el programa ha sido “un éxito total en Urugay”, aunque puntualiza que “el éxito ha sido de Ceibal y no tanto de OLPC”. Entre las consecuencias positivas del proyecto, Frasca destaca el “impacto de género”, ya que “las niñas, al tener su propio ordenador, quedaron libres de tener que negociar su uso con sus hermanos varones”.

Frasca, al igual que Vota, reconoce que el proyecto a nivel global ha sido “una decepción, pues los objetivos iniciales eran enormemente ambiciosos”, pero asegura que, independientemente de los errores cometidos, “ha sido algo positivo, porque hizo que hubiera un debate sobre la relación entre tecnología y niños, mostrando sus ventajas y problemas”. Algo en lo que coincide Vota, quien afirma que “el proyecto ha estimulado el debate sobre el uso de tecnologías en la escuela, pasando de un ¿debemos hacerlo? a un ¿cómo lo hacemos?”.

Indudablemente, un proyecto que ha conseguido llevar ordenadores portátiles a regiones donde esto era impensable hasta hace solo unos pocos años tiene algo de positivo. Lamentablemente, los problemas y errores iniciales del proyecto, junto a una coyuntura desfavorable, hicieron que el sueño se fuera desvaneciendo. Sin embargo, el proyecto ha abierto un camino cuyas consecuencias a largo plazo de aún están por ver. Al fin y al cabo, tal y como dijo el presidente Mújica durante la presentación del Plan Ceibal, “estamos en medio de un experimento sociológico y, seguramente, algunas de las consecuencias más importantes se nos escapan”.

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