¿Qué técnicas existen para quedarnos embarazadas sin necesidad de hombres?

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Cristian Vázquez

Muchas mujeres, por diversas circunstancias vitales -como el ser solteras sin una pareja heterosexual estable o ser lesbianas- pueden estar interesadas de métodos reproductivos en los que no se necesite la presencia física de un hombre para asumir la maternidad. ¿Es esto posible? ¿Se hace indispensable el concurso del macho para la procreación? 

En realidad, salvo por el material genético, que se puede conseguir de una donación anónima de esperma, la presencia masculina en la reproducción ya es innecesaria siempre y cuando se recurra a las técnicas de reproducción asistida, en las que nuestro país es líder europeo en cuanto a cantidad de tratamientos y el tercero en el mundo, solo superado por Japón y Estados Unidos.

Según el último registro de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) y el Ministerio de Sanidad, con datos de 2014, en ese año se realizaron un total de 156.865 ciclos de reproducción asistida. El total de nacimientos a través de estas técnicas ascendió a 33.934, lo que significa que el 21,6% de los tratamientos tuvo éxito.

Ese porcentaje se halla dentro del rango del 20% al 30% de probabilidades que, según la SEF, tiene una pareja heterosexual joven y sana de lograr un embarazo si practica relaciones sexuales regulares y sin anticonceptivos. Es decir que, actualmente, las posibilidades de éxito en la obtención del embarazo son prácticamente las mismas sin hombres de por medio,

Esos casi 34.000 bebés fecundados por medio de la reproducción asistida, por su parte, representan una cantidad cercana al 8% del total de bebés nacidos ese año, que según el Instituto Nacional de Estadística fueron 426.303. Se estima, por otro lado, que la tasa de infertilidad en nuestro país se encuentra entre el 15% y el 17%. 

Este dato debe ser tenido en cuenta cuando se busca un embarazo por reproducción asistida, ya que la infertilidad se dispara con la edad, en especial a partir de los 35 años. Se da la circunstancia que la mayoría de las mujeres solteras o lesbianas que buscan un embarazo por reproducción asistida sin hombres, ronda esta edad e incluso se sitúa en los 40 años.

Además, al plantearse tener descendencia, muchas de ellas no tienen claro cuántas opciones existen, ni mucho menos, desde luego, a cuál conviene recurrir en cada caso. Básicamente, los tratamientos pueden ser de dos tipos: inseminación artificial y fecundación in vitro. A continuación ofrecemos una pequeña guía para saber de cuántas cosas hablamos cuando hablamos de reproducción asistida.

Inseminación artificial

La inseminación artificial (IA) es la técnica más simple. Uno de cada tres ciclos de reproducción asistida se realiza por medio de esta técnica. Consiste en llevar el semen hasta el tracto reproductor de la mujer, en general hasta la cavidad uterina (antiguamente se lo depositaba en el cuello del útero, pero llevarlo más allá se ha demostrado más eficaz). Es decir, es una manera de que los espermatozoides lleguen hasta donde no pueden llegar, debido a diferentes causas, de manera natural.

Una de las causas por las cuales los espermatozoides muchas veces son incapaces de recorrer ese camino por su cuenta es su baja calidad: carecen de la motilidad necesaria, o su cantidad es muy baja. Según el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), una de las instituciones más prestigiosas en esta materia, se necesita un mínimo de tres millones de espermatozoides móviles para que la IA dé resultados satisfactorios. También es necesario que la mujer posea al menos una de las trompas de Falopio permeable y tenga la posibilidad de ovular, ya sea de forma espontánea o bien inducida. 

El registro de la SEF indica que se realizaron 40.177 ciclos de IA, a partir de los cuales se contabilizaron 4.873 nacimientos, el 12,1%. Debido a ese bajo porcentaje, el documento señala que es “aconsejable no realizar estos tratamientos a pacientes sin buena reserva ovárica”. Es decir sin unos ovarios en su óptimo punto ovulador, lo cual sucede entre los 20 y los 35 años.

Fecundación in vitro

El latín in vitro significa literalmente 'dentro del vidrio'. Por eso, se engloban dentro de la llamada fecundación in vitro (FIV) todas las técnicas que consisten en lograr la unión del óvulo y el espermatozoide en el laboratorio para luego transferir el embrión al cuerpo de la mujer. Este proceso se puede realizar con óvulos propios o procedentes de donantes, y lo mismo sucede con los espermatozoides.

Una de las variantes derivadas de la fecundación in vitro es el método ROPA o de maternidad compartida para lesbianas. En el mismo, una de las componentes de la pareja dona los óvulos y su cónyuge gesta en su útero el embrión resultante de la fecundación del óvulo con espermatozoides de un donante anónimo.

De esta suerte, una de las mujeres se convierte en madre genética y la otra en madre física; y ambas comparten la maternidad biológica. Uno de los requisitos legales para acceder a este método, que no cubre la sanidad pública, es que las mujeres conformen un matrimonio.

Una técnica particular de FIV es la llamada microinyección espermática, también conocida como ICSI (del inglés: intracytoplasmic sperm injeccion). Se trata de introducir el espermatozoide en el ovocito a través de una aguja microscópica. De este modo, el grado de eficacia es más alto: de un 70% a un 80%, según los expertos del Instituto Bernabéu. Lo que también resulta más elevado en estos casos es el costo económico del tratamiento, que suele hallarse en torno a los 3.000 y 5.000 euros. 

La cantidad anual de ciclos de FIV, según los últimos datos disponibles, fue de 116.688. En 89.685 casos (el 77%) se pudo realizar la transferencia, es decir, llevar el embrión desde el laboratorio hasta el útero de la mujer. Y nacieron, de esta manera, 29.061 bebés. Por ello, la tasa de nacimientos, en este caso, es del 24,9%, más del doble de la correspondiente a la inseminación artificial.

Por lo demás, las estadísticas arrojan algunos datos reveladores en torno a la edad de las mujeres y su relación con la fertilidad. Entre todas las pacientes que recurren a ciclos de FIV con ovocitos propios, el grupo de edad mayoritario (47%) es el comprendido entre los 35 y 39 años. Sin embargo, los ciclos de FIV con ovocitos donados corresponden en su mayoría (68%) a pacientes mayores de 40 años. 

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