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Ahorremos en el plan de paz

Pedro Gómez Damborenea

Dice el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, que tienen previsto ahorrar hasta un 20% reformando la Administración vasca. En vez de quitar derechos a los pensionistas vía copago farmacéutico sin compensación, le voy a proponer que suprima directamente el puesto de Secretario de Paz y Convivencia, que ocupa Jonan Fernández, y de paso todos los gastos asociados a su plan. Euskadi no necesita ningún plan.

Hasta hace bien poco había unos señores que tenían muy claro su plan: eliminar o echar de Euskadi, incluso matando, al que no comulgaba con sus tesis. A pesar de todo nos quedamos, no pedimos nunca eliminarles, rechazamos a los grupos que así lo hicieron, jamás salimos a pedir que les mataran. Solo salimos a la calle para reivindicar los muertos y pedir que parase la sangría. Estábamos y estamos dispuestos a compartir con ellos las calles, el Parlamento y la discrepancia, pero no las amenazas y las muertes.

Nunca hemos estado en guerra con nadie y por eso rechazo el término paz. No ha habido una guerra. Ha habido gente que mataba y otros que morían o temían morir. No sé qué esfuerzo mayor se nos puede pedir. Dejémos que el tiempo y la democracia curen, pero no me pidan equilibrios ni me pongan en el mismo barco que los que empuñaban una pistola y me obligaban a agacharme cada mañana delante de mis hijos para ver si había una bomba debajo de mi coche. A pesar de todo, he inculcado a mis hijos la tolerancia y no odian, ni odiarán. Los nuestro ha sido la resistencia pacífica.

ETA ha terminado porque ha sido derrotada. Nadie nos ha hecho un favor. Es un cambio de estrategia forzada. Ni se arrepienten ni lo pretenden. Tampoco necesitamos que pidan perdón. Quiero que me dejen tranquilo vivir con los míos y discrepar sin temor a ser asesinado. Ahora pretenden cambiar la historia; algo muy habitual en nuestra tierra. El mito frente a la realidad.

Dejemos que el tiempo cure las heridas y que el Estado de Derecho funcione y que prime el principio de legalidad. Nos hablan de torturas, de los etarras muertos mientras ponían una bomba, del Gal y de Franco. Nada es lo mismo. Ni una línea para justificar lo injustificable, lo repudio desde siempre.

Ni microacuerdos, ni regeneración democrática de la Ertzaintza, ni nada de nada. Parece que es el PNV el único que quiere el plan. La insaciable Batasuna, o izquierda patriótica como la define con acierto el ex rector Pello Salaburu, siempre creerá que es insuficiente porque busca el triunfo en la derrota. Socialistas y Populares se siente políticamente cautivos porque temen que decir que no hace falta un plan les dañe en su imagen.

Pero el plan no busca otra cosa que una justificación de lo injustificable. El PNV y su Gobierno están convencidos firmemente, y no lo dudo, de que matar es malo. Está escrito a fuego en la base católica apostólica del PNV. Están dispuestos a creer que el terrorismo es una reacción a un conflicto milenario. Durante treinta años hemos oído que en Euskadi se vivía muy bien y no pensábamos en el amenazado. Todo el plan busca hacer ver que existe un conflicto subyacente y sinceramente les digo que el planteamiento es lamentable. Todo no vale en política.

Alguien dijo que mientras unos mueven el árbol, otros recogen las nueces. Vale ya. Me pregunto cada día que contarán, por ejemplo, los hijos del asesinado vicelehendakari Fernando Buesa a sus nietos. Seguro que no siembran su vida de odio.

Menos planes inútiles que generan división y más bienestar. Recorten en esta Secretaría, en mediadores y asesores de la nada y dediquen este dinero a incentivar la economía y a generar empleo. Me temo que el plan Fernández no va a nacer y si lo hace será para parir la nada. Me da igual que se siente a la mesa a obispos de una Iglesia que se escondió durante años ante el terror de ETA, jueces o a quien guste. Me da igual, solamente quiero vivir tranquilo, sin que nadie me quiera normalizar cada día y poder mirar a mi vecino cada mañana con la tranquilidad de que discrepo y no pasa nada, pero eso es cuestión de tiempo. Solo de tiempo.

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