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El PSOE frente a la ‘beppegrillación’ de la política

Alejandro Roche

Durante el pasado mes de marzo se desarrolló una interesante batalla orgánica entre el Partido de los Socialistas de Galicia (PSdeG) y la dirección federal del PSOE a cuenta de las primarias que nos sirve para analizar ciertas claves sobre el futuro de los partidos políticos en estos tiempos convulsos.

A principios de marzo, el Comité Nacional del PSdeG aprobó casi por unanimidad la propuesta de su secretario general, Pachi Vázquez, de celebrar unas primarias consultivas para elegir al próximo líder del socialismo gallego, en lo que se interpretó por muchos como un pulso a la dirección federal del PSOE, que se había mostrado contraria a este mecanismo.

Tras las presiones por parte de la dirección del PSOE para que el PSdeG desistiera de su propuesta y la insistencia de este último en mantenerla, ambas partes acabaron por llegar a un acuerdo: para sortear los estatutos se celebrarán unas primarias meramente consultivas, cuyo resultado habrá de ser refrendado posteriormente por un congreso.

Aparte de las potenciales dificultades técnicas que esta inédita fórmula pueda plantear (por ejemplo, ¿qué ocurre si el congreso no elige al candidato más votado en las primarias?), el episodio gallego nos permite extraer dos conclusiones desalentadoras para el PSOE:

En primer lugar, durante muchos días Rubalcaba, Óscar López y compañía han parecido no darse cuenta de que se han estado mostrando ante la opinión pública como los malos de la película, preocupados por mantener el statu quo a toda costa más que en modernizar el partido. Sólo después de comprobar que el PSdeG se mantenía firme, la dirección federal se ha visto forzada a buscar una salida y ha acabado por transigir con el experimento de las (especie de) primarias.

En segundo lugar está el tema de fondo. La dirección del PSOE argumentaba con razón que las primarias a secretario general no están previstas en los estatutos del partido (las primarias para candidatos sí lo están; pero sólo para el número uno de la lista: ¿por qué no para el resto?). En efecto, en el último congreso de febrero del año pasado, el 80% de los asistentes decidió que los secretarios generales se eligieran mediante delegados en un congreso. Precisamente este es el problema: unos estatutos que no prevén que las bases elijan directamente a sus líderes.

A pesar de todo, que se vayan a celebrar primarias en Galicia (aunque sean sui géneris) supone un soplo de aire fresco y un paso en la buena dirección: la de abrir el partido y democratizar la toma de decisiones, para promover en el liderazgo a los mejores y no a los más sumisos o mejor conectados con los que mandan. En este sentido, Pachi Vázquez ha afirmado que los socialistas gallegos están abriendo un camino “que acabarán haciendo todas las federaciones, todas las agrupaciones y todos los partidos democráticos de este país”. Esperemos que así sea, porque es urgente que las cúpulas de los partidos en España —no sólo el PSOE— permitan que corra un poco el aire por los pasillos de sus sedes.

Por ahora, el “rebelde” Tomás Gómez ya le ha dado la razón a Pachi Vázquez. Da la impresión de que en las federaciones regionales del PSOE empieza a surgir un poder que no quiere que se le identifique con la dirección nacional, porque perjudica su imagen. Las élites regionales, conscientes de este efecto negativo, empiezan a moverse para diferenciarse y representar algo nuevo. ¿Nos encontramos ante el inicio de la renovación en el PSOE, impulsada por algunos de sus “barones”?

Hablando de renovación, Pachi Vázquez, al ser cuestionado por las primarias, advirtió recientemente en una entrevista: “si los partidos clásicos no reaccionamos, podemos acabar en lo que estamos viendo en Italia”. Veremos en qué queda la conferencia política del PSOE a celebrar este año, pero según está ahora mismo la situación política en España, resulta difícil no darle la razón.

Ahora bien, ¿qué es exactamente “lo que estamos viendo en Italia”? Vayamos a las fuentes originales. Beppe Grillo hizo hace unos días una excepción a su regla de no hablar con la prensa y concedió una interesante entrevista a la revista ‘Time’. Los entrevistadores le planteaban una cuestión fundamental: “Usted dice que quiere derribar los partidos políticos italianos. ¿Con qué los quiere sustituir?” Sin pretensión de juzgar su ‘Movimiento 5 Estrellas’, hay que reconocer que Grillo estuvo ágil en su respuesta: “Con ciudadanos, ciudadanos informados, honestos y transparentes que hagan su trabajo con pasión.”

Pues bien, he aquí una clave fundamental para el futuro de los partidos políticos. Unos ciudadanos cada vez más informados, activos e interconectados —gracias en gran parte a las nuevas tecnologías— ya no se conforman con votar cada cuatro años. Quieren que su voz sea escuchada; es más, quieren ejercer influencia y tomar decisiones, porque sienten que los políticos no les representan. Ante esta disyuntiva, si los partidos no quieren ser sustituidos progresivamente por movimientos de base, populistas, apolíticos o antipolíticos —llámeseles como se quiera, pero en definitiva lo que podríamos denominar la ‘beppegrillación’ de la política— harían bien en canalizar las pulsiones ciudadanas a través de medidas como, por ejemplo, las primarias. Le convendría al PSOE tomar el episodio de Galicia como lección de aprendizaje que le sirva para interiorizar esta realidad.

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