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Análisis Bloodborne, el primer gran exclusivo de Playstation 4

Bloodborne

Daniel Moreno

La espera ha sido larga, pero por fin Bloodborne, la nueva obra de Miyazaki y From Software, está entre nosotros tratando de demostrar lo que el genio japonés puede dar de sí con la llegada de la nueva generación de consolas, siendo una obra exclusiva de Playstation 4 que a buen seguro será envidiada durante muchos años por las consolas de la competencia al ser capaz de ofrecer algo que sólo los creadores de Dark Souls son capaces de ofrecer: un videojuego de acción con destacados toques de RPG sumamente desafiante, ambientado en un tan rico como perturbador universo de fantasía que te helará la sangre.

Como decimos, estos últimos meses han sido eternos, sobre todo para los fans de Dark Souls. El motivo es simple, hablamos de una de las franquicias más respetadas, alabadas e imitadas de la generación de Playstation 3 y Xbox 360, alcanzando el culmen de su popularidad con su sobresaliente segunda entrega de 2014. Entre el lanzamiento de ésta y Bloodborne realmente tan sólo ha transcurrido un año, por lo que no son pocos los que temen que la nueva propuesta de Miyazaki nos llegue sin identidad propia, debiendo quizás demasiado de Souls, algo que, aunque no tiene porqué ser malo, sí que repercutiría negativamente en su claro intento por labrarse un nombre como franquicia nueva e independiente.

Seguramente a estas alturas podréis leer decenas de análisis comparando a uno y otro juego. Diciendo que esto era mejor en Dark Souls, pero que tal otra cosa resulta más atractiva en Bloodborne. Sinceramente, alrededor se la anterior obra de From Software se ha generado toda una corriente de seguidores eruditos capaces de conocer en qué momento justo de su desarrollo se levantó Tomohiro Shibuya para ir al baño, por lo que nuestro análisis no irá por esos derroteros. Queremos hablaros de Bloodborne como el juego independiente que quiere ser, sin juzgarle bajo la alargada sombra de Souls. Por ello y porque no todos los jugadores que le echen el guante tienen necesariamente que haber jugado a sus predecesores.

Evolución más que revolución.

Miyazaki reconoció hace escasas semanas que tuvieron que rebajar el nivel de violencia y visceralidad en Bloodborne. ¿El motivo? Nos encontramos ante un universo de auténtica pesadilla, capaz de recordarnos a los mejores survival horrors japoneses debido a la estética de algunas de sus criaturas y a cómo sus responsables buscan la forma de meternos el miedo dentro del cuerpo. Sin embargo este no es un juego de terror, y la ambientación sólo está ahí para cumplir con su cometido: ambientar la obra sin meterse en aspectos jugables. Es por ello que entendemos a la perfección que Miyazaki y compañía pisaran el freno en más de una ocasión.

Bloodborne es violento, es grotesco, es perturbador, es tétrico, es escalofriante, es brutal. Por supuesto. Pero por encima de todo esto es una experiencia de juego profunda, compleja y sumamente enriquecedora para el jugador. Sumergirse en este universo victoriano en el que nuestras mayores pesadillas cobran vida es un reto. No se trata de un viaje en el que suframos por miedo, en el que andemos en constante tensión por lo que se nos muestra en pantalla o por el sonido chirriante que emiten nuestros altavoces. Este universo de pesadilla se deja recorrer con gusto, invitando a que lo saboreemos como si se tratara de un cuento. Sí, de un cuento para adultos, de un cuento salido de una mente trastornada. Pero un cuento al fin y al cabo.

No podemos hacer otra cosa que no sea rendirnos ante el nivel de detalle de los escenarios y de los personajes en todos los sentidos, tanto a nivel visual como sonoro, con los ruidos, quejidos, risas y lamentos que surgen al cruzar la esquina, de cada puerta. Todo ello ayuda a crear un mundo único en el que las almas condenadas vagabundean en su búsqueda de sangre. La sangre de Yharnam. En Souls eran las almas, aquí es la sangre. Es el elemento alrededor del cual gira todo, el que nos permite seguir viviendo para cazar monstruos, para poner fin a su interminable vagar por este mundo antes de que la noche sea eterna. Esa es nuestra misión como cazador.

Empezar en Bloodborne nos recuerda a los mejores años de los RPG. Un enigmático personaje nos dice que firmemos un contrato, insinuándonos de una forma u otra que nos estamos metiendo en la boca del lobo. Ese contrato pasa por crear a nuestro personaje, ese ‘héroe’ que está destinado a matar y morir decenas de veces, pudiendo elegir desde su sexo y edad hasta el tono de su voz, su apariencia física y su origen, el cual por cierto determinará la base de nuestras aptitudes. En nuestras manos está elegir aquel origen que creemos se adaptará mejor a nuestro estilo de juego, velando por factores como la velocidad, la fuerza y la resistencia; o bien elegir ser un ‘desperdicio’, negando cualquier tipo de bonificación.

En cuanto tomamos el control de nuestro personaje, lo primero que nos enseña Bloodborne es a morir. Así sin más, siendo toda una declaración de intenciones. Aquí no hay tutoriales, no hay un cartelito que nos diga cómo empezar a andar, cómo girar la cámara, cómo agacharnos y cómo saltar. En From Software dejan lo de ‘experiencias guiadas’ para otros creadores, contentándose con ofrecer pequeñas pistas a quien quiera leerlas. Una vez hayamos muerto (paso como decimos completamente obligatorio) podremos elegir nuestras primeras armas entre dos de cuerpo a cuerpo y dos a distancia.

Sí, he aquí la primera gran diferencia en términos jugables si lo comparamos con Souls. Bloodborne apuesta por una experiencia mucho más ofensiva y frenética al restar peso al combo arma + escudo y armadura; algo que de paso cuadra mucho mejor con la propia ambientación del juego. Ahora, en vez de andar parapetados detrás de nuestro escudo esperando el momento justo para atacar, la clave consistirá en adelantarnos al enemigo o bien saber esquivar a tiempo para contraatacar ferozmente. Todo es mucho más rápido, y seguramente por ello, aunque parezca que algunos enemigos golpean con poca fuerza o que tenemos viales de sangre para recuperar vida de sobra, casi no nos daremos ni cuenta de que todo eso no ha servido de nada cuando acabamos muertos.

Gran parte de la gracia la encontramos en la variedad de enemigos. Los tenemos de todos los tipos y colores, y aunque algunos no destaquen por contar con una inteligencia artificial desmesurada, lo cierto es que el tándem que crean funciona a las mil maravillas. Los hay pesados, justo de esos que nos obligan a medir muy bien el riesgo/recompensa a la hora de optar o no por plantarles cara. También los hay de base, los cuales están ahí para estorbar en nuestro avance, pero que por el contrario se convierten en una gran amenaza si nos pillan en grupo, más aun teniendo en cuenta que algunos de ellos son muy rápidos, que otros se protegen tras escudos y que unos terceros tratarán de ensartarnos desde la distancia.

También hay perros. Y hablamos tanto de perros de caza putrefactos capaces de alertar a los enemigos de la zona saltándonos por sorpresa como de hombres-lobo gigantes con muy malas pulgas, letales en grupo. Pero el imaginario de criaturas de Bloodborne va muchísimo más allá, presentándonos horribles alimañas mitad hombre mitad insecto, seres con tentáculos y alas de murciélago o cuervos gigantes incapaces de volar. Y no nos olvidemos de los más grandes y desafiantes, de aquellos jefes finales que nuevamente nos obligarán a dar lo mejor de nosotros mismos, poniendo cuerpo y mente en el juego.

Será entonces cuando realmente sepamos lo que podemos dar de sí como jugadores. Algunos tirarán la toalla, quizás a la espera de un mejor momento anímico; mientras que otros no soltarán el mando pase lo que pase hasta haber acabado con ellos. Como siempre será tan importante ser hábil con el mando como inteligente a la hora de planificar todos y cada uno de nuestros movimientos.

Si queremos un instante de paz, no nos queda otra que regresar a El Sueño del Cazador, un lugar idílico entre toda esta pesadilla en el que podremos correr de un lado a otro sin ningún tipo de temor. Desde aquí podremos acceder a las diferentes zonas del juego, subir de nivel a nuestro personaje, comprar y vender objetos, reparar nuestras armas o fortalecerlas añadiéndoles la posibilidad de generar más daño o envenenar a nuestro objetivo. En cuanto a las propias armas, está claro que encontramos un número mucho menor que el visto en Souls, sin embargo todas ellas cuentan con dos formas de uso entre las que podremos alternar con tan sólo pulsar L1, permitiéndonos por ejemplo convertir nuestra cuchilla en una hoja larga.

De esta forma se evita avasallar al jugador con montones de armas de dudosa utilidad permitiéndole además acceder a dos estilos de combate bien distintos con tan sólo pulsar un botón. Por el otro lado, tal y como ya comentábamos, los escudos dejan paso a las armas de fuego, algo que encaja a la perfección con el nuevo estilo ofensivo de Bloodborne. A base de gastar balas de mercurio podremos interrumpir el ataque de los enemigos, pudiendo llegar a ejecutar un demoledor ataque visceral si los aturdimos. Las armaduras también han mutado en ‘trajes’, todos ellos bastante similares aunque perfectamente acordes con la estética del juego; nos ofrecerán la posibilidad de resistir algunas embestidas de los rivales y disminuir el efecto de los estados perniciosos para nuestra salud.

¿Cuánto dura Bloodborne? Pues todo depende de la destreza del jugador, pero así a bote pronto nos atrevemos a dejarlo en unas 40-50 horas. Quizás a los fans de Souls y los RPG les suene un tanto justo, pero es comprensible teniendo en cuenta que los enemigos pueden caer ante nosotros en apenas unos segundos, al igual que nosotros podemos morir en un instante dado el frenetismo del juego. Por supuesto, quien quiera más sólo tiene que dedicarse a coleccionar todas las armas, trajes y objetos, tratando de potenciar a su personaje todo lo posible mientras recorre las zonas secretas que Miyazaki y compañía han escondido a lo largo del juego.

Destacan las Mazmorras del Cáliz, unas áreas especiales a las que sólo podremos acceder si encontramos ciertos objetos. Su gracia radica en que están construidas de forma un tanto aleatoria, por lo que cada experiencia será distinta al alterar tanto los pasillos y salas que recorreremos como la ubicación, número y tipo de los enemigos a los que tengamos que hacer frente. Aquí el reto es si cabe mayor que en el propio juego, por lo que será más que recomendable contar con la ayuda de un colega.

El multijugador: Se buscan cazadores.

Y así llegamos a otro de los grandes puntos de Bloodborne, su componente online. La saga Souls siempre destacó por ofrecer un multijugador fresco e ingenioso que muchos otros han tratado de imitar, consistiendo básicamente en la posibilidad de asaltar partidas ajenas. Bloodborne aprovecha esta fórmula, permitiéndonos disfrutar de la campaña tanto online como offline si queremos evitar asaltos, pero tratando de evolucionar un paso más allá.

Tendremos a nuestra disposición dos campanas. Con una de ellas podemos ofrecer ayuda a otros cazadores (jugadores humanos), pudiendo invadir su mundo para combatir juntos. Igualmente también podemos asaltarles con no muy buenas intenciones. Con la otra campana podremos pedir ayuda a otros jugadores para que se sumerjan en nuestra partida. Si queremos jugar con un amigo, la cosa se vuelve algo rocambolesca y poco intuitiva, al requerir de ciertos glifos y contraseñas, por lo que no será tan fácil como invitarle desde nuestra lista de amigos de PS4, algo que desde From Software parecen ver como demasiado artificial.

Por supuesto también vuelven los mensajes de los jugadores. Cualquiera puede dejar un mensaje al resto de la comunidad, y el resto de jugadores lo votarán según crean que la información ofrecida es útil o no. Pero ojo, porque para poder jugar online necesitaremos ‘Lucidez’, lo que viene a ser el filtro impuesto por From Software para que no abusemos de este modo obligándonos a disfrutar de buena parte de la aventura en solitario.

Sí, este modo online puede sonar realmente raro a todo aquel que no haya disfrutado de la experiencia Souls. No podemos negar que lo de necesitar ‘Lucidez’, la cual conseguiremos a base de eliminar jefes finales o a través de ciertos objetos parece una excentricidad. Sin embargo, creemos que posibilita el ofrecer un online que cuadra a las mil maravillas con Bloodborne, haciéndonos sentir que realmente somos partes de un universo basado en la magia, en el que para ir de un mundo a otro necesitamos ciertos recursos. Si todo esto se hubiera resumido a un esquema tradicional, pantalla de matchmaking de por medio, no habría tenido ni la mitad de gracia.

Apartado artístico, visual y sonoro: Tu mayor pesadilla.

Al comienzo de este análisis ya hemos hablado de las virtudes de Bloodborne a nivel artístico. Se trata de una obra sencillamente sobrecogedora en todos los niveles, gracias al diseño de los escenarios y personajes, sin duda, pero también a un cuidadísimo apartado sonoro capaz de dejarnos helados. La ambientación victoriana tan oscura, tétrica y perturbadora le sienta sencillamente de lujo, resaltando por encima de casi todo lo visto hasta ahora en un videojuego.

Quizás muchos sientan que se trata de una aventura demasiado oscura. Bien, es que de eso mismo va Bloodborne, de superar la oscuridad para que la noche no sea infinita. De esta forma según vayamos avanzando, según masacremos a unas y otras criaturas a lo largo y ancho de este infierno viviente, el cielo irá clareando poco a poco, ofreciendo unas tonalidades que podremos sentir como caricias compensatorias a tanto sufrimiento.

A nivel puramente técnico, se nota mucho el salto a la nueva generación de consolas con Playstation 4. Sin embargo, aunque las obras de From Software siempre han destacado por su belleza, nunca lo han hecho por lograr un nivel técnico de aúpa. Aquí ocurre lo mismo. Bloodborne es bueno, sin duda, pero no es una bestia tecnológica, contando con ciertos puntos que dejan un tanto que desear aunque no lleguen a ensuciar la experiencia. Sus peores bazas las encontramos en una tasa de imágenes por segundo en ocasiones poco estable, algo molesta aunque sin llegar a suponer un suplicio; y en las interminables pantallas de carga cada vez que morimos o cuando viajamos de un mundo a El Sueño del Cazador. Y eso en un juego en el que podemos llegar a morir decenas de veces en apenas una hora, no es de recibo.

¡Ah!, en cuanto al sonido se nos olvidaba otro punto importante. Como toda buena obra editada por la propia Sony, Bloodborne cuenta con un perfecto doblaje al castellano. Sin lugar a dudas es algo que se agradece, y si alguno de los jugadores más exigentes prefiere las voces en inglés, puede seleccionar dicho idioma en el menú contando con subtítulos al castellano.

Conclusiones: La importancia de la sangre.

En definitiva, podemos decir sin lugar a dudas que Bloodborne es el primer gran exclusivo de Playstation 4, el primero de todos ellos que se ha convertido desde el minuto uno en un clásico, en una de esas obras a imitar que seguramente serán envidiadas a rabiar por las consolas de la competencia. Ha habido otros, claro, pero dejando a un lado remasterizaciones y grandes títulos que prometían mucho para después no ofrecer tanto, Bloodborne es el primero que realmente ha cumplido con las expectativas. Y sinceramente, bendita sea la hora.

Puede que algunos no encuentren en él la revolución que esperaban. Otros sin embargo, sentirán que los cambios respecto a lo visto en Souls son demasiado acusados. Sinceramente, a nosotros nos ha parecido una evolución necesaria, un paso lógico si lo que queremos es crecer como jugadores accediendo a nuevas, ricas y variadas experiencias. Bloodborne bebe mucho de Souls, pero ha sido capaz de conseguir algo con lo que pocos otros habrían podido siquiera soñar: alcanzar ese estado de gracia que lo hace único, fresco, diferente.

Ya sea por su sobrecogedora ambientación, por su cuidadísimo diseño artístico, por lo virulento de sus combates, por lo exigente de su propuesta, por su refrescante modo online… Lo cierto es que se le pueden sacar pocas pegas, y justo por ello no encontramos motivo alguno para que todo aquel que disfrute con los videojuegos lo tenga como referencia. Te guste o no su propuesta, te amedrante o no su universo perturbador, lo cierto es que Bloodborne se ha ganado el derecho a que lo tengas muy en cuenta, estableciendo una nueva base desde la cual partirán decenas de nuevos juegos que de una forma u otra tratarán de imitarlo.

Lo mejor:

  • Sobrecogedor, perturbador, truculento, visceral. Es esto y mucho más tanto en lo visual como en lo sonoro, contando con un apartado artístico de esos que dejan huella.
  • En lo jugable, más que una revolución es una evolución necesaria, apostando por combates mucho más directos, ofensivos y rápidos. En este punto todo está medido al detalle.
  • El multijugador, como siempre en las obras de From Software, resulta fresco, adaptándose a la perfección a este universo con una serie de restricciones necesarias. Sin lugar a dudas volverá a ser imitado.

Lo peor:

  • Técnicamente la evolución es más que notable. Sin embargo tiene sus carencias, empezando por molestas caídas de la tasa de imágenes por segundo y continuando por unos tiempos de carga excesivos. El resto de detalles negativos son completamente perdonables.
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