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Los restos de los últimos maquis de Sierra Morena ven la luz

Miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera (Aremehisa) en trabajos de exhumación de víctimas.

Carmen Reina

En septiembre de

2012, familiares de los últimos maquis de la Sierra Morena cordobesa

contactaron con la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de

Aguilar de la Frontera (Aremehisa) para intentar buscar los restos de sus parientes

represaliados en la posguerra. El trabajo de esta asociación

permitió que en agosto de 2013 ya se hiciera una primera cata arqueológica en

el cementerio de Adamuz (Córdoba) para constatar si, como creían, los cuerpos

de estos maquis habían sido sepultados allí. Ahora, casi un año después y tras meses de excavaciones, los restos de varios de ellos han sido hallados y

señalados en una primera identificación arqueológica como los cuerpos de

quienes estaban buscando: los integrantes de la denominada partida Romera.

La partida Romera, considerada como el último grupo de

maquis de la Sierra Morena Cordobesa, desapareció entre los años 1943 y 1949,

años en los que sus miembros fueron sometidos a juicios sumarísimos y fusilados

en el cementerio de Adamuz. Ahora, setenta años después, los trabajos iniciados

el pasado mes de mayo por Aremehisa con una subvención de unos 7.000 euros de la

Junta, han permitido localizar los primeros restos: tres personas

sepultadas sin caja y con señales de haber muerto de un tiro.

Paralelamente, la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta

de Andalucía ha puesto en conocimiento del juzgado correspondiente el hallazgo

de estos restos, según ha anunciado su director, Luis Naranjo. De esta manera,

se podrá seguir el protocolo establecido y, si todo va bien, proseguir con las

tareas para exhumar los cuerpos e identificarlos definitivamente. Para ello,

los trabajos previos de pruebas de ADN de los familiares vivos que buscan a sus

seres queridos ya están hechas, de manera que sólo quedaría cotejar las

muestras.

Documentación y testimonios, claves

Documentación y testimonios, claves

Desde la primera cata arqueológica hasta los trabajos que

ahora han dado fruto, la tarea de la Asociación de Aguilar de la Frontera no ha parado. La

búsqueda de documentos en el Ayuntamiento de Adamuz, en el Registro Civil y en

el Tribunal Militar de Sevilla, así como de los testimonios orales del

sepulturero del cementerio y la información y documentación aportada por los

familiares, han sido claves para lograr ubicar los enterramientos.

Esa ubicación exacta del enterramiento se ha obtenido “gracias

a documentación de los registros civiles y de algunos expedientes de juicios

sumarísimos del Tribunal Militar de Sevilla“, cuenta Rafael Espino, presidente

de Aremehisa.

Y tras esa recopilación de información, la solicitud de los permisos pertinentes en

colaboración con el Ayuntamiento para trabajar en el cementerio de la

localidad y realizar un estudio topográfico del camposanto, que han permitido finalmente

el hallazgo que buscaban bajo la dirección técnica de la arqueóloga de la

asociación, Virginia Barea.

“Nos hemos encontrado con cuerpos sepultados sin posiciones habituales de enterramientos, con fracturas en vértebras por muerte violenta, por

un disparo, también en el cráneo“, explica la arqueóloga al mostrar las evidencias de que los cuerpos hallados no habían seguido rito alguno al ser enterrados y presentaban señales de asesinato.

Colaboración de voluntarios por la recuperación de la memoria

Colaboración de voluntarios por la recuperación de la memoria

Ahora, la tarea debe esperar los tiempos del juzgado, para

poder continuar en la búsqueda de más restos. Según la documentación que maneja

Aremehisa, en el cementerio de Adamuz podrían encontrarse hasta 45

represaliados, entre guerrilleros y

enlaces a los que se unieron otras personas, acusadas de colaboradores sin serlo,

que fueron llevadas también a juicios sumarísimos y fusiladas en este

cementerio durante la posguerra.

En los trabajos llevados a cabo por Aremehisa desde la cata

arqueológica del verano pasado han colaborado también voluntarios de otras

partes de España, que se unieron para realizar los primeros trabajos sobre el terreno. “Hay

que agradecer el comportamiento de toda esa gente que mantienen la actitud

digna y comprometida con la recuperación de la memoria histórica“, señala

Espino.

Porque el objetivo, el fin último de este trabajo, es la recuperación de esa memoria y que los familiares puedan saber dónde están

sus parientes y recuperar sus restos. “Nuestro fin es la realización del ciclo completo: localizar,

exhumar, identificar y entregar los restos a sus familiares“, cuentan desde

Aremehisa. De momento, el primer gran paso, ya se ha dado.

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