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Un día cualquiera en la vida de un médico precario

Imagen de un despacho de un médico de Familia.

Eduardo Azumendi

Las jornadas celebradas recientemente por la Asociación Vasca de Medicina Familiar y Comunitaria-Osatzen dejaron un hueco para tratar una cuestión que no suele tener cabida en este tipo de encuentros: la precariedad laboral de los médicos, sobre todo, los de la especialidad de Familia. Así, las jornadas sirvieron para reivindicar “a los olvidados”, tal y como los denomina Gorka, uno de los médicos que se encuentra en esa situación y que ha escrito un post en el blog de Osatzen denunciando la situación. “Se trata de una realidad [la precariedad] con la que convivimos, que asumimos, y de la que solo hablamos para quejarnos delante de un café o una caña”.

Por eso, Gorka considera que ya era hora de que fuese mesa central en unas jornadas Osatzen. “De que nos mirásemos todos a la cara [precarios y no precarios] y nos dijésemos si vamos a seguir así. Si dejaremos que lo arreglen los siguientes o marcaremos una línea en el suelo y gritaremos ¡basta!”.

En su post, titulado Precariedad laboral en AP, ¿hay timón en la deriva, Precariedad laboral en AP, ¿hay timón en la derivarelata cómo es un día cualquiera de un médico precario que, por lo general, comienza a las siete de la mañana de la siguiente manera: “Suena el despertador ¿Porque hay que ir a trabajar en turno de mañana? No. En realidad no tienes contrato para hoy, pero ‘debes’ madrugar y tener encendido el móvil desde unos minutos antes de las 8:00, por si hay una llamada de última hora desde Recursos Humanos y tienes que salir corriendo hacia algún centro de salud… Eso si no quieres salir corriendo sin siquiera haber desayunado… Vida saludable…”

Una alternativa frecuente, relata Gorka en su post, habría sido continuar la mañana con el teléfono cerca en todo momento. “Haber comido a las 12:00h… [¿Porque entras a trabajar a la 1? No, que tú sepas… Pero todo puede ser y te puedes enterar a última hora…]… Y aun así que esa llamada no hubiese llegado. Y  así durante cada día, de meses, durante años…”

“Como dicen en las películas, esta historia está basada en hechos reales. En los míos y en los de mucha otra gente con nombre propio. Los de la mayoría de la gente de mi edad, pero también en los de gente que lleva unos cuantos años más atrapada en esta situación. Media vida”.

Según Gorka, cuando cuenta estas cosas, obtiene dos tipos de respuestas. “Una está entre la indignación y la incredulidad… ‘¿Así estáis los médicos? ¡Pero si estudiáis un montón de años!’. La otra, que a mí me duele aún más es la que lo normaliza, justifica y desdramatiza. ‘Bueno, pero hay gente que está peor, al menos vas trabajando’ ‘No nos podemos quejar que al menos tenemos trabajo’ ‘En mi época también empezábamos así, todos hemos tenido que empezar así’”.

Responsabilidad

Responsabilidad“Quizá sea cierto todo esto [en buena parte lo es: hay gente que está peor –muchísimo peor-, al menos tenemos trabajo, y esto no es nuevo, también lo han vivido las generaciones anteriores]. Pero… ¿esto justifica que deba seguir siendo así? ¿Debemos resignarnos a este sistema? ¿Hay alternativas? ¿Debemos luchar para que nosotros [o probablemente los que nos sucedan] tengan unas condiciones mejores?”, se plantea Gorka.

 “¿Cuánto de responsabilidad tenemos los propios trabajadores, con la asunción del sistema actual en el que toca esperar a cada uno su turno para adquirir el derecho a tener derechos? ¿Debemos resignarnos a este objetivo? ¿O es posible tener unos derechos mínimos aun no teniendo plaza en propiedad? ¿Hay alguna víctima más de este sistema de contratación? ¿Los pacientes? ¿Los compañeros? ¿Nuestras familias?”, sigue.

La conclusión es que “la precariedad ha dejado de ser una de las circunstancias del sistema… Para convertirse en el propio sistema”.

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