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Andalucía pierde 4,8 millones de euros en año y medio con el atropello de 24 linces ibéricos

Constatan flujo de ejemplares de lince ibérico entre poblaciones al detectar en Córdoba un macho procedente de Andújar

Alejandro Ávila

Un total de 24 linces ibéricos criados en cautividad se enfrentarán por primera vez al reto de vivir en libertad en la primavera del año que viene. Será exactamente el mismo número de estos felinos que se han dejado la vida en el último año y medio en las carreteras andaluzas.

Desde organizaciones ecologistas como WWF, socia del proyecto europeo Life Iberlince, llevan meses poniendo el grito en el cielo ante el goteo de atropellos: en lo que va de año han muerto diez de estos animales en peligro crítico de extinción, que a principios de año sumaban 319 ejemplares repartidos entre Doñana y Sierra Morena.

Con la Unión Europea y la Junta de Andalucía como principales fuentes de financiación, el proyecto Life Iberlince cuenta con 34 millones de euros para proteger al lince ibérico, uno de los felinos más amenazados del planeta, hasta dentro de un par de años. Hoy en día, sin embargo, se ciernen sobre este gran felino dos grandes amenazas que frenan su avance: la pandemia del conejo, su principal fuente de alimentación, y las muertes en carretera. La falta de alimento y el aumento de las poblaciones en Doñana, Córdoba y Jaén están obligando al lince ibérico a expandirse hacia otras zonas. Sin embargo, se suelen encontrar en su camino con barreras infranqueables en forma de carreteras y autopistas donde muchos de ellos terminan dejándose la vida.

Cada lince atropellado supone una pérdida económica de entre 115.000 euros y 200.000 euros, según una sentencia de 2012 de un juicio por envenamiento de linces y las estimaciones de WWF. En lo que va de año, se han atropellado ya a diez linces y si sumamos los 14 felinos muertos en 2013, la cifra asciende hasta los 24 ejemplares. Es decir, se han dejado entre 3 millones y 4,8 millones de euros sobre el asfalto de las vías públicas. Dado que el presupuesto para la conservación de este mamífero asciende a 34 millones de euros, eso significa que se ha perdido casi el 15% del presupuesto de su programa de recuperación.

Puntos negros para el lince ibérico

WWF denuncia que hay una serie de puntos negros en los que el Gobierno central y la Junta han de intervenir urgentemente tanto en el entorno de Doñana como en el de Sierra Morena y que son responsabilidad tanto de Madrid como del gobierno autonómico.

La autopista A4 a la altura de Andújar es uno de los mayores puntos negros: allí han muerto cinco linces desde el año pasado. El último, lo hizo el pasado mes de abril. El ministerio de Fomento se comprometió a finales del año pasado a realizar pequeñas tareas de conservación, como el arreglo del vallado o el desbroce de los laterales, para que los linces no acudan en busca de conejos, su principal alimento. Miguel Ángel Simón, director del Iberlince, asegura que “se están estudiando soluciones, ya que la permeabilización de una autopista es más complicada que la de una carretera nacional”.

Luis Suárez, responsable de especies en WWF, destaca, por su parte, que “el Ministerio de Fomento se ha comprometido a empezar las obras en los principales puntos negros” tanto en Doñana como en Sierra Morena y ha manifestado su “preocupación y decepción con la Consejería de Fomento y Vivienda, que es socia del proyecto y ni siquiera tiene firmado el convenio. Hay un millón de euros disponibles para mejorar las infraestructuras que no se está aprovechando”.

La Consejería de Fomento y Vivienda es, precisamente, la responsable del mantenimiento de la A-481 y la A-483, carreteras situadas en el entorno de Doñana donde han muerto cinco linces en el último año y medio.

Aunque para las autovías se requiere una inversión mayor en infraestructuras, Suárez destaca que, para disminuir el riesgo de atropello, la mayoría de las veces basta con “reparar vallados, poner señales de advertencia para reducir la velocidad, colocar bandas acústicas y desbrozar los laterales de las carreteras”. El mantenimiento habitual de las carreteras podría reducir así un peligro que está diezmando la joya de la corona de la conservación europea.

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