Cada vez son menos, pero más mortíferos: los cazadores baten el récord de ciervos, jabalíes o corzos muertos
Por el campo español cada vez pasean menos cazadores, pero puede afirmarse que son más mortíferos que nunca. Con el número de licencias en mínimos, los rifles han batido su propio récord de grandes animales matados en España: 781.000 piezas muertas en 2023 a base de ciervos, corzos, gamos o jabalíes, según el avance del último Anuario de Estadística Forestal. Son 21.000 toneladas de animales.
A medida que iba cayendo la afición –hasta certificarse un desplome desde los 1,4 millones de licencias en 1985 a 610.000 en 2023–, la cantidad de grandes trofeos capturados no ha parado de crecer. Para contextualizar: en 1999 se mataron unos 150.000 de estos animales (cinco veces menos que actualmente) cuando había el doble de permisos de caza que hoy.
En contraste, la caza menor, la que mata aves, conejos, zorros o liebres ha declinado: de 18 millones de animales abatidos en 2022 se ha pasado a solo 14 millones de ejemplares en 2023.
Leve rebote desde el fondo histórico
El Anuario Forestal muestra que los permisos expedidos por las comunidades autónomas en 2023 (los últimos datos consolidados) llegaron a las mencionadas 610.000 licencias. Supone un pequeño rebote del 2% respecto al fondo que tocaron un año antes, 590.000 autorizaciones, y constituye el segundo registro más bajo de siempre.
En el otro lado de la estadística, ese curso fue el tercero consecutivo en el que los cazadores matan más de 700.000 animales de caza mayor. Y tocaron su pico máximo con esas 781.000 piezas. La caza mayor está compuesta –además del lobo– por ungulados como el arruí, la cabra asilvestrada, la cabra montés, el muflón, el gamo, el rebeco, el ciervo, el corzo y el jabalí. Solo estas tres últimas especies suman el 90% de las capturas anuales.
El gusto por matar grandes mamíferos –la caza mayor– también puede rastrearse por el número de armas utilizadas para esta modalidad que circulan por el país. En el año 2000 había 154.000 rifles para esta disciplina con licencia, según el Anuario Estadístico del Ministerio del Interior. En 2023 superaron las 390.000. Es decir, en lo que va de siglo, mientras los permisos generales para cazar caían un 50%, las armas largas rayadas, que son las preferidas para esta actividad, se han multiplicado por 2,5 (un 150% más).
Desequilibrio, sobreabundancia, cacerías
La pieza de caza mayor que más se mata en España es el jabalí. En 2023 se abatieron 443.000 ejemplares. Es una enorme cantidad, pero, con todo, no supone el tope máximo, ya que en 2022 se superaron los 450.000 ejemplares cazados.
La caza es considerada una actividad fundamental para controlar la sobreabundancia de jabalíes en múltiples áreas de la península, según indica el Instituto de Recursos Cinegéticos (IREC) del CSIC y la Universidad de Castilla-La Mancha. La cuestión es que, apoyado en la cantidad de alimento y refugio disponible –como las explotaciones intensivas de maíz o los comederos en cotos de cazas–, el abandono rural y la falta de depredadores naturales una vez pasada la edad juvenil (como los lobos), el jabalí está en crecimiento acelerado en la mayoría de provincias españolas. Así que cada temporada, los cazadores pueden matar casi de manera ilimitada jabalíes con el objetivo de contener a la especie.
Con todo, a pesar de que se matan grandes cantidades de jabalíes, la situación de sobrepoblación no parece arreglarse: solo en 2025 se han declarado alertas especiales por jabalí en Andalucía, Comunidad de Madrid y Comunitat Valenciana además de la situación casi permanente en Catalunya.
El segundo trofeo en cuanto a cantidades matadas es el ciervo. En 2023 se registraron 165.000 piezas. Ha estado por debajo de cursos como 2015, 2016, 2017 o 2019. Sin embargo, sí se ha batido el récord absoluto de corzos abatidos en un año. Se superaron los 91.000 animales muertos.
También para estas dos últimas especies se ha observado sobreabundancia en determinados puntos de la geografía. Una circunstancia que “solo se percibe cuando produce problemas a los humanos”, explican en el IREC. El ciervo es la especie que tiende a ser sobreabundante en áreas protegidas o cotos de caza, mientas el corzo se centra en áreas de silvicultura y jabalí lo es más en zonas agrícolas, ganaderas y periurbanas, según otra investigación del Instituto.
Todas estas especies (los ungulados) “son especies presa y, como tales, evolucionaron para hacer frente a unas tasas significativas de mortalidad causada por sus depredadores naturales”, según explica el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Si no hay ese depredador natural –que en la península era básicamente el lobo ibérico– arranca el proceso de desequilibrio ante el que la actividad de los cazadores humanos se presenta como paliativo.
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